LA OTRA CARA DE LOS MEDIOS /
¿Se puede hacer periodismo en los pueblos?

UNA VACA/Por: Cicco. Todo el mundo se llena la boca hablando de libertad de medios. Y libertad de expresión. Pero cuando se refieren a estas cosas, el debate es grandilocuente, ideológico, y se piensa siempre en los grandes medios nacionales. Aquellos que le hacen sombra y ponen en jaque al poder. Que destetan ministros y son los primeros en recibir las grandes primicias. En fin. Nadie piensa en los diaritos de pueblo. Nadie piensa en cómo estos periodistas trabajan en un contexto similar al de un siglo atrás. Donde, si al otro no le gusta el artículo, se presenta en tu casa, esa misma noche. Él y un buen palo en la mano.

Este es mi sexto año viviendo en un pueblo. Hay unos 20 mil habitantes en el lugar. Tres diarios. Y dos portales digitales. Un mes atrás, un funcionario retó al director del periódico más popular del pueblo, a fajarse en la esquina porque había puesto que su hijo había quedado fuera como titular en un partido de fútbol. Otro colega, amigo, me contó la vez en que se le ocurrió contar cómo un jugador había hecho una infracción a otro, y por poco lo muelen a patadas en el café más visitado de la ciudad. “No me dedico más a hacer fútbol”, contó mi amigo después del hecho. “Que se vayan todos a cagar”. A él, pobre, hasta lo llaman para que borre digitalmente las patentes de autos involucrados en accidentes. No tiene paz.

En dos oportunidades viví ese drama en carne propia. Una vez, entrevisté a un capataz y sus peones de campo, para reflejar cómo es la vida de los trabajadores rurales en los tiempos que corren. El capataz me dijo que, como pasaban mucho tiempo fuera de casa, a veces los peones terminaban siendo engañados por sus esposas. Yo puse el dato. Y los peones estuvieron semanas buscándome para pasarme por arriba con el tractor. ¿Cómo explicarle que había sido el capataz  el que me dio la información? Eso en los pueblos no funciona. Si uno publica una miseria, un punto oscuro, rompe el código. El código que dice que, en los pueblos somos todos inocentes, buenitos y, sobre todo, fieles.

Otra vez me tocó cubrir un caso policial. Según líneas de investigación policial, una mujer se acostaba con señores casados, en casas de guita, y luego de entrar en confianza le sacaba el dato de dónde tenían y cuánto dinero tenían. Luego, por la noche mandaba a su novio y a su cuñado a darles una visita y quitarles todo. En el operativo, fueron presos los hombres, pero ella quedó libre. La nota iba firmada, claro. Una semana después, un  amigo me dijo: “Lo ví al marido en moto con ella, ya está en libertad. Y dicen que están enojadísimos con vos por la nota”. Podrá imaginar cómo me puse. Pero al final, la vista le había fallado. No era el marido el que iba en moto. Uf.

Los pieriodistas locales se limitan a reproducir accidentes. Festejar cuando un joven del pueblo triunfa en capital –esto quiere decir: se recibe en la universidad o supera una instancia en programa de casting de talentos-. En los partidos de fútbol, sólo constan los resultados. Nadie quiere problemas. Si el involucrado en la noticia es un auspiciante, se lo llama antes para ver si está de acuerdo en la publicación. Se cuidan la espalda.

Imposible hacer periodismo en un pueblo. Acá reina la discreción, el silencio, el cuidado meticuloso de la reputación. Ser periodista en un pueblo es como ser nadador en el desierto. A la larga, alguien va a tragar arena.

La única posibilidad concreta de hacer un medio pueblerino es si todos los periodistas viven a, mínimo, 300 km del lugar. Y se renuevan cada semana para que, a su siguiente visita, no lo busquen los involucrados con el famoso palo. Por otra parte, el periódico, para calmar ánimos, deberá renovar puntualmente su nombre. De ese modo, nadie se hace responsable de los daños causados en números anteriores. El periodista increpado puede simplemente alegar: “Eso salió en El Día, yo trabajo para El Sol”. Y asunto resuelto. Y como suele decir mi colega amigo: “Que se vayan todos a cagar”.

Hipercrítico en Twitter:
http://www.twitter.com/hipercritico

{moscomment}