REVELACIÓN MUNDIAL

Plaza Sésamo: ¿es re perversa?

Plaza SésamoPor: Cicco. Hay algo en los programas infantiles, un mensaje oculto, subliminal, satánico que, tarde o temprano, les explota en las neuronas y termina convirtiendo a los chicos en esos idiotas con pelos en la nariz a los que se llaman comúnmente adultos. Si no, ¿cómo explicar la transformación de esos seres maravillosos, enérgicos, lúcidos que, al cabo de unas décadas, acaban perdidos en despachos y en bares de mala muerte, ojerosos, tortuosos, quejumbrosos?

Yo, por ejemplo, no tengo dudas de que las canciones de Xuxa esconden alabanzas directas al Diablo –“el diabolo es infinitus”, grita la reina de los bajitos si uno pone la cinta en reversa, y en otra canción dice claramente “La de Pelé chiquitita como maní”-.

Si vamos a la actualidad, es obvio que Barney no tiene buenas intenciones. Yo siempre lo dije: no hay que confiar en nadie que sea culón y menos si afirma ser un dinosaurio. Y por último, esos de Lazy Town, que defienden los alimentos sanos y nutritivos, estoy seguro que cuando se apagan las cámaras se zampan un morci pan con vino patero. Ahora bien, todo esto era parte del terreno de la sospecha hasta que surgió una noticia que avala la teoría de cómo dinamitamos neurológicamente la vida de los chicos con mensajes retorcidos. Y la culpa la tiene Plaza Sésamo.

Resulta que, en los Estados Unidos, acaban de editar las dos primeras temporadas de Plaza Sésamo en DVD, la serie que se estrenó en Latinoamérica en 1972 y en donde unos muñecos juegan con niños y adultos, mientras enseñan a los chicos lengua, matemáticas y reglas de comportamiento como por ejemplo esta: “Niños, no deben besar a los ancianos hasta que estén debidamente muertos e higienizados por personal competente”. Pero, mire qué cosa, si hoy va su hijo a alquilar un DVD de Plaza Sésamo, el encargado del video club lo mirará como si viniera de la Luna y acabara de contar un chiste verde: “Pero, ¿vos estás loco?”, le reprochará. “Estas son prohibidas para menores de 18 años, están junto a las condicionadas”. Y pasará a mostrarle la tapa donde tiene una bandita negra en el pubis de Abelardo.

Enrique y Blas

Pero, ¿por qué demoraron 35 años en descubrir que una serie más buena que el Quáker, es peor para los niños que la filmografía completa de la Ciccolina interactuando con orangutanes?

Es un misterio. Sin embargo, todo parece indicar que recién ahora un adulto se tomó el trabajo de ver un capítulo entero de Plaza Sésamo. El adulto en cuestión, que trabaja para la cámara de DVD’s y califica el material que ingresa a los video clubes, descubrió una escena que era como una fila de pedos. Es decir, pedófila. Vio también otra en un baño que era dudosamente homosexual y una tercera sinuosamente falopera.

En el primer caso, un hombre en la serie invita a una niña a tomar la leche con galletitas a su casa. La niña va. Se ríen juntos. Toman la leche con galletitas. “¡Abuso de menores!”, anotó el adulto en un cuaderno rojo. “¡Clarita pedofilia!”

En el segundo caso, Enrique y Beto, dos monstruitos hermanos, uno con cara de banana y el otro con cara de cronista de medianoche de TN, se pasan el jabón en la ducha. No más que eso. “¡Unos trolos!”, anotó el adulto en un cuaderno rojo. “¡Monstruos gays!”

Y en el tercer caso, el monstruo come galletas mientras cuenta un cuentito, se traga una pipa de dudoso contenido. “¡Descerebrado fumador de paco!”, apuntó el adulto calificador de series.

Y hay que creerle. La polémica picó alto y trajo una avalancha de acusaciones a los propios productores de la serie más inofensiva, supuestamente, de la historia de la humanidad. “Hay modelos de comportamiento de entonces que hoy no son aceptables”, admitió Carol Lynn-Parente, productora ejecutiva de Plaza Sésamo, mientras masticaba su pipa de ébano. Un ex asesor de los inicios de Plaza Sésamo, les echó la culpa a los televidentes. “Los espectadores de hoy se han vuelto hipersensibles. Los guionistas de Plaza Sésamo no tenían segundas intenciones. Sus decisiones se tomaban de forma inocente. Su único condicionamiento era no escribir guiones que pusieran en peligro físico a los niños cuando los imitaran”.

La nueva calificación de la serie a la luz de los descubrimientos, no es un problemita. Es un problemón con consecuencias impensadas e infinitas. Plaza Sésamo se emitió por primera vez el 10 de noviembre de 1969 en los Estados Unidos por la cadena estatal NET. Se grabaron 4.134 episodios en 37 temporadas. Nunca hubo una serie infantil que durara tanto tiempo. Plaza Sésamo trascendió las fronteras y fue absorbida por generaciones y generaciones en Canadá, México, Brasil, Holanda, Francia, Kuwait –la llaman “Iftah Ya Simsim”-, Israel –la conocen como “Rechov Sumsum”-, Camboya –“Saba Sai Baba Baboso Sesame”-, India -“Nefriki Ke Partutza Simsim”-, Afganistán –“Monstriti Sella Mangiarín”- y Japón –“Kita Pone Fuki Fuki Lechita Sésam”-.

Junto con la nueva revisión y calificación de la serie, llovieron una serie de denuncias, archivadas durante largo tiempo. Antes, se creía que la costumbre de los personajes de cambiar de nombre de acuerdo al país, era para adaptarlos mejor a cada cultura. Ahora se comprobó que es un modo que tienen estas criaturas malignas para operar en los márgenes de la ley sin ser reconocidos. Aquí veremos los casos más resonantes. Si hay niños leyendo esta nota, por favor, amordácenlos y llévenlos a un lugar seguro.

Abelardo 

Abelardo, apodado Big Bird en los Estados Unidos, y en Europa La Gallina Caponata. Entre sus antecedentes, está el robo a mano armada en una fábrica de alpiste, destrozos en un comercio de huevos de Pascua, y el contrabando de un cargamento de material porno avícola entre las plumas. Por si fuera poco, lo acusan de ser el monstruo más pelotudo de la serie.  

Rana René

Rana René, también conocida en España como la rana Gustavo. La primera rana con nombre de varón. Esto desde un principio llamó la atención a las autoridades. Se preguntaban si era una rana Drag Queen o si era simplemente un error de guión. Hoy, la rana René/Gustavo tiene varias demandas por renacuajos no reconocidos y un juez la quiere llevar a prisión por tenencia ilegal de moscardones. En una declaración mientras era detenida en el aeropuerto con peluca rubia y trece gramos de moscas escondidas en las medias, la Raná explicó: “Esto es arte. Yo soy un artista y las necesito. Las moscas me dan vuelo poético”. 

Come Galletas

Lucas, el monstruo come galletas, también conocido como Cookie y Triqui. Se le adjudica la desaparición de dos productores ejecutivos y de un reídor. Testigos lo han visto estornudar relojes de primera marca, con la mano incluida. Al parecer, con la aparición de Lucas en la tevé empezó a utilizarse popularmente el término de comerse la galletita.

Archibaldo

Archibaldo, criatura azul de voz aguardentosa, también conocido como Grover y Coco. En apariencia inofensivo. La INTERPOL lo busca por uso de tintura tóxica, resistencia a la autoridad y por discriminar en una escena a la chanchita Piggy: “Es una gorda puerca”, habría dicho Archibaldo durante una grabación de Plaza Sésamo, “pero se la meto igual”. 

Beto y Enrique 

Beto y Enrique. También conocidos como Blas y Epi. O Bert y Ernie. No importa el calificativo, todas sus connotaciones son malvadas y ligeramente homosexuales. No sólo los han visto pasándose jabones en la ducha. Además, fanáticos de la serie indican que en ninguna escena Beto participó sin ser secundado por Enrique. De ahí se desprende que ciertos investigadores concluyeran en que Beto y Enrique son pioneros de una variante frontal del término siameses, mucho antes que los legendarios Chang y Eng, surgieran en los circos de Oriente. “Beto y Enrique”, explicó Jim Henson, el creador de los Muppets, “ya nacieron así: abotonados”.

En este preciso instante, mientras usted termina con cierto fastidio de leer esta nota, semiólogos de Massachussets analizan las conexiones de Speedy González con el consumo en los jóvenes de bebidas energizantes. Y el incansable adulto calificador de series para niños, observa con lupa las primeras temporadas del Pajarito Tweety, y confiesa que el famoso dibujo del canarito correría la misma censura que Plaza Sésamo. “Tiene bromas de muy mal gusto. Humillantes y discriminatorias. Cada vez que Tweety dice: ‘Me parece que ví a un lindo gatito’”, explicó categórico, “hay infinidad de gente que usa peluquín que se siente muy afectada”.

{moscomment}