Hace unos años yo pensaba que había historias que tenían que ser contadas mediante una película y otras que ameritaban una serie de varias temporadas (otras, quizás, una novela, un cuento, una canción). En las series más emblemáticas veíamos crecer a los personajes, hasta físicamente. Lo que en Boyhood, de Richard Linklater, era un experimento, en Los Sopranos o Six Feet Under era lo corriente. Y una película está obligada a las elipsis, al resumen.
Pero ahora hay una novedad: las series de antología. Sin pretender ponerme en historiador, es probable que el furor haya comenzado con American Horror Story: una serie en la que en cada temporada se cuenta una historia diferente. Con esa estructura vinieron después True Detective, Fargo, American Crime Story y muchas más. Y si a esa estructura le sumamos que las plataformas on demand suelen estrenar las temporadas completas, ¿qué las diferencia de películas largas? La respuesta no es tan obvia como parece.
A fines del mes pasado, el canal FX estreno Trust, una serie sobre la familia Getty. Creada por el inglés Simon Beaufoy (guionista de Slumdog Millionaire, entre otras películas), la primera temporada cuenta en 10 capítulos la historia del secuestro de John Paul Getty III en Roma por parte de la mafia y la negociación con su abuelo, el magnate petrolero J. Paul Getty, célebre por su tacañería y por regatear con los secuestradores aún cuando la vida de su nieto estaba en peligro.
La historia es real y ya fue contada en una película que estrenó el año pasado: Todo el dinero del mundo, de Ridley Scott. La película de Scott dura poco más de dos horas y la serie de Beaufoy, diez. ¿Cómo puede ser que la serie y la película cuenten la misma historia y que a la primera no le falte nada y a la segunda, no le sobre?
El segundo capítulo de Trust cuenta el comienzo de la investigación de Fletcher Chase, empleado de seguridad de Getty que cree que se trata de un autosecuestro, hasta que logra averiguar que no, que el nieto está secuestrado de verdad. Lo que en la película está resuelto en una línea de diálogo (Chase sugiriendo que se trata de un autosecuestro y la madre del chico diciendo que no, que no lo es), la serie lo cuenta en todo un capítulo, con principio, nudo y desenlace.
Los puristas de la narración, como era yo hace unos años, dirán que lo que puede resolverse con una línea de diálogo no debe extenderse mucho más que eso. Y mucho menos a la duración de un capítulo de una hora. Pero yo ya no lo creo: los espectadores ahora somos reyes curiosos que escuchamos las historias que nos cuentan distintas Scheherezades y, aunque creemos que solo nos importa el desenlace, en realidad estamos fascinados por el relato. Y Trust, con sus flashbacks y sus montajes paralelos de fiestas y violencia setentosas al ritmo de Curved Air, colma nuestra sed de relatos. Aprovechémosla.