en el boliche

Por Cicco. El mundo avanza a velocidad de estornudo en áreas como la tecnología, la estética y el rubro bombón helado. Sin embargo, desde hace años se ha estancado en dos zonas donde, aparentemente, no sabe cómo evolucionar. Una de ellas es el sector paraguas. Y la otra es el sector boliche. Hoy, nos referiremos a la segunda de ellas.

 

A decir verdad, no sólo las discos no han evolucionado, para serle franco, han retrocedido. Los boliches se transformaron con el correr de los años, en galpones reciclados en galpones decadentes. Siempre tuve la idea de que, básicamente, un boliche es un gran negocio para las barras. Cuanto más feo, la música más espantosa, y la gente más agreta, los clientes se dedican más y más a empinar el codo. Y es natural. Uno ha pagado la entrada, es sábado al fin de cuentas, vino de una semana atroz donde el único horizonte por vivir algo nuevo es en esa porción nocturna de cuatro o cinco horas. Es una esperanza corta, es cierto, pero es lo que hay. Es por eso que, desde el Asesino Serial, queremos proponer una serie de siete consejos para darle al boliche algo del espíritu festivo perdido. Veamos entonces.

1 – Que vuelvan los lentos. Yo soy de la década del ’70, viví los últimos chispazos del bloque de lentos en las discos. El momento de adrenalina donde uno tenía la oportunidad de salir a cazar una chica, y, como mínimo, arrimar un poco el bulto. Perdido el lento, el tete a tete o, por así decirlo, el bulte e bulte, se complica

2- Todos con uniforme. Una ropa estandar para ellos y otra con toques femeninos para ellas. En la disco del futuro todos los hombres y las mujeres vestirán igual. Esto hará que uno se fije más en los detalles, escuche más al otro y sobre todo no caiga en la trampa mortal de una sobrecarga de lolas, un peso que, tarde o temprano, uno siempre pagará caro.

3 – Sector de charla. Normalmente en las discos, la música está a todo trapo y a duras penas uno puede meter un bocadillo coherente y, menos aún, audible. Con lo cual, en la disco del futuro habrá un sector donde usted podrá hablar y, oh milagro milagroso milagrero, el otro lo escuchará. Esto brindará la oportunidad de que en todo boliche se produzca un fenómeno, hasta hoy, sin precedentes: el diálogo.

4 – Asistentes para losers. ¿Qué puede hacer un loser más que beber y beber y luego llorar y llorar y luego tocarse y tocarse? Claro, eso es porque las discos no cuentan con algo: los asistentes para perdedores. ¿Cómo funciona un asistente de boliche? Fácil: si veo a un solitario, busca presentarle un grupo de chicas. En fin, lo trata de integrar. Para eso se le paga. Así, nadie queda solo. Nadie sufre. Y todos contentos.

5 – Música amable. Nadie sabe en qué momento la música en los boliches requiere una larga ingesta de alcohol y pastillas para que la tolere el aparato neurológico. Esto es un error. Y de los graves. La disco del futuro incorpora temas playeros, como palmeras meciéndose en la orilla, música de hamacas paraguayas, y negros tamborilleros en la orilla. Música alegre que haga bailar el corazón sin necesidad de bajarse tres fernet al hilo para salir a la pista.

6- Modelos, celebrities y demás, afuera. En la disco del futuro no hay vips. Se acacbó. Punto final. No más gente importante. No las necesitamos. No queremos modelos que muestren la tanga arriba del parlante. En la disco del futuro, al que se sube al parlante se lo baja con gomeras. Aspiramos a una fraternidad amistosa, en sintonía y sin aspiraciones a gato de ninguna clase.

7- Dueños humanos. ¿Ha visto últimamente la pinta que tienen los dueños de los boliches? Omar Chabán es un poroto al lado de muchos de ellos. ¿Cómo va a pretender tener una disco humana y amable si el dueño es un especie de androide alienígena llegado del planeta Fashion vejete? Por favor: para hacerse responsable de los nuevos boliches traigan a algún carpintero, a un pintor de casas, a un herrero, al verdulero de la cuadra, gente que, en principio, le corra sangre por las venas y entienda que, en definitva, los chicos sólo quieren divertirse.