El “pará pará pará” de Alejandro Fantino ya se transformó en un chiste, al punto tal que él mismo se burló de eso en la publicidad del Banco Santander Río, acompañando así con bienvenida autocrítica y humor a la catarata de memes en las redes sociales.
El año pasado ensayó una explicación interesante sobre la muletilla. Cuando el periodista Diego Sehinkman le preguntó cuál es su virtud, su “valor agregado”, Fantino dijo: “La falta de vergüenza para decir 'no entiendo', porque el 80% de las veces que digo 'pará pará pará'...”. Ahí Sehinkman lo interrumpió y Fantino tuvo tiempo para rearmar su discurso, y continuó: “Para mí el 'pará pará pará' es resaltar en negrita. Hay que tener cierto sexto sentido para detectar dónde va el 'pará pará pará', y eso te lo da la profesión”.
Es evidente que ambas explicaciones se contradicen. Para resaltar en negrita, hay que tener una comprensión muy profunda de lo que está diciendo el entrevistado. Algo muy distinto a si se lo frena para que repita lo que acaba decir porque no se lo entendió. Es evidente, también, que Fantino hace a veces una cosa y a veces la otra. Tiene dos “pará pará pará” distintos.
Cuando el conductor frena porque no entiende, la charla entra en un ripio, se pone redundante y puede llegar a impacientar e incluso a irritar. Pero cuando frena para poner la negrita, no solo edita y titula en tiempo real, también impulsa la charla hacia adelante, permite que el entrevistado amplíe y desgrane anécdotas o sensaciones. Y esa es su mejor faceta.
La emisión de Animales sueltos del viernes fue dedicada íntegramente a una charla con el futbolista Carlos Tévez. El actual jugador del Shanghai parece un tipo inteligente y sensible, y Fantino lo conoce y lo entrevistó muchas veces. “Es un lugar de mucha comodidad para mí”, arrancó reconociendo el periodista.
Los primeros 15 minutos Fantino y Tévez hablaron acerca de los logros deportivos, de la vida en Shanghai y de cómo es la escuela a la que van sus hijos y sobrinos. Y de pronto, cuando entraron en el tema de la educación, Tévez largó una frase: “Yo hice hasta 8vo (año) sin saber leer”. Ahí Fantino lo frenó, no porque no lo haya entendido (como otras veces, con otros entrevistados), sino porque lo entendió en toda su dimensión. Lo resaltó con negrita y además le permitió a Tévez explayarse, ampliar para que no pase desapercibido.
Entonces Tévez contó que aprendió a leer de grande y que todavía hoy tiene que leer un texto varias veces para entenderlo. Que lo pone orgulloso ver que sus hijos leen mejor que él. No solo fue un momento emotivo, también la conversación pasó a otro nivel, subió un escalón.
Son este tipo de entrevistas intimistas, en las que Fantino logra un clima propicio para que sus entrevistados cuenten cosas que no contaron antes, más parecidas a las que hacía en Mar de fondo, las que mejor le salen. Y no es casualidad que sean las entrevistas en las que usa el “pará pará pará” como resaltador y no como signo de pregunta, como impulso y no como freno.