Por: Cicco. Cuando hay algo que no le gusta, Dios se pone insoportable. Ahí están los músicos de blues para dar cuenta de su crueldad. Al compositor Blind Lemon Jefferson, Dios lo dejó ciego de pequeño, y por si fuera poco, en diciembre de 1929, mientras daba un paseo con su bastón en un campo de Chicago, se desató una tormenta de nieve tan intensa que clavó a Jefferson como un palito bombón helado. A Ray Charles, Dios le dio visión el tiempo suficiente para ver a su hermano ahogándose en un pozo y, dos años más tarde, lo hundió en el reino de las sombras. A Robert Johnson, a quien le adjudicaban un pacto musical con el diablo, se lo llevó a los 27 años, tras colocarle veneno en su whisky. A Stevie Ray Vaughan, el genio del shuffle de Texas, le envió una espesa niebla divina que obligó a su helicóptero a estrellarse en la colina de un resort, rumbo a Chicago. A Jimi Hendrix, el mejor guitarrista de la historia, le colocó a un camillero idiota que, mientras lo trasladaban a un hospital, con alcohol y somníferos en el estómago, le volcó la cabeza de tal modo que Jimi murió ahogado en su propio vómito. Es parte del refinado sentido del humor divino.
|