ELEGIDO POR ÁRABES Y HACKERS/
Por qué uno de los celulares más viejos es el más vendido de la historia

Nokia 1100/Por: Cicco. Cuatro revistas tecnológicas acaban de elegir los grandes productos electrónicos del 2011. Ahí estuvo la cámara de fotos Nikon con pantalla LCD, la computadora HP con pantalla táctil, y el celular Sony Ericsson que incluye consola de Play Station y cuesta 2500 pesos. Todo muy bonito, es cierto, pero yo sigo considerando al viejo celular Nokia 1100, uno de los grandes inventos de la telefonía. Y no soy el único: el 1100 es el producto eléctrónico más vendido a nivel mundial de toda la historia: 200 millones de unidades en todo el mundo, dejó muy atrás a la Play Station 2 -115 millones- y el IPod -100 millones-. ¿Por qué? Ahora sabrá.

Un portal de tecnología en teléfonos móviles se asombró con la noticia: “El Nokia 1100 tiene 4 veces las ventas totales de todos los V3 y la familia RAZR; más teléfonos de los que vendieron LG y Samsung en toda su historia y, apenas, menos de todos los Sony Ericsson vendidos en el mundo”.

Tengo mi celular Nokia 1100 hace siete años, un teléfono cuya principal virtud, señalan sus fabricantes, es su robustez. A un promedio de 10 caídas anuales, ya sobrevivió, se podría decir a 70 golpes y dos sumergidas al agua. Desde hace dos años, se le borraron las teclas con lo cual, escribo los mensajes a ciegas. Esto, lejos de tener más opciones tecnológicas, permite fortalecer capacidades humanas como la memoria. El problema con el avance de la tecnología es siempre el mismo: mientras ella avanza, uno, ser humano cada vez más debilitado y pelotudo, retrocede. Ellas ganan una capacidad, nosotros perdemos otra.

Es por eso que quiero tanto a mi celular hecho pelota pero aún vivo que incluye una única función: el Nokia 1100 cuenta con linterna. Infinitas veces –donde vivo hay mucho corte luz- me sacó de la oscuridad y me puso nuevamente en el camino. Siempre le dije que se lo iba a agradecer de algún modo. Así que aquí estamos: cumplo la promesa.

Hay una luz de reconocimiento, una hermandad anti tecnológica, cuando se encuentran dos portadores de teléfonos casi obsoletos como el 1100. Y suele darse una conversación de este estilo:

-¿Hace cuánto tenés el tuyo?

-Siete años. ¿Y vos?

-Nueve. Anda perfecto y hasta aún se le ve, clarito, el cero.

Un hermano anti tecnológico me explicó  con un dejo de nostalgia que había perdido su Nokia 1100 en un viaje al Norte. Y que había tenido que renovarlo por un modelo más nuevo que, uf, venía sin linterna y además cada dos por tres se quedaba sin batería. La única posibilidad para tener que cambiar al 1100 es ante una pérdida. Porque desperfectos, no tiene. Es a prueba de golpes y  martillazos. Y son como las monedas de cinco centavos: ni los ladrones lo consideran mercancía. Se puede decir que está dentro del rubro despojo.

Dicen que los 1100 son especialmente un éxito en los países árabes: gracias a una goma que envuelve el tablero, los protege, fuera de joda, de la arena en el desierto.

Hace cuatro años que no se fabrican los 1100 y un grupo de hackers ofreció 30 mil dólares por una partida de ellos en particular salida de la fábrica de Nokia en Alemania. Al parecer, existe la sospecha que una serie de 1100 permiten, con una programación especial, cometer fraudes bancarios. Si no me cree lea este articulo de PcWorld –está en inglés, lo siento mucho-:  

Yo soy un viejo renegado en relación a la tecnología, ya lo habrá leído en otras oportunidades en esta sección. En lo personal, me baso en la idea que cada instrumento debe servir a su función original. Sumar demasiadas cosas no magnifica las virtudes del producto, lo licúa.

Lo que abunda, dispersa.

Para sumar cámara de fotos, Mp3 o lo que corno fuere, el celular pierde resistencia. Se hace delicado. Se hace, bah, un celular metrosexual. Es, en esa caída de su masculinidad, cuando el móvil se vuelve tan frágil. Basta un estornudo para desarmar al Blackberry. Conozco media docena de casos de gente con gran teléfono y pequeñas caídas que le han mandado todo al tacho.

Es por eso que quiero tanto a mi viejo celular 1100. Si no fuera por él, tendría que andar siempre con una caja de fósforos encima. Cómo hacerle honor a este aparatito invencible. Hemos vivido tantas cosas juntos. Tantos apagones eléctricos. Tantos fraudes bancarios. Que todo agradecimiento se queda corto.

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