LA MUJER DE LOS PILATES BAJO LA LUPA
Tamara Di Tella, ¿es o se hace?

Tamara di TellaPor: Cicco. En trece años en el periodismo nunca conocí a nadie que se hiciera tan pero tan bien, como Tamara Di Tella. Se hace con tanta destreza y profesionalidad, tanta elegancia y buenos modales, que me preguntaba si, verdaderamente, no es.

Tamara estudió en Stanford y en el London School of Economics, hizo un doctorado sobre Ciencias Políticas, importó el pilates y se casó con el emérito Torcuato Di Tella, tutor de su tesis -“El impacto de los inmigrantes en la política argentina”- y coautor biológico de sus dos hijos. Entrevisté a Tamara en su piso de Libertador, cuando su marido era secretario de Cultura de Kirchner, y a medida que ella me hablaba de lo lindas que debían estar las fotos de la nota, del bolsillo de mi pantalón, mágicamente, se activaba mi lápiz a mina automático. Segundos después, recordé que no sólo no tenía lápiz automático, además, lo cual justificaba todo, andaba sin minas de ninguna clase. Entonces llegó Torcuato.

Durante los días siguientes a la nota, seguí conectado vía mail con Tamara, así que aproveché para hacerle algunas preguntas que me habían quedado en el tintero. Segundos después, recordé que no tenía ningún tintero. Me acuerdo aún de su última respuesta: “No pienso contestarte eso”, me dijo. “Es una falta total de respeto”.

Había algo indefinible en la personalidad de Tamara que despertaba lo más profundo de mis lápices automáticos y echaba leña a mi curiosidad periodística. Segundos después, recordé que yo no tenía ninguna curiosidad periodística.

Cuando en marzo último, Tamara debutó con un blog propio sobre estética y salud dentro del sitio de Clarín, me propuse estudiarlo seriamente de punta a punta. “Yo sé qué hacer para tener un cuerpo ideal, sano, joven, fuerte y delgado”, escribe canchera en sus primeros posts, “es lo mismo que decir que sé cómo vivir muchos años, sé como ser atractivo al sexo opuesto (o al mismo), sé como ‘pegar’ mejor en la primera entrevista de trabajo, o en la primera cita de negocios”. En fin, Tamara sabe. O se hace la que sabe. ¿Quién podría decirlo?

Leí y me vi todo su blog. Vi por ejemplo un video donde Tamara trata del auge de la ortorexia, un trastorno psicológico de la alimentación que, por lo confuso del término, interpretaba yo como demencial obsesión por los culos, algo notoriamente peor.

Vi este otro video de abril del 2007, donde Tamara explica las bondades del morrón colorado, un tema que, al leerlo, me traía en oleadas imágenes de Torcuato saliendo de un baño turco.

Tamara 

Y este otro video:

Tamara di Tella

Y este.

Tamara di Tella

Después de ver tantas filmaciones, me quedó una sola y clara impresión: o Tamara quiere mantener una estética coherente en su blog o el pilates no le da dinero suficiente para renovar sus camisas.

Como vivo en un pueblo fuera de la ciudad, mi conexión a Internet sufre las vicisitudes del mal tiempo, con lo cual, viendo uno de sus últimos videos intitulado “Grasa say no more” -un manifiesto contra el estrés, la mala alimentación y los sombreros de Gaby Álvarez-, se me colgó la máquina precisamente aquí:

Tamara di Tella

Esta imagen enigmática, este gesto concentrado en la mismísima nada me devolvió el interrogante inicial de este humilde ensayo: ¿Y si Tamara es?

En sus escritos médicos, cita al doctor Al Sears, a Sondra Braunwalder, dueña del Lady Workout Express, se refiere a artículos de Michael Polland del New York Times y a estudios en el tema de prestigiosos institutos, tan prestigiosos que, en el medio del desprestigio y el pantano mental argentino, aquí nadie conoce. Pero, ¿y si Tamara no es, se hace, y nos mete el perro y toda esa gente, aparentemente respetable, no existe? Piénselo: no hay nada mejor que decir pavadas encubriéndola como otras pavadas de categoría, respaldadas por asociaciones del primer mundo.

Fiel lector del asesino serial, si es astuto y está despabilado, le propongo desentrañar esto. A continuación, reproduzco cinco párrafos. Cuatro son de Tamara, el otro acabo de inventarlo junto con la información. Si descubre cuál es el mío -sólo verá las respuestas a vuelta de correo y no vale constatar en su blog-, le revelo el mail privado de Tamara. 

1) “Un puñadito de maníes nos ‘regalan’ 165 calorías. Lo mismo que una porción de pizza. Es decir que la mitad del maní es grasa. El maní es sumamente adictivo. El maní es grasa. Los maníes son grasa. Además, tengo un primo que los llama ‘manices’. Más grasa aún”.

2) “Muy pocos restaurantes tienen variedad de ensaladas, o un ‘Salad Bar’ y encima casi todos los menús comienzan con un listado de ‘fiambres’. Los fiambres deberían ser declarados ‘inconstitucionales’”.

3) “Hoy vino a casa a comer el doctor Edward Siguel y aproveché para preguntarle cómo se hace para adelgazar algunos kilos de más. Me contestó que sólo se necesitan tres cosas: clara de huevo, hojas verdes y una cucharada de aceite de soja para las grasas”.

4) “Un informe de la Comisión de Vida Sana de Washington reveló que además de tener actividades aeróbicas, la celulitis se cura durmiendo boca abajo. ¡Ellos lo dicen! ¡Yo no lo inventé! Al parecer, la posición activa el drenaje linfático y sustituye las células muertas de los glúteos por otras nuevas. Así que no vale más decir que tenés la cola como una pasa de uva.”  

5) “‘A la gente delgada y saludable les va bien’, dice una propaganda en la estación de subte Picadilly Circus, de Londres, ¿Y cómo se define a una persona que le va bien? Simple. Es una persona que establece una buena comunicación con otras personas. Dicen los estudios de marketing que esa es la gente que hace dinero, mientras que a los agrios, enojados y malhumorados, no les va nada bien”.

Qué mes abril. El blog de Tamara explotó. En un día normal, recibe 15 mil visitas. Pero en abril, se dispararon a más de 25 mil. ¿La razón? Aquí la tiene.

Tamara di Tella

La señora del delantal es la empleada doméstica de Tamara, Teresa. Es paraguaya y debe tener la misma edad de Tamara, pero sin pilates.

En una serie de posts consecutivos, Teresa enseñó el arte de hacer comida guaraní sin necesidad de pasaporte. En los videos, Tamara explicaba: “Este plato lo vamos a hacer con mandioca”. O “Este es el carrero que cocinaremos”. Sin embargo, a juzgar por el rol pasivo que tuvo Tamara en la preparación, empleaba la primera persona del plural en un sentido más bien arbitrario. Personalmente, como trabajo de asesino serial, y me pagan por maltratar gente todo lo inmoralmente posible, pensaba escribir una serie de comentarios nocivos sobre la forma en que Tamara descargaba su peso sobre el fatigado hombro guaraní de Teresa, cuando descubrí que 200 personas ya habían hecho comentarios mucho más nocivos que los míos. Este lo dejó Pitufo Negativo: “Teresa tiene la misma cara que el encargado de mi edificio. Pero él no es paraguayo, es correntino, ¿Serán parientes?” Este Ezequiel: “Tamara, las cosas que te haría arriba de esa mesada, hermosa”. Y este otro, Tetosterono Covas: “Tamara: soy tu esclavo. Sos un duende, una diosa, un ícono urbano y suburbano y campestre y pastoril”. 

Por momentos, ignoro si como revancha, observé que Tamara planeaba arrasar con buena parte de sus lectores. “Y luego de una buena rutina de ejercicios”, escribió en un envío dedicado a todos ellos, “una ducha bien fría mejora nuestra circulación”. El post fue puesto on line el 20 de julio del 2007. Uno de los días más fríos del año.

Hay más. El 18 de abril, Tamara advierte en su blog sobre el riesgo arterial que trae el abuso de las carnes, en un envío intitulado: “Asado, una sinfonía de grasas y calorías”. Allí enfatiza: “Chorizos, mollejas, riñón y chinchulines. Un verdadero despropósito. Y si no, ¡miren la grasa que chorrea de la parrilla!”. Pero el 20 de abril, es decir dos días después, viaja a la Patagonia, y destaca las bondades de tomarse, de vez en cuando, un recreo gastronómico. Por si quedan dudas sobre lo que ella considera recreo, trae consigo un par de fotos de lo que comió allá:

comida

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Su diario de viaje es también aleccionador. Los agregados en paréntesis que verá en sus citas, son míos. Los tomé del afamado nutricionista Gogó Freitas hijo, del África Subsahariana. “Les aseguro que nunca comí tan rico”, cuenta Tamara. “Imaginen: Confite de conejo cocido a 70 grados (conejo confitado: 180 calorías), con ajo y hierbas varias. El conejo se dora en grasa de cordero… O imaginen este otro: Sorrentinos rellenos de cordero en salsa de hongos y tomate (sorrentinos rellenos con cordero: 12 mil calorías y tres arterias tapadas). O bien: ensaladita de lengua de cordero acompañada de langostinos empanados en coco, canela y ralladura de naranja (ensaladita de lengua de cordero con sorrentinos: 235 calorías -cifra en miles de millones-, obstruye arterias cardíacas y produce, al menos, una embolia cerebral que lo obliga a hablar el resto de su vida como un participante de Gran Hermano 5)”.

Eso no es todo. El 22 de marzo, Tamara se refiere al atroz encanto de la pizza: cada porción de 65 gramos, nos cuenta, representa 150 calorías. “Si comemos dos porciones por semana -que no parece mucho-, estaremos agregando la módica suma de más de quince mil calorías al año, lo que equivale a dos o tres kilos… ¿Te doy un consejo? ¡Evitá la pizza!”.

Sin embargo, el seis de agosto, encabeza su post de esta forma: “Le contaba a Víctor Hugo y staff lo de las pizzas llenas de ensalada arriba y de cuanto me gustan”.

Pero, ¿qué trata de hacer Tamara con nosotros? ¿Nos quiere fulminar de un síncope? ¿Es una forma subliminal de promocionar el pilates y alguna clase de servicio de emergencias médicas? En otras palabras, ¿es o se hace? Por suerte, yo soy flaco así que momentáneamente estoy a salvo de estos peligros. Además, tengo una teoría: la mejor forma de adelgazar no es comiendo menos, es cagando más.

Si tiene alguna duda de la pregunta que aquí nos compete, los dejo con una de las citas más lúcidas del blog, donde Tamara expone en un fogonazo reflexivo, el misterio íntimo de lo bien que se hace: “Navegantes y mar. Mar y pescado”, recita. “Todos íntimamente relacionados”.

Está todo dicho.

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