DIFERENTES REDES, DIFERENTES GUSTOS |
¿Qué es mejor: Twitter o Facebook? |
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Nadie niega el inmenso protagonismo que Twitter de a poco toma en el mundo del periodismo. Esa red es una fuente de noticias inagotable. Y frente a cada tema, las opiniones y puntos de vista de famosos, entendidos o poderosos están al alcance de un clic. Desde Twitter tenemos la opinión de infinidad de ciudadanos comunes, pero a su vez, podemos encontrar la palabra de presidentes, artistas, periodistas, políticos o científicos. Cuando un tema importante está en boca de todos; Twitter es un medio de gran utilidad para conocer novedades de último momento y opiniones de relevancia. Ocurrió con la ley de matrimonio homosexual. Desde Twitter era posible saber el último momento de la noticia. Y al mismo tiempo, conocer la opinión sobre ese mismo tema de personajes de gran relevancia. Por ejemplo, la opinión de Ricky Martín sobre la Ley de Matrimonio Homosexual en Argentina recorrió el mundo; y por supuesto, fue noticia en los canales de TV de Argentina. Es una realidad: Twitter puede generar cambios muy profundos en el periodismo. En primer lugar porque el público destina cada vez más tiempo a las redes. En segundo lugar porque las redes son fuente de noticias y contacto directo con las mismas. Y por último, porque muchos nativos digitales pueden considerar más que suficiente la cantidad de información que les ofrece la televisión, Twitter y Facebook.
Twitter: territorio de populares
En síntesis, Twitter se fortalece, se extiende y se suma a las costumbres digitales de la gente. Pero ofrece una experiencia muy diferente a la que permite Facebook. Twitter es monarquía, mientras que Facebook es república. Para ser parte importante de Twitter hay que ser famoso, poderoso o exponer pensamientos maravillosos. Ser parte importante de Twitter es más difícil: no todos pueden ser populares. No todos pueden tener una frase maravillosa e inteligente para decir y destacarse en el montón. Twitter tiene mucho de eso. Mucho de la competencia de la edad adolescente. Los populares son pocos: son los que cuentan los chistes, son los que tocan la guitarra, son los que saben qué cosa decirle exactamente a las chicas. Después está el resto; que con más o menos herramientas intenta seguir la carrera que imponen los más piolas. Twitter plantea un escenario más monárquico en el que están los nobles arriba y los plebeyos abajo.
Facebook: efecto charla con el portero
Por su parte, Facebook es más democrático. Todos tienen su lugar. Una anciana sube la foto de sus pequeños nietos y se mezcla con la foto sugestiva de la hija de la amiga que desea conseguir novio. Y el aficionado a la política declara a familiares, amigos y conocidos que apoya aquella causa, muy lejana a los pensamientos de aquella anciana que disfruta de sus nietos. Todos mezclados. Todos a la vista. Todos adentro. En conjunto, una masa informativa inmensa de personas comunes, del montón, que desde allí fabrican vidas reales o imaginarias a la vista de sus amigos, que en realidad no son amigos. Y al entrar en mi página de Facebook, se mezcla la sensación del programa de chismes. Se superponen todo tipo de participaciones e informaciones. Y la experiencia tiene algunos ingredientes de una charla indiscreta con un portero: el del quinto se fue de vacaciones, la del tercero tiene un novio nuevo, el del primero no vuelve hasta tarde porque tiene mucho trabajo. La información circula y no para. Y todos desde las computadoras o desde los celulares, se toman el tiempo para consumirla.
Al margen de gustos y opiniones personales, los especialistas en tecnología señalan que en el futuro cercano en Internet la estrella será la información y no los usuarios. Por lo tanto, y según este análisis, Twitter estará mejor posicionado que Facebook. Según explican, las razones de esta tendencia tienen conexión con que la experiencia del reencuentro (que hizo posible Facebook) será lentamente descartado por los peligros que genera poner en juego la privacidad. Por supuesto, no hay nada escrito. Y todos somos testigos y protagonistas de aquello que se viene.
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