 Por: Cicco. Hay ciertas cosas en la vida que uno da por sentadas, y más que sentadas, uno debería darlas por ensartadas. Piense en tanto restorán de Palermo donde piensan que va a comer sin hambre, que usted cada vez que se sienta en el inodoro caga guita y que prefiere el plato bien decorado, antes que el plato bien lleno. Piense en lo mucho que lo ensartan, lo poco que le ofrecen y lo mucho que se llenan estos lugares infames. Piense, por otra parte, en la infinita gama de hábitos incorporados en su rutina que deberían formar parte de una serie de patologías psiquiátricas: imposibilidad de llegar puntualmente a ninguna parte, imposibilidad de no distraerse con pavadas, imposibilidad de pasar un día sin sucumbir, al menos una vez, a una compra boluda, imposibilidad de comer decentemente, de viajar decentemente, de no cruzarse con un loco, con un tirado, imposible encontrar que el chofer del bondi sea una persona medianamente normal, cuerda y que, ante la menor dificultad, no saque un criquet y te haga la cabeza puré.
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