CICCO Y SU MUÑECO CICCOLINO PRESENTAN
Las locuras de Santo

Isidoro CañonesPor: Cicco.El texto que sigue a continuación forma parte de una serie de diez shows protagonizados por el célebre y laureado periodista Cicco y su muñeco Ciccolino. Las siete primeras presentaciones se registraron ante el público de un reconocido bar de Palermo. Las tres restantes ocurrieron en el pabellón cinco del Hospital Borda, rejas adentro.

(Se corre el telón. Aplausos y, por qué negarlo, algunos abucheos).

-Damas y caballeros, buenas noches a todos. ¿Cómo anda, Ciccolino? Pero, ¿qué le causa tanta gracia?

-Nada.

-¿Y por qué se anda riendo así?

-¿Qué quiere que haga? Usted me pintó la boca estirada como Evangelina Salazar. Tengo esta sonrisa hasta cuando me entran termitas en los pantaloncitos.

-No se ponga así, Ciccolino. Dígame, ¿cómo lo trata la vida?

-No paro de triunfar, Cicco. 

-Muñeco mentiroso.

-¿No me cree? Esta semana me llevé dos Martín Fierro.

-¿Estaba ternado en alguna categoría?

-No, me llevé dos ejemplares usados del Martín Fierro. El viejo de la librería me los fía.

-Eso no es gracioso.

-Ah, ¿no le gusta?

-No.

-¿Quiere que le cuente algo que lo va a divertir?

-Por favor, Ciccolino, la gente se está durmiendo. Si no los hace reír, va terminar convertido en Tres Patitos.

-¿En un ave?

-No, en un fosforito.

-Ah, pero usted Cicco es un capo cómico total. Me parto de la risa y eso que soy de madera de roble. Dígame, ¿a usted le gusta Santo?

-Qué pregunta difícil. No sé… Me asusta un poco. Soy de la idea de que nada feliz puede salir de boca de un hombre con cara de culo.

-Pero está confundido, Cicco. Todo el mundo está confundido. ¡Santo es un demonio! ¡Es el rey de la joda!

-Espere un segundo. Le recuerdo que Santo es un periodista respetable, premiado y muy ético. Cuídese con lo que dice. Por otra parte, ¿quién es su representante legal? ¿Gepetto?

-No se preocupe. Es información chequeada. ¿Sabe qué me cuenta el periodista Yayo Toledo, su colega, cuando él conducía el noticiero de Telefé?

-Sorpréndame, Ciccolino.

-Si a usted se le ocurría hacerle un chiste, Santo lo corría por todo el estudio y lo… y lo… y lo…

-¿Qué pasa? ¿Se le rayó el disco? ¡No me diga que es un muñeco que hace playback!

-Perdone, Cicco, cuando me tiento me pongo tartamudo. Le decía, si usted le hacía un chiste, Santo lo corría y, cuando lo alcanzaba, ahí mismo… ¡Lo meaba de pies a cabeza!

-Muñeco mentiroso.

-¿No me cree?

-También entrevisté para la ocasión a Alberto Amoroso, una de sus víctimas. Amoroso fue cámara del noticiero y hoy es jefe de archivo de Telefé Noticias. Salieron a hacer cientos de notas juntos y jugaban a la generala en la sala de cámaras del canal. El que perdía, pagaba el café.

-¿Lo trató bien, Amoroso?

-No haga el chiste fácil, Cicco. Aquí traigo el casette con la nota y el reproductor conmigo. Es un reproductor S.P.C. 2 x 3.

-¿No querrá decir reproductor de MP3?

-No, es un S. P. C. 2 x 3. Se Para Cada 2 x 3.

-¿Quién le escribe los chistes, Marley?

-Déjeme, Cicco, que esto es en serio. ¿Dónde está el play de este coso? Ah, sí, acá va. Aquí le reproduzco la nota a Amoroso. “En el noticiero, Santo nos meó a todos. No quedó uno sin que lo pillara. Una vez, le tomé el pelo y me corrió por todo el canal. En un momento, me metí en el estudio de grabación, donde estaba Teté Custarot. Imaginé que, al lado de Teté, no me iba a hacer nada. Pero apareció Santo con la sonrisa de oreja a oreja y ningún problema: sacó la máquina y nos apuntó. Imaginate la cara de Teté. Otra vez, persiguiendo a un compañero con los pantalones bajos, se resbaló, voló dos metros, y se quebró el brazo. Santo anduvo un mes con yeso”. Y, ¿me cree ahora, Cicco? ¡Santo es el rey de la joda! ¡Es nuestro Isidoro Cañones!

-No sé qué decirle, Ciccolino.

-¡Coppola, comparado con él, es un poroto! Las mujeres lo llaman a raudales. Tiene tantas que le pide a sus compañeros del canal que las reboten por él. Espere que hay más. ¿Sabe qué hacía Santo en el noticiero cuando la cámara no lo enfocaba?

-No sé si quiero saberlo, Ciccolino.

-¡Se bajaba los pantalones!

-Está delirando. Se fumó la nariz.

-Noooo. ¡Se quedaba en calzones para que el otro se tentara mientras daba las noticias! ¡Y eso le causaba muchísima gracia! ¡Jo, jo, jo! Estuve hablando un rato con su compañera en el noticiero durante dos años. Una mujer maravillosa. Ella me lo contó. Me pidió que no diera el nombre. No sabe las cosas que me dijo.

-¿Ella estuvo en pareja con Santo?

-No. ¿Qué dice? Estoy todo el día adentro de una valija… ¡Déme aire, Cicco! ¡Déjeme hablar! Escúchela. Es una famosa periodista de noticiero. “Santo dice unas cosas tremendas fuera de cámara. Nunca vi a nadie tan mal hablado. ¡Tiene una lengua venenosa! Es la parte menos santa de Santo, ¿viste? Cada cosa que uno decía, Santo te lo tomaba para la joda. Me acuerdo que una vez presenté una noticia donde anunciaba que unos aborígenes curaban con las plantas, y dije que los nativos fueron los primeros ecologistas de la humanidad. Cuando fuimos al tape, Santo se moría de risa: ‘¿Los primeros ecologistas y se cagaban y meaban en todas partes? ¡Dejame de hinchar!’. Yo te lo cuento y tal vez no te rías. ¡Pero en boca de Santo, era desopilante! Tanto él como José de Zer acostumbraban bajarse los pantalones al aire para hacerte tentar. Él decía que le gustaban las mujeres delirantes. Las locas inteligentes. Y las chicas hacían cola para verlo. Pero él no atendía a ninguna”.

-Pero, Ciccolino, esta mujer está equivocada. A Carolina la atendió.

-No se haga el metrosexual, Cicco. ¿Usted no la atendería?

-Yo atiendo a todo el mundo. El problema es que nadie me llama.

-¿Por qué no hace como los perros?

-¿Las invito a mi cucha?

-No: méelos a todos. Marque su territorio, Cicco. Mírelo a Santo: es afrodisíaco.

-¿Pero qué le ven a él que yo no tenga?

-¿Está seguro que quiere escucharlo? Ah, esto sí que va a ser divertido...

(Continuará)

Opiná sobre esta columna en nuestro libro de visitas