CUMBRE DE EDITORES EN HONG KONG/
¿El periodismo va a alguna parte?

INTERROGACIÓN/Por: Cicco. Esta semana se reunió  el Global Editors Network, un grupo de los 150 editores de medios más importantes del planeta, sentados codo a codo en Hong Hong y prestos a discutir, lo que ellos consideraban, el futuro del periodismo. En verdad, lo que ellos discuten no es el futuro del periodismo. En todo caso, ellos debaten sobre la evolución del negocio mediático, que no es lo mismo. Y es algo que apenas beneficia a un puñado de patrones asustados y no tiene un espíritu de fondo de discutir el oficio. Porque vamos a decirlo de una buena vez: el periodismo no tiene futuro. Es presente constante. Y eso es lo que lo vuelve un oficio tan de puta madre.

Año tras año, los medios impresos ven derrumbar sus ventas en caída libre como esperanza de griego. Saben que hay algo, un pasado mejor que se le escurre de las manos. El mundo ya no es lo que era y, al igual que el consumo discográfico, cada vez menos gente está dispuesta a pagar por su periódico.

Hace década y media que soy periodista. Cuando empecé no había Internet. Y aún con todos los cambios habidos y por haber, más facilidades, información disponible e instantánea, no nos separa gran trecho de los días en que Gay Talese escribía perfiles en el New Yorker –por otra parte, aún cuando sus crónicas tengan más de 40 años, siguen siendo todo una novedad-. Se habrán modificado muchas cosas alrededor del trabajo, pero, al menos en lo que respecta al que ejerce la gráfica, el periodista sigue siendo un hombre dedicado fundamentalmente a escribir.

Cada vez encuentro más estudiantes de periodismo envueltos en discusiones como las de los 150 editores de culo pesado en Honk Kong –con cierre a toda polémica de Lassange de Wikileaks-, golpeándose contra las paredes y preguntándose adónde va al periodismo. Se lo preguntan de mil formas. Es el título de sus tesis. De sus maestrías. De sus trabajos de campo. Y, por otra parte, escriben cada vez más como el traste.

Es algo que nunca voy a entender. Es como si los carpinteros se dedicaran a discutir el futuro del diseño de sillas y olvidaran que su oficio se trata básicamente de trabajar sobre madera y poner unos cuantos clavos. Como todo en la vida, el periodismo está hecho de la misma gente que lo empuja, lo rastrea y lo concibe. Si fracasa es porque la mano de obra, los periodistas vienen cada día peor formados, mejor informados, pero peor formados, digo. Muy teóricos quizás, con hipótesis fabulosas sobre el futuro del periodismo electrónico, la decadencia del papel. Pero sin la mirada, la astucia, y la pluma capaz de captar la atención del lector. Siempre es más lindo debatir sobre el futuro, que preguntarse qué sucede ahora mismo, en el presente.

Perdidos en un horizonte cada vez más lejano, las nuevas camadas son un bodrio intelectualizado. Un tren bala moderno, con comedores de lujo, que va hacia ninguna parte. Pueden hacer una tesis, pero no pueden escribir un buen sumario. Pueden citar sobre epistemología y las teorías de Mc Luhan, pero no saben poner un título en medida.

Hace poco me tocó dar una charla en una maestría de periodismo –ah, siempre quise decir algo así en una columna- donde hice hincapié en, a mi juicio, la gran regla del oficio: la E.C.E.

Experimentación.

Curiosidad.

Y Edición.

Trinidad inoxidable del periodismo gráfico.

Vivir las noticias en carne propia. Mantener el fuego de la curiosidad encendido de cuando eras chico. Y trabajar una y otra vez sobre tu vocabulario y la corrección. En definitiva, no quedará muy bonito decirlo ante 150 editores con pinta de que la tienen más grande que uno, pero este es un trabajo donde se trata de elegir una palabra por otra. Donde las crónicas más brillantes se hacen seleccionando las palabras indicadas y descartando las inútiles. ¿El futuro del periodismo? Preguntárselo es caer en la trampa. El periodismo es igual que la música, que la literatura, que el cine. Artes y oficios que van a sobrevivir, incluso, después de la muerte de los discos, los libros, y de los periódicos. Y para concluir, reproduzco el cierre de Lassange que, cuando le preguntaron si era periodista vía videoconferencia, respondió: “Me cago en Dios, pero claro que soy periodista”.

A eso llamo con gusto, un colega. 

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