CICCO Y SU MUÑECO CICCOLINO PRESENTAN
El asombroso libro erótico del subcomandante Marcos

Subcomandante MarcosPor: Cicco. La siguiente presentación del célebre y laureado periodista Cicco y su muñeco de madera Ciccolino, fue registrada por un fanático en uno de sus shows y vendida luego en formato pirata, en un stand del Parque Rivadavia. Era la voluntad de los organizadores de este sitio emitir la segunda parte de las prometidas “Locuras de Santo”. No obstante, un imprevisto en la sala de archivos malogró el cometido. “Ingresó un señor canoso en horas de la madrugada”, recordó el guardia de la noche, “y, sin mayores explicaciones, se bajó los pantalones y orinó sobre los tapes: arruinó todas las cintas”. Gracias a la labor de un fanático anónimo, pudo recuperarse y someter esta otra presentación al proceso digital para resguardar el clima de aquella noche. El show pertenece a la llamada “etapa post carismática” del dúo, que incluía irracionales actos de violencia hacia el público y sonoros arranques de flatulencias y era representado, en su totalidad, en escarpines y tutús de danza.

Cicco: Señoras y señores. Buenas noches a todos. ¿Cómo anda Ciccolino? Le queda muy bonito el tutú. ¿Pero qué trae ahí bajo el bracito?

Ciccolino: Una primicia mundial recién llegada de Chiapas, en el profundo sur de México.

Cicco: ¿No me diga que usted conoce al subcomandante Marcos?

Ciccolino: No en persona. Pero algunos muñecos amigos compartieron charlas íntimas con él.

Cicco: ¿Eran del EZLN?

Ciccolino: Eran parte de su círculo de fuego.

Cicco: ¿Del círculo de íntimos?

Ciccolino: No, del círculo de fuego. Les servían de leña. Uno, sin embargo, sobrevivió y escuchó confidencias de su propia boca.

Cicco: ¡Sobrevivió al invierno!

Ciccolino: Sí, convertido en pipa. La pipa del Subcomandante, el sueño de todo muñeco de madera insurgente.

Cicco: ¿No está por salir ahora un libro de Marcos? Ya editó una novela policial y para este mes, planea lanzar una novela erótica. ¿No me diga que usted la tiene ahí escondida bajo el brazo?

Ciccolino (golpeándose bajo la axila, contento, en señal de aprobación): Aquí está. Y la he leído, Cicco. Se llama “Noches de fuego y desvelo”. Es la historia de Sombra, un guerrillero zapatista al que expulsan del grupo acusado de alta traición. En una revisión del personal, le descubren un objeto punzante bajo el cinto.

Cicco: ¿Un cuchillo?

Ciccolino: No, una erección. Es dura la vida en la jungla. Al pobre lo sumarían y lo devuelven a la aldea. Pero el hombre se resiste, se pone su pasamontañas favorito y parte a la otra punta de la selva a visitar a la mujer de sus sueños. Como hay un paro de lianas, decide hacer el recorrido a pie. Tarda tres días en completar el camino. Contrae el dengue, el mal de chagas y se infecta con tétanos. Cuando le faltan pocos kilómetros, pálido como la muerte misma, decide cambiarse el apodo de “Sombra” y rebautizarse Lechita.

Cicco: Suena bien. Parece una novela de aventuras.

Ciccolino: Sí, hasta que Sombra llega a destino y, cuando está por quitarse el pasamontañas, la mujer de sus sueños, toma un arma y lo mata. Un drama total.

Cicco: ¿Pero ella no lo reconoce?

Ciccolino: Al parecer, le dispara confundiéndolo con el lado oscuro de Spiderman.

(Cicco le arrebata el libro a  Ciccolino, como éste lo aferra con fuerza, se le desprende el brazo).

Cicco: ¡Déjeme ver! Tal como suponía, “Las aventuras de Pinocho”. ¡Usted me engrupió! ¡No leyó nada! Ni sabe de qué trata el libro de Marcos.

Ciccolino: (colocándose nuevamente el bracito de madera) Pinocho es un clásico, Cicco. Y, debo confesarle, una inspiración. Hablando de Spiderman, el otro día estuve viendo el Hombre Araña 3. Es impresionante. Me asombró la parte en que se vuelve invisible. ¿Cómo lo harán?

Cicco: No se vuelve invisible, Ciccolino. Se vuelve oscuro.

Ciccolino: Ah, eso explica muchas cosas. Es que la compré trucha y, todo lo que es oscuro para mí, también es invisible. Dígame, Cicco, ¿no tiene ninguna película diurna para recomendarme?

Cicco: ¿Por qué no prueba con las de Disney?

Ciccolino: No funciona. Una semana atrás, traje Bambi y terminé de verla convencido en que era un zorrino. Me preguntaba por qué, ante tanta injusticia, Bambi no hacía como Santo y los meaba a todos.

Cicco: Mire que conozco muñecos tontos. Pero usted es el tonto más profesional que conocí.

Ciccolino: Le agradezco el cumplido, Cicco. La vida está llena de idiotas profesionales. Cada uno tiene su propio programa de cable. Ahora, ya que estamos en tema, le hago una pregunta. ¿Sabía que leer más de 100 páginas al día puede traer impensables consecuencias psicológicas?

Cicco: No me explico por qué.

Ciccolino: Los científicos tampoco, Cicco. Aún no existen pruebas concluyentes al respecto. Pero un puñado de especialistas en neurología estudian con atención el caso Iván de Pineda.

Ivan de Pineda

Cicco: ¿Pineda, el modelo?

Ciccolino: El mismo. En una reciente entrevista en La Nación, cuenta que lee desde los cuatro años y dice que no puede conciliar el sueño si no agota, al menos, 100 páginas de un libro. Ha llegado a pasarse 10 horas seguidas sin despegarse de una novela, hasta que alguien logró quitarle el pegamento de los dedos.

Cicco: Eso no es gracioso.

Ciccolino: No sea exquisito, Cicco. La próxima vez, cómprese un robot articulado. Como le venía diciendo, Iván leyó a los grandes literatos de todos los tiempos: Quevedo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, los clásicos universales, la historia romana, el Comentario a la guerra de las Galias del César, Agatha Christie, Hermann Hesse, los nueve tomos de la Enciclopedia Salvat.

Cicco: No entiendo a qué apunta. ¿Por qué no va al grano?

Ciccolino: Es que, como podrá ver, los científicos se preguntan cómo este hombre, aún habiéndolo leído todo, ¡sigue siendo Iván de Pineda!

Cicco: Es usted un muñeco muy cruel, Ciccolino.

Ciccolino: De Pineda tiene menos picante que una sopa Quaker. Parece extraído de un video clip de Gustavo Cerati.

Cicco: ¿Por qué el fabricante no habrá hecho con usted un barquito pirata?

Ciccolino: (se encoge de hombros, como le quedó mal puesto el bracito, se le vuelve a desprender cayendo al suelo) Pero dígame, ¿no le resultaría más aburrido hablar frente a un mascarón de proa?

Cicco: Sabe,  algún día de estos, voy hacer la prueba.

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