UNA PARODIA DE ANALISTAS INTOLERANTES
El periodista más indeseable de la Argentina

Gary PalomarPor Gary Palomar. (Los responsables de Hipercrítico advierten al lector que el contenido de esta columna es abusivo, intolerante y no se corresponde de ningún modo con el espíritu de este sitio ni respeta los principios básicos contenidos en él). 

Oyente: Hola Gary, genio total, mi nombre es Nilda, te hablo desde la ciudad de Carboni. Quería decirte que comparto plenamente tus columnas. Creo, como vos, que hay que castrar a todos los cuida coches y piqueteros de la ciudad, y convertir sus miembros en boleadoras regionales que puedan ser comercializadas a turistas en San Telmo.

Gary: ¿De dónde me dijiste que sos Nelly?

Oyente: Nilda, Gary. Soy de Carboni.

Gary: Y, ¿a cuánto queda esa cosa de Buenos Aires?

Oyente: 140 kilómetros.

Gary: Muy lejos, Nelly. Que te garúe finito. 

Este último domingo, como siempre, Zuny, mi empleada doméstica, me trajo al baño las revistas de actualidad de la semana. Desde el jacuzzi, le ordené que las pegara en la pared y me dejara el whisky y el hielo en el suelo, así podía mirar las tapas con detenimiento. Todas esas revistas supuestamente periodísticas con tantas chicas en tarlipes, me dije: ¿no estarán pensadas por un mismo hombre? ¿No serán obra de un mismo tipo de doble apellido, bien vestido, con un master en el exterior, de modales elegantes y con una poderosa erección? En lo personal, no tengo nada en contra de los culos, especialmente el de mi Zuny, pero dejémonos de hinchar: no es una novedad periodística una raya al medio con dos cachetes a los costados. Es como ver, semana a semana, a Quico haciendo la vertical.

Como acaba de afirmar atinadamente mi amigo Marcos Aguinis: “En la Argentina impera la grosería y la farándula”. La puta madre: ¡Aguinis tiene razón! Yo leí las obras completas de Marquitos, autografiadas de su puño y letra, y entiendo las motivaciones de su descontento con los culos.

Marcos, escuchá: atendiendo a tus reclamos, acabo de lanzar la campaña “Si es Pancho, es bueno”, que ya presenté al titular del COMFER. Julio Barbaro, su director, me dio alentadoras señales de conformidad: “Estoy seguro de que tomaremos en cuenta su proyecto”, me dijo en una reunión a puertas cerradas. “Sobre todo, señor Palomar, si deja de apuntarme con su arma”.

Mi propuesta apunta a que todos los programas de tevé de canales abiertos, inexorablemente deban ser doblados por el gran Pancho Ibáñez. Si hay una grosería que, al menos, esté dicha con buen léxico, con sus correspondientes signos de puntuación, y por alguien que coma todos los días yogurt con altas dosis de LK 6-Defensis.

Retomando las palabras, el clamor moqueante de Marcos, estoy convencido de que es apremiante terminar con la farándula. Para acabar con ella, es de vital importancia subir abruptamente la cotización del dólar, de tal modo que consigamos exportarlos a todos en cualquier bolo venezolano o una telenovela en Israel. Incluidos, aunque cueste, Marley y las ex Bandana. Meterlos en un container y despacharlos lo más pronto posible.

Gary PalomarFoto: Para no tener inconvenientes con sus vecinos del country de Pacheco, el señor Palomar guardó siempre suma reserva con su imagen.

Oyente: Hola Gary, mi nombre es Vivi. Me pareció fabulosa tu cruzada para poner piletones con pirañas en los patios de las escuelas bonaerenses. Creo que es una excelente forma para hacerles sentir a los chicos un mínimo de disciplina. ¿No pensaste en devolverles a los maestros los punteros para que además puedan romperles los dedos?

Gary: Y decime, ¿qué edad tenés vos Vivi?

Oyente: 83.

Gary: Pero Vivi, vos estás más cerca del arpa que de la guitarra. ¿Por qué no te comunicás con el Presidente, que siempre anda hablando de los muertos de la dictadura? Te vas a entender mejor. Que te garúe finito. 

¿Y qué hacer, me preguntan cientos y cientos de admiradores, con la zona roja del Rosedal? ¿Debemos seguir viendo a los travestis desfilar por las calles en minifalda, ante la vista de nuestros hijos y nietos, y además cobrando precios cada vez más altos? El último sabado, como Zuny estaba con fiebre, me dí una vuelta con la camioneta para un informe exclusivo para el nuevo canal de noticias de Daniel. La idea era probar qué cantidad de cartoneros es capaz de arrollar una Chrysler Grand Voyager sin perder la alineación. Cuando pasaba por el Rosedal, me quedé impactado: un travesti me quería cobrar 70 pesos sólo por subirse al auto. Además, esta gentuza no lleva ni servilletas para limpiarse. ¿Qué ejemplo le estamos dejando a las futuras generaciones? ¿Y el Congreso se opone a que mi amigo Luis Patti sea diputado nacional, el único político que puede poner orden a esto? Dígame si este no es el reino del revés. ¿Sabe cuánto recaudan por día todos esos criminales llamados cuidacoches de la ciudad, que le cobran para no robarle ahí mismo su auto? Un millón de pesos. Cada vez que veo uno, le tiro con gas paralizante. Cuando quieren darse cuenta, ya comí, bebí, eructé, y me subí a la camioneta.

Ahora la gente de Macri debate con los vecinos cómo hacer para erradicar la villa 31, ese rancherío más contaminante que cien papeleras, ese pozo ciego de delincuencia donde todos tienen antenas de Direct TV. Una vez fui al departamento de un amigo comisario que vive en un piso 10 al lado del Patio Bullrich. Me convidó con whisky, y a Zuny con Tereré, nos llevó al balcón y nos dijo: “Gary, mirá esta porquería: me caga la vista. ¿Sabés cómo sufrimos con mi señora? No hay ley que nos ampare para dispararles ni con rifles de aire comprimido”. Me enterneció. Ahora, me pregunto, no: ¿a quién se le ocurre plantearse siquiera debatir sobre cómo erradicar una villa? Es una intromisión a la intimidad visual de la gente. Si usted ve a su señora encamada con un tipo, no va a organizar una mesa redonda con Nelson Castro para ver cómo sacarlo de la casa. Lo saca a punta de pistola. Y se acabó.

A pesar de que es un gay confeso, Elton John a veces tiene razón. Esta semana dijo que había que cerrar mínimamente cinco años internet. “La red hizo que la gente dejara de encontrarse”, explicó. Yo estoy de acuerdo con Elton, pero desde lejos. Creo que hay sistemas de comunicación mucho más eficientes y poéticos, que desarrollan el intelecto y la imaginación, como las señales de humo. ¿Para qué precisa una banda ancha cuando tiene todo el cielo a su disposición? Hay que resolver pequeñas cuestiones como qué coño hacer en los días nublados, pero todo se puede solucionar con un poco de esmero y viento a favor.

"Gary, ¿existen soluciones para el conflicto de la UBA?", me preguntan mis admiradores. Es complejo decirlo en medio de una semana cargada de tensión y huevazos. Yo creo que, tal como está convertida hoy en un antro del narcotráfico, una zona liberada de paco, piratería y piqueterismo político, es necesario convertir a la UBA de inmediato en un penal de alta seguridad y dejarlos a todos ahí dentro, mezclándolos con peligrosos reclusos de otras penitenciarías que no dan abasto de tanto turro malandra. Las estadísticas lo avalan: no hay nada mejor para leer la Biblia o completar una materia en tiempo récord, que estar preso y con el culo pendiendo de un hilo.

Oyente: Gary, te habla René de Escobar. Creo que la razón de por qué las colas venden tanto en la Argentina es que la gente está alzada. A toda hora hay una lola al aire, viejo. No nos dejan respirar.

Gary: Mirá, René. Te voy a decir algo: tu nombre es bien de puto. Y yo con putos no hablo. Que te garúe finito. 

Como conclusión, les dejo, lectores amigos, una de mis máximas para que piensen a lo largo del día:

“En el jacuzzi, hasta los pedos parecen burbujas”.

Si considera la frase asombrosa, lúcida y genial, escríbame porque yo no termino de entenderla del todo. 

Fotos: Adriana M. González 

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