AUNQUE USTED NO LO QUIERA

Qué podemos aprender de Nico Repetto

Nicolás RepettoPor: Cicco. Ya ha pasado más de un año desde que el siempre tornasolado Nico Repetto dejó la televisión. ¿No lo extraña? Yo tampoco. Sin embargo, Repetto despedía un halo de alegría carnavalera, de filtro de coco, y de revoleo de electrodomésticos que hoy sería vital para refrescar el sopor de la televisión en el verano.  

Durante dos años, la gente le hizo a Nico un piquete de dimensiones cósmicas. Se dijo que el hechizo entre el conductor y su público se rompió, en algún punto del 2004. ¿Pero qué hizo Nico, el único conductor argentino en recibir dos Martín Fierro de oro por la cabeza, para merecer esto? Bueno, simplemente disfrutó durante dos años y medio de la vida, la plata, las motos y sobre todo, de su mujer Florencia Raggi, en España mientras la Argentina se hundía como barquito de papel en un inodoro cercado por soretes de punta.

Vamos a decirlo de una vez por todas: la gente quiere que sus conductores sean exitosos, pero en secreto. Se ponen de orto cuando ven que las vacaciones de las celebrities se extienden más de 30 días, excepto que los justifique una temporada teatral en la costa. Es por eso que animadores como Mario Pergolini se enojan y les revolean agua a los fotógrafos cada vez que lo captan rascándose el higo en Cariló. Pergolini se guarda. Y así se mantiene vigente y querido. Tinelli, en cambio, se muestra soleado de vacaciones en José Ignacio, pero mantiene algo de su vida anterior que lo salva, un brillo en los ojos de cuando se dedicaba a ser un gordito pánfilo.

El pico de enojo contra Repetto, el hombre que descubrió en sus programas a Marley y María Laura Santillán, descubrimientos que aún seguimos pagando, puede medirse con la precisión de un sismo. El momento de mayor tensión fue un clip en la emisión debut de Domínico, donde Nico hizo un revival de la crisis del 2001, una época donde casualmente él paseaba en moto por la Costa Azul y cuyas mayores dificultades eran tragarse cotorritas en el camino. El clip causó una ola de protesta similar a que si se contara el tsunami, esa tragedia escalofriante donde escaparon todos los animales, en la locución de una cacatúa que vio el desastre desde un cocotero a 20 kilómetros.

“No se entendió: yo quise mostrar lo que se bancó un pueblo en dos años. Y acá se leyó que cómo yo, que no había estado, les mostraba a los que habían estado qué había pasado. A mí me sigue pareciendo un absurdo, pero si tantos me lo critican algún asidero debe tener”, explicó. Y después aclaró: “Evidentemente, no lo supe ver. Pero no era para irritar, sino todo lo contrario: hay que sobrevivir a esto”. Y al final se sinceró: “Cuando llegué de España me decían ‘no digas que viajabas en moto por Europa’. ¿Por qué no lo voy a decir? ¿Es pecado? ¿Está mal?”

Antes de seguir con esto, vamos a recordar la última cadena de fracasos de Nico, algo que seguramente disfrutará tanto como yo. Lo que parecía ser su regreso triunfal a la pantalla en el 2004, tras su larga y, confesemos, dolorosamente feliz estadía en España, terminó siendo un crudo ajuste de cuentas social. Primero Repetto desembarcó en canal 13 con Domínico, con una decoración estelar y sponsors de tecnología de punta. En el debut, sin embargo, perdió en las mediciones contra Dr. Dolittle 2, emitida en Telefé. Luego, Shrek le robó 42,2 puntos de rating contra 12,7 de Domínico. Y ni siquiera con Maradona de invitado, pudo superar en medición a El Grinch, una de las películas menos taquilleras de Jim Carrey. Para colmo, Pampita Andorhain, su co-conductora, acusó estrés y se retiró al tercer programa. La despedida de Domínico midió 10,4, tres gatos locos y una mayoría de perversos que querían ver cómo empalidece un hombre bronceado hasta en el iris del ojo.

En el 2005, Nico renovó la apuesta con Circo criollo en Canal 9 –“un programa de actualidad lúdico musical”, según definió-. Pero en los papeles, lo único que tenía de circo era que terminó en la boca de los leones. Repetto desplegó una escenografía de 1.200 metros cuadrados y dispuso una mesa de 7 metros de diámetro, ideal para comérsela con mayonesa. Lo tuvo a Guillermo Cóppola de columnista estable. Y jugó al black jack por un pozo de 100 mil pesos, hasta que Lotería Nacional, a través del Casino de Puerto Madero, les recordó que no está permitido transmitir por televisión juegos de azar de casino. Al final, la mesa les quedó grande. Y el programa salió arrastrado por la puerta de atrás, igual que cohete berreta.

Un año más tarde, Repetto tuvo su re-vuelta al 13 con Querés jugar, el formato que tanto brillo le dio a Nico, sobre todo, en las uñas: una emisión de entretenimientos y miles de pesos en premios. Nico lo intentó todo. Jugaba al tejo, al paracaídas y al teto con las amas de casa. “Mis expectativas son que este programa funcione y quedarme más tiempo”, rogó en el estreno. Al comienzo, lo pusieron a las 14hs, luego lo cambiaron a las 14:30 después de la exitosísima Collar de Esmeraldas para ver si alguien lo veía por error. Pero las espectadoras de Collar apenas observaban el flequillo de pincel de trocha gorda de Nico cambiaban de canal como si tuvieran un mosquito en la mano. Y así Querés jugar, pasó a las 16:30 hasta que en agosto del 2006, le bajaron el pulgar en la zona del esófago, y a otra cosa mariposa. Nadie quería jugar. Al menos, nadie quería jugar con él.

Hoy, a un año del alejamiento de Nico de la televisión, creo que es tiempo de necesario cicatrizar viejas heridas, ponerles pomadita, y declarar abiertamente lo siguiente: necesitamos urgente de Nico Repetto.

La televisión está pensada hoy en día por gente que no sale de una oficina. Por gente ojerosa, culos pesados que no ven más allá de su propia nariz. Para revolucionar la pantalla, hay que pensar con soltura y, en especial, con los pies en la arena y tomando algún helado de palito. Por eso, Nico es el indicado. Por otra parte, nadie sabe tanto de años sabáticos como él.

Nico además nos recuerda las bondades del sol sin agujero de ozono. Nos hace ver que, aún a los 50, uno puede tener los abdominales como plancha de ravioles de ricotta y el rictus lleno de pliegues de tanto reírse.

Nico nos devuelve el profundo sentido de la vida: ganar suficiente dinero para tener vacaciones de más de 30 días y estar junto a chicas que participen en publicidades de cremas humectantes como Florencia Raggi.

Por su corazón aventurero, Nico nos advierte de cuáles son los mejores lugares del planeta donde refugiarse en tiempos de crisis.

Dejemos que haga su trabajo y nos enseñe lo que sabe. Permitámosle que entretenga a nuestras madres y que riegue nuestras casas con electrodomésticos que no necesitamos. Dejemos a Nico que penetre en lo profundo del suspensor de nuestro bermudas con su mensaje vital: otro mundo es posible, un mundo de playas y mares, y chicas bonitas, donde no hay mosquitos y la gente dice las mismas cosas trascendentales que en Fashion Tv. Ese mundo Nico lo conoce muy bien. Y usted se lo pierde cambiando de canal.

Recuérdelo: en otros tiempos el poder lo tenían los emperadores, el Papa, los filósofos o los empresarios. Hoy, sin embargo, el futuro está en manos de aquel que tiene el mejor bronceado.

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