PELÍCULA DE BELLEZA REFULGENTE
Hay que ver Shara

SharaPor: Javier Porta Fouz*. El 8 de mayo de este año, aquí en Hipercrítico, Gustavo Noriega hacía referencia al estreno (en formato DVD) de El secreto del bosque, película dirigida por la japonesa Naomi Kawase. En esa nota que pueden leer aquí se mencionaba con gran favoritismo a Shara, película de Kawase presentada en 2003 en el Festival de Cannes y exhibida en 2004 en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Este jueves 30 de octubre de 2008 deberá ser recordado como el día en que Shara se estrenó comercialmente en Argentina. Y en copias de 35mm, para poder ser apreciada en plenitud. Hasta ahora, Shara no se había estrenado más allá de Japón y algunos (pocos) países europeos. Este estreno es un acontecimiento para cualquier espectador que quiera ver una película excepcional, muy personal y a la vez universal. Una de esas películas de belleza refulgente, casi cegadora, el máximo logro hasta el momento de una de las grandes realizadoras del cine contemporáneo.

Shara es la historia de una familia golpeada por la desaparición de uno de sus hijos. Es una película delicada, que habla sin gritar. Kawase cuenta una vida familiar herida por la ausencia mediante un proceso cinematográfico que parte de la observación respetuosa de las acciones de sus personajes, a los que acompaña de cerca sin jamás avasallarlos. Si una chica y una mujer van caminando por las calles de Nara (la ciudad-refugio de Kawase) y la confesión de un dato familiar es el centro de la escena, la cámara estará a la distancia justa para que la emoción surja sin alardes, en un plano que bien podría haber sido filmado por John Ford. Si la misma chica y un chico van en bicicleta por esas mismas calles, una cámara que parece flotar con gracia única encontrará el instante para revelar el inmenso poder poético del cine. Si se trata de contar un festival comunitario bajo la lluvia… bueno, hay que ver la película para sentir cabalmente la mejor escena catártica en décadas. Shara expone una intensa vitalidad y un potente realismo mediante una escritura cinematográfica de verdaderas imágenes en movimiento, que combinan lo tenuemente frágil con un latir de emociones aluvional, y que se iluminan con centelleos sorpresivos. Shara, así, ilumina algunos caminos del futuro del cine. Y Shara, finalmente, nos conecta con pulsos dolorosa y gozosamente reales, de esos que ofrece el cine cuando nos recuerda que lo efímero de una emoción profunda puede también registrarse mediante la alquimia de una gran película.

El lector, tal vez fatigado espectador cinematográfico, tal vez cansado de pagar entradas para ver películas que lo dejan indiferente, se preguntará si Shara no será otra de esas películas que le gustan solamente a algunos críticos o a algunos hipercríticos. La mejor manera de comprobar que se trata de una película realmente extraordinaria y apta para todos aquellos bien dispuestos a sorprenderse y emocionarse, es ir a verla al cine lo más pronto posible. Es muy probable que, como le ocurrió al firmante, quiera repetir la experiencia varias veces más.

*Javier Porta Fouz es editor de la Revista El Amante - Especial para Hipercrítico

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