NUEVAS ADICCIONES DE LA ERA TECNOLÓGICA
Borrachos de Internet

cursor en el cieloPor: Sebastián Di Domenica.¿Es lógico hablar de adicción a Internet? ¿Se puede considerar al uso excesivo de la red una adicción? ¿Qué diferencia existe entre una persona que no puede dejar de jugar en la red y una persona que nunca se despega de su Facebook? ¿Adicción o nuevas conductas y costumbres? En las últimas semanas en diferentes agencias y medios de comunicación aparecieron noticias que informaban sobre medidas tomadas por autoridades gubernamentales o de institutos de salud para tratar la adicción a Internet. Puede parecer extraño hablar de ese tipo de adicción, pero las informaciones llegan de diferentes partes del planeta y parecen confirmar la existencia de este nuevo fenómeno. Un conflicto que puede entenderse en una sociedad de personas que pasan muchas horas del día en frente de una pantalla, e interconectados de manera virtual sin el compromiso que impone la apariencia, el encuentro presencial y el movimiento orporal. ¿Somos cada día más autómatas y menos humanos? ¿Nos alejamos cada vez más de las texturas, de los olores y del apretón de manos? Las noticias sobre las adicciones llegan desde China, Italia; y desde Misiones, en donde una jueza ideó un castigo no virtual para alejar a dos chicas de la violencia. Un breve análisis de cada una: 

Enderezar a los golpes

En primer lugar, la brutal actitud de autoridades chinas para combatir la adicción a Internet. La noticia de Reuters señala: “China prohíbe el castigo físico a los adictos a Internet”. Obviamente, si China decreta la prohibición, quiere decir que hasta no hace mucho tiempo el castigo era la regla para “curar la problemática”. Según se puede leer en la información: “Muchos de los campamentos están impregnados de una atmósfera militar. Los pacientes son forzados a sustituir las horas ante la computadora por ejercicios físicos arduos y otros "tratamientos" más extremos.” "Cuando intervenimos para prevenir un uso impropio de internet, deberíamos prohibir estrictamente las restricciones de libertad personal y los castigos físicos", dijo el ministerio en un comunicado dirigido a los menores que usan Internet. Enhorabuena, por la decisión y la prohibición de miembros del ministerio de Salud de aquel país. Porque el detalle de la información, que parece más ligada a una película ficción que a la realidad, puede llegar a ser la semilla de una nueva versión de la novela La Naranja Mecánica en la era de Internet.

La naturaleza de las conductas

Otra noticia llega desde Italia. Aquí AFP titula así: “Un hospital italiano trata adictos a Internet”. La información señala que en Roma un hospital abrió una división para tratar a pacientes jóvenes  que consumen de manera excesiva videojuegos y “que chatean hasta perder todo contacto con la realidad.” En la nota se pueden leer interesantes testimonios del psiquiatra a cargo del proyecto, Federico Tonioni. En primer lugar ofrece detalles de esta nueva problemática: "El intercambio emocional con los otros pacientes es clave para el éxito de la terapia. Tienen que aprender a comunicar nuevamente. Internet es un mundo virtual lleno de sensaciones, pero con escasas emociones” Luego, el médico también destaca que a las personas más jóvenes les cuesta ver a este exceso como una enfermedad; porque ven como algo natural que el hombre pase muchas horas en frente de la pantalla. Y en ese sentido, Tonioni afirma que “la sociedad está enfrentada a comportamientos nuevos de la mente” Entonces, y tal como ya se señalaba; la problemática plantea una variedad de preguntas que ofrecen explicaciones ambiguas. Entre la conducta y la adicción, los nuevos escenarios de la vida ofrecen novedosos comportamientos de la mente, tal como lo definió el psiquiatra. Y frente a ello, se acumulan los interrogantes, y faltan las respuestas cerradas.

Sin celular y sin Internet: crimen y castigo

Por último, cabe detenerse a analizar la decisión de una jueza de menores de Misiones que le prohibió por un año el uso de celulares e Internet a dos chicas que habían protagonizado peleas en la escuela, contiendas que fueron grabadas en video y luego subidas a YouTube. La policía reconoció a las jóvenes en el video y el caso llegó a la Justicia.

Los adolescentes son los que más familiaridad mantienen con las nuevas tecnologías. Están acostumbrados a ellas; y las han sumado a todos los órdenes de su vida: ya sea a través de lo que ofrece la red desde una computadora o en todos los rincones por los que se mueven a partir del celular. Las fotos, los MP3, las grabaciones, los videos, los mensajes, las conexiones ininterrumpidas son parte central del ocio y de la vida diaria de los más jóvenes.

El castigo impuesto por la jueza casi seguro que duele y mucho. Las chicas con esta decisión, además de ser señaladas como “condenadas a”, se quedan afuera del espacio virtual y de la tecnología celular: ícono de las nuevas tendencias y de la conexión social de los más jóvenes. Pero frente a la imposición surge una duda: ¿es útil la medida? En mi opinión no lo es. Porque no creo que un castigo sea la solución ante una conducta antisocial, pero de poca gravedad, como es la pelea hecha pública. Es violencia por violencia. Los golpes de una pelea y luego el castigo impuesto. Tal vez hubiese sido mejor, imponer a estas chicas  un trabajo social o un acercamiento humano. El simple castigo del “no usar” es inconducente y de poca utilidad. La conducta obligada debería haber acercado a las jóvenes belicosas al trato humano y al cuidado de los unos con los otros. En primer lugar porque no es claro que la tecnología sea causante de estas conductas. Y segundo porque para evitar que en el futuro las peleas continúen; más útil que evitar los celulares e internet, hubiese sido faclitarle vías para descubrir la inutilidad de la violencia y los beneficios del diálogo y la cooperación. La tecnología, más allá de adicciones o excesos, muchas veces aporta a esa cooperación y diálogo necesario entre los seres humanos. 

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