De las decenas de excelentes comedias para televisión que hay y que hubo en la historia, creo que hay tres que marcan quizás el camino principal. No necesariamente porque sean mejores que las demás, sino porque son el Sol alrededor de cual giran todas las otras, en órbitas más cercanas o más lejanas, pero siempre bajo su influencia. Me refiero a la tríada Seinfeld-Curb Your Enthusiasm-Louie.
Ese camino es cronológico y evolutivo. Seinfeld introduce la autoconsciencia y el cinismo, Curb Your Enthusiasm lleva la misantropía al extremo y después Louie da vuelta todo, recupera la ternura y se libera de la férrea estructura de la comedia. Un capítulo de Seinfeld es una canción pop perfecta, uno de Louie es un solo de jazz.
Seinfeld duró de 1989 a 1999. Curb Your Enthusiasm, de 2000 a 2011. Louie, de 2010 a 2015. El camino, como se ve, es recto y prolijo. Solo que ahora volvió Curb Your Enthusiasm, después de seis años, casi como si su creador y protagonista Larry David quisiera llenar el hueco que dejó Louie, o tal vez como si quisiera aprovecharlo.
Louie había corrido los límites de la comedia. Pero no me refiero a la tan gastada “corrección política”. Había corrido los límites del género, que dice que los capítulos duran 22 minutos, que hay varias líneas argumentales protagonizadas por los distintos personajes que terminan uniéndose al final. En la cuarta temporada, por ejemplo, hubo un capítulo séxtuple emitido en cuatro partes que tranquilamente podía ser una película; hubo escenas oníricas, en blanco y negro, diálogos de 10 minutos.
Y mientras experimentaba formalmente, se deshacía del cinismo de sus predecesoras. Jerry Seinfeld podía besarse con su novia en el cine mientras veía La lista de Schindler, pero Louie no podía masturbarse mientras la radio daba la noticia de una matanza en África. Es evidente que esto tiene que ver con el clima de época, pero creo que la diferencia es que Louie no persigue la carcajada, mientras que Seinfeld y Curb Your Enthusiasm, sí.
Y el regreso de la serie de Larry David muestra que lo que era una ruta en línea recta, ahora se bifurcó. Curb Your Enthusiasm no parece vieja al lado de Louie, como me temía, a pesar de su estructura mucho más clásica (que veremos si mantiene a lo largo de esta temporada). La maldad de Larry es liberadora. En este primer capítulo (es doble, dura 37 minutos) le dice a una lesbiana que se está por casar, que ella debería ser el novio y no la novia; busca la manera de echar a su asistente discapacitada porque es muy mala en su trabajo; y le dice a un amigo que se acaba de separar que ese verso de que ahora se lleva mejor con su ex mujer, se lo dice a sí mismo para poder desengancharse de la relación. También hay chistes con el Islam (no es la primera vez, recordemos el capítulo “Palestinian Chicken” de la octava temporada), con el abuso sexual y hasta con la ablación de clítoris.
Siempre me acuerdo de un chiste extraordinario de Seinfeld. En un viaje en subte, Jerry se cruza con un gordo desnudo. Ante la mirada de reprobación, el gordo dice: “No me avergüenza mi cuerpo”. Y Jerry le contesta: “Debería”. Es gracioso porque es verdad. Esa es la clave del humor de Curb Your Enthusiasm.