LA SERIE MÁS ESPERADA/
¿No viste Touch?

TOUCH/Por: Cicco. Uf, qué difícil hacer una serie después de Lost. Imagino que, medio siglo atrás, debió suceder algo similar con el cine cuando apareció un petiso mofletudo llamado Alfred Hitchcock. Desde entonces, no había momentos de descanso en las películas. Cada elemento dejó de ser inocente en la trama. Con Alfred el cine maduró y el público también. Y con Lost, esa serie que mantuvo encendida la llama del misterio durante seis temporadas, la intriga ya salió de jardín de infantes y pasó sin escalas, a la universidad.

Cómo prometía Touch. Era el desembarco de Kiefer Sutherland después de un puñado de trepidantes temporadas de 24. Y también era la segunda serie de Tim Kring, el creador de Héroes una de las tiras de si fi más exquisitas de los últimos tiempos.

Le tenía tanta fe a Touch como a Alcatraz, el regreso como productor de uno de los creadores de Lost y con el protagónico de una de las estrellas de la serie: Hugo Reyes. Pero Alcatraz, que había iniciado con un enigma fabuloso –presos desaparecidos durante décadas que reaparecen misteriosamente y vuelven a sus crímenes sin envejecer un solo día y sin tratamientos ortomoleculares-, se apaga a los primeros episodios. Alcatraz tiene poco para ofrecer, tan sólo una cadena de criminales que son capturados reconstruyendo sus viejas rutinas. Queda el destello de una intriga: ¿por qué vuelven intactos después de tantos años?: ¿una máquina del tiempo? ¿un experimento científico que los congela? Pero saben una cosa, después de varios capítulos sin avances me paso el misterio por el divino quinoto. Con una sola intriga –vamos, ahí está Lost, una ebullición semanal de interrogantes nuevos- no es suficiente. Pertenecemos a la generación Lost, tenemos sed de más.

Y ahí está Touch que desembarcó en Fox una semana atrás –y que curiosamente ese día a esas hora, Fox colapsó y no se vio en mi ciudad-. Touch –la tuve que ver luego- es la historia de Jake un niño autista de 11 años con capacidad de conocer pasado, presente y futuro. Imagine el mundo como un gran aparato circulatorio interconectado gracias a chicos genios Jake que enlazan las historias a través de patrones numéricos cifrados en cada suceso. El problema es que Jake no habla desde que su mamá murió en el 11/9 –si no imagine los Quini Seis que hubiera ganado con sólo emitir unas pocas palabras-, así que papá, Martín, -Kiefer Sutherland-, se las ve brava para entenderlo.

Ay, cómo prometía esta serie. Cuánto la había esperado. Son 13 capítulos la primera temporada pero ya viendo los primeros dos, quedan sentadas las bases narrativas de la serie: ahí está Martin buscando descifrar qué catzo significan los números que su hijo le deja en el celular, en la palma de la mano, cifrados en los pochoclos, y cómo ayudar a que la gente que los representa para que enfilen hacia sus destinos. Cada episodio es tan redondo que prácticamente no queda tela por cortar en el siguiente. Kring que escribe los dos primeros tiene la habilidad de entrecruzar historias no sólo dispares, además remotas en el globo terráqueo, como hizo con tanta pericia en Héroes. Pero acá el tirón para que todo confluya en el último minuto no suena a fantasía, suena a, qué tremendo, a bolazo.

Es decir, la pucha, Touch no es Lost. No está mal, uno podrá al cabo de tres episodios, decidir que, por qué no ver otro capítulo para curiosear cómo se cruzan historias imposibles de un modo mágico que le demanda a Martin golpes, caídas, y conflictos con la ley. Pero esto sería un recreo, un entretenimiento. No hay una fiebre que te pegue el culo al sillón. No hay una necesidad de ver Touch como si fueras un adicto al paco  que necesita pitar un capítulo más para continuar con su vida. No, señor. 

Y bué, qué le vamos a hacer. Habrá que resignarse a que Lost es una en un millón. Una luz que se enciende en medio siglo de televisión y luego, nunca más. Si quiere más intriga, más argumentos imaginativos, crímenes e historias retorcidas que parecen más paranormales que corrientes, no ponga los canales de series de cable. Ponga Crónica. No lo va a defraudar.

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