sección política

Por Sebastián Di Domenica - @sebadidomenica Hasta hace algo más de una década, cuando todavía el periodismo digital no se había extendido a todos los ámbitos y a todos los sectores de la sociedad, en la edición de los medios de comunicación jugaba un rol fundamental el llamado criterio periodístico. Ese olfato, esa percepción que tienen los buenos periodistas que les permite saber sin mirar ninguna estadística, qué desea saber o preguntar el gran público, que son el señor, la señora, o los jóvenes que leen, miran o escuchan desde su casa o desde donde estén. Alguna vez se dijo que los grandes editores de revistas debían tener una doble cualidad: reconocer lo que el público dice que le gusta, para ponerlo en la revista; pero también saber aquello que al público le gusta pero jamás diría, para también ponerlo en la revista.

 

Aún es esencial la labor de esos buenos editores para la construcción de productos periodísticos, pero mucho ha cambiado con la tecnología y la masividad de internet. Las redes sociales, la participación activa de la audiencia y los datos de preferencias al instante han transformado el escenario por completo.

Por supuesto aún allí están los grandes periodistas que logran atraer la atención de la gente con buenas preguntas, claros planteos y opiniones esclarecedoras. Son los que muchas veces logran generar puntos de rating, hacer entendibles los temas difíciles o encabezar una demanda social a través de una investigación. Aunque siguen siendo centrales en el escenario de medios, ya no son las figuras principales.

Porque hoy los datos sobre las elecciones del público son la gran estrella. Y es lógico que así sea, porque es imposible tapar la realidad de los números: los datos que ofrecen los contadores en Internet son exactos y exponen en detalle las temáticas y las secciones que generan mayor interés en la gente.

Y por más que pueda parecer inentendible, los temas políticos son los más perjudicados en esta competencia con datos en la mano. Inentendible porque son los que informan sobre cuestiones que en mayor medida nos afectan y que realmente pueden ser determinantes para que tengamos una vida peor o mejor. De esas cuestiones depende la salud de la democracia y que la gente esté bien informada para cumplir sus obligaciones cívicas, y ejercer todos los derechos que tenemos como ciudadanos de una república.

¿Qué pasa si la información política se reduce y se deja de consumir? La respuesta es triste y preocupante: si no está el periodismo político, queda la propaganda. Porque todos en algún momento tenemos que ir a votar o cumplir obligaciones y ejercer derechos políticos. Y si no tenemos información sobre política variada, diversa, plural e independiente para tomar decisiones, entonces vamos a elegir según lo que dice la propaganda que está cerca cada vez que caminamos por la calle o prendemos la tele, la radio, la compu o el celu con conexión a Internet. Si reemplazamos la buena información por el slogan, estamos perdidos. Seremos presa del sistema político publicitario y de la comunicación dirigida. 

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