AÚN CUANDO LO CENSUREN/
Queremos tanto a Chuck Palahniuk

SNUFF/Por: Cicco. Nada como la justicia de Turquía para promocionar una novela, censurándola y declarando subliminalmente que el maldito de su autor, está más vivo que el resto. Nada como un alegato de la fiscalía que te emparente con lo peor de lo peor y afirme que: "Este libro se basa en gran parte en referencias sexuales, describe todo el rato los órganos genitales, y por lo tanto es incompatible con los valores de la sociedad turca". Eso le acaba de suceder a Chuck Palahniuk con su última novela, una demencia llamada Snuff y que en Turquía se tradujo como Porno de muerte. Y es por esta clase de cosas que lo quiero tanto a este tipo.

Desde hace unos años que no leo ficción. Sólo consumo Palahniuk, el enfermo que concibió El club de la pelea y otras tantas aventuras trepidantes de malformaciones, estafas, miserias humanas, y, lo más lindo de todo, succiones de ano en piscinas –tema de uno de los relatos del excelente Fantasmas- En verdad, cualquiera que lo haya leído sabe que Chuck no escribe ficción. Palahniuk es más real que la vida. Y aún más tremendo que la vida. Es terror sin proponérselo. Es una mirada del fondo desde el fondo de las cañerías.

Soy su admirador número uno, lo admito. Pero si me dan a elegir, me quedo con sus comienzos.  Sus arranques son mis favoritos de la literatura norteamericana. Los tengo todos marcados. Y cuando me toca explicar en una clase sobre lo que es escribir con garra tomo uno de sus libros al azar –tengo seis, uno mejor que el otro- y me pongo a leer sus primeras páginas. Asfixia, con el loser que simula perder el aire en los restoranes para estafar clientes, fue el comienzo de mi fiebre con Chuck. Así arranca: “Si vas a leer esto, no te preocupes. Al cabo de un par de páginas ya no querrás estar aquí. Así que olvidalo. Alejate. Lárgate mientras sigas entero. Salvate…. Al principio lo que se cuenta acá te va a enojar. Luego se volverá cada vez peor”.

Fa: eso es un comienzo. Y después llegó  Diario. Una novela sobre una moza que tiene el marido en coma. Chuck comienza detallando cada arruga de la cara y la forma en la cual uno se hace viejo y choto. “Aquí es donde te ha traído todo el potencial glorioso e ilimitado de tu juventud. Todas las promesas sin cumplir. Esto es lo que has hecho con tu vida. Te llamas Peter Wilmot. Lo único que te hace falta entender es que has resultado ser un saco de mierda patético.” Retorcido, grandioso. Y después leí sus crónicas periodísticas sobre Marilyn Manson, sobre colisiones de vehículos rurales, sobre festivales de testículos compiladas en Error humano. Allí, Chuck escribe cosas como estas: “La casa no discriminaba a nadie. Uno podía ir allí y morir de lo que quisiera”. O “Después de que todos sus juguetes sexuales acabaran en bolsas de basura, después de enterrarlos en el vertedero, después de abrir las ventanas del departamento y de que desapareciera el olor a cuero, a látex y a mierda, el departamento resultó un lugar bonito”.

Palahniuk no escribe. Te habla al oído. Es como esos viejos en las películas de horror que advierten al grupo de amigos que el campamento está embrujado o que en torno a su cabaña merodea un asesino.

Chuck se toma en serio su trabajo. Lo comparan con Don DeLillo y con el placer perverso en la pesadumbre de Edgar Allan Poe. Sus novelas están llenas de datos científicos, de minúsculos detalles cruentos que le dan a sus libros un tufillo envolvente a 3 D. no importa lo que escriba Chuck, yo le creo.  Da talleres para aprendices de escritor donde cuenta cómo, en reuniones con amigos, apunta cada cosa que surge en una libreta como futuro material de soporte para sus futuros libros.

Por eso, ¿qué podían esperar de su última novela Snuff, editada en la Argentina un año atrás? Cuando este tipo se mete en algo, se mete a fondo. Y así pinceló una de las mejores novelas sobre el porno –una actriz quiere tener sexo con 600 hombres y batir un récord-. Una frase de muestra: “El sudor se acumula. El sudor se acumula formando ampollas pálidas dentro de mi doble capa de guantes de látex. Una vieja medida de precaución inspirada en el porno gay: llevas un condón azul dentro de un condón rosa normal, y de esa manera, si la pija se te vuelve azul en pleno sexo anal, sabes que se ha roto la goma de fuera. Un mecanismo de seguridad. Creelo”.

A diferencia de la justicia de Turquía que pretende condenar a su editor y a la traductora del libro a entre seis meses y tres años por no advertir en la cubierta que el libro no es apto para menores, yo creo que Snuff es un libro de autoayuda. Chuck es un autor espiritual mucho más efectivo que cualquiera de los que andan por ahí en los estantes new age, con portadas luminosas. Él es el único que probó el sabor de las pesadillas y te cuenta el camino sin salida de la carne. Él te pone frente a las narices el destino de una humanidad guiada y hundida por sus propios excesos. Donde la justicia turca, ve a un bruto, yo veo a un genio. Donde ellos ven a un demonio, yo veo a un santo.

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