GABRIEL MEDINA Y MATÍAS PIÑEIRO
Más balance: los mejores debuts argentinos

Los ParanóicosEl hombre robadoPor: Javier Porta Fouz. Este fue un muy buen año para el cine argentino, con varias buenas películas (ya Noriega ha escrito al respecto en este mismo sitio). La mayor parte de ellas fueron “confirmaciones” de directores con obra previa, como por ejemplo Pablo Trapero con Leonera, Lucrecia Martel con La mujer sin cabeza y Mariano Llinás con Historias extraordinarias. Pero también hubo operas primas, y entre ellas me gustaría destacar dos: Los paranoicos de Gabriel Medina y El hombre robado de Matías Piñeiro, sin las cuales el balance del cine argentino estrenado en 2008 se me hace incompleto.

La película de Piñeiro ya está disponible en DVD (con una hermosa tapa con un gato negro) y es un relato que tiene como centro a heroínas que roban o ayudan a robar hombres. La protagonista, Mercedes Montt, roba también objetos de un museo. Circulan así objetos, amores, conocimientos, citas (amorosas y literarias), como en una película de Rohmer, como si Rohmer hubiese sido transplantado desde Francia a la zona norte de la Ciudad de Buenos Aires. El hombre robado es una película grácil, elegante, seductora en su desparpajo, fuertemente literaria, con diálogos que se revelan como porteños a la vez que no le deben nada al falso porteñismo barrial trajinado en más de un bodrio (véase por ejemplo uno reciente como Dos amigos y un ladrón). El hombre robado es una comedia sobre el cine, los libros, Buenos Aires, la historia: las menciones a Sarmiento, Rosas, Mitre y Urquiza circulan por el botánico, por libros y museos, por relaciones de pareja y más jardines. La película no oculta sus simpatías y Campaña en el Ejército Grande de Sarmiento es su principal pivote literario. Los personajes –cultos, civilizados, ladrones– hacen gala de pasear sus dudas, sus veleidades, sus ardides por los espacios que alguna vez fueron la morada de Rosas.

La película fue estrenada en el Malba en enero con el sistema de dos funciones por semana y si bien no se trata de un relato con vocación masiva, seguramente haya más espectadores ideales para esta película que todavía no la conocen.

Distinto es el caso de Los paranoicos de Medina, una película hecha para ser vista por mucha gente: es una gran comedia romántica y generacional, una historia de celos y, por supuesto, de paranoia. Los paranoicos cuenta la historia del payaso Luciano Gauna (Daniel Hendler); bueno, no exactamente un payaso sino alguien que trabaja en fiestas infantiles para ganar dinero, que vive preocupado por (casi) todo, que nunca termina de escribir un guión, y que nunca concreta nada. El punto de vista de la película es el de Gauna (sí, por el apellido del protagonista de El sueño de los héroes de Bioy Casares), que se verá envuelto en un triángulo, porque desde España llegará su amigo Manuel (Walter Jakob, visto en La ronda e Historias extraordinarias, el actor revelación del año), un ganador global que hace una serie de televisión en la que Gauna es uno de los personajes. Y Manuel llegará con su novia: Sofía (una luminosa Jazmín Stuart).

Los paranoicos es una película llena de sutiles lujos: primeros planos placenteramente narrativos, bailes que son impresionantes crescendos emocionales, travellings que embriagan, gente corriendo por calles céntricas mojadas y nocturnas, un duelo en un videojuego que es una de las grandes escenas del año y un final de western para el que lo quiera (o sepa) ver. Los paranoicos, con sorprendente aplomo para un debutante, es una película clásica de corazón. Y se ubica así en la senda del cada vez más llorado Fabián Bielinsky aunque, en cuanto a espectadores, Los paranoicos haya sido un estruendoso fracaso. Cuando salga en DVD, habrá otra oportunidad, para quienes se la perdieron su fugaz paso por los cines, de descubrirla, de disfrutarla o de discutirla.

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