TRAILERS Y AFICHES: ¿LO PROMETIDO ES DEUDA? |
Meter el perro |
Por: Javier Porta Fouz. Toda persona no del todo ingenua sabe que la expresión “publicidad falsa” muchas veces no es ni más ni menos que simplemente “publicidad”. Pero hay publicidades y publicidades. Y falsedades y falsedades. En la promoción cinematográfica hay muchas, tal vez demasiadas, falsedades. En la industria de Hollywood, los trailers y los afiches se preparan de forma cada vez más obsesiva. Se hacen “testeos de trailers” (sí, es verdad) y se invierte mucho pero mucho dinero en ellos. En muchos trailers no solamente se utiliza música que después no se escuchará en la película sino que además aparecen planos que tampoco veremos al ver el producto publicitado. En otros trailers –recuerdo especialmente el de Detrás del sol, de Walter Salles–, la voz en off era en inglés y no se escuchaba a los personajes hablar. En el caso de esa película, no se notaba ni se mencionaba que la película era brasileña. |
En 2003, se estrenó en Argentina una recomendable película llamada La secretaria: el afiche consistía en un culo femenino apretado en una minifalda + piernas con medias de red. La película no solo no era “cómica y chancha” –las características usadas en 1984 para vender Porky’s, el estreno extranjero más visto en Argentina en ese año con más de dos millones de espectadores–, sino que además la imagen del afiche no aparecía en secuencia alguna.
El jueves de la semana pasada se estrenó Marley y yo. Ah, dirá alguno, “la del perro”, “la del labrador que rompe todo”. Entre películas de perros que parecen amontonarse en este comienzo de año (Bolt, un perro fuera de serie; El año del perro, y habrá más), Marley y yo parecía otra de esas de “perro que se porta mal pero al final salva a la familia frente a unos ladrones y sobre los créditos finales le hacen una torta de cumpleaños”. Algo así parecía prometer el trailer, con caídas y golpes y gente embarrada. Bueno, no, hay muy poco de eso. Si uno va a ver la película sin mayor información que el trailer o el afiche, notará que el relato se va enrareciendo con el correr de los minutos, va hacia otros caminos: la película pivotea sobre el perro pero en realidad se trata de un relato de maduración, de una forma de hacerse adulto, de los cambios, de las responsabilidades, de ciertas aceptaciones. La película es mucho menos explosiva que asordinada. Es ciertamente, una película mejor que lo que prometían el trailer y el afiche (o por lo menos distinta). No deja de ser una suerte la aparición de una sorpresa fílmica, la llegada sin aviso de una película de narrativa clásica que hace acordar a ¡Qué bello es vivir! Sin embargo, es probable que quienes hayan ido a ver la película esperando encontrar lo prometido o sugerido por la campaña publicitaria se sientan estafados. Ya es hora de que la publicidad cinematográfica sea un poco más adulta, más clara, más leal, más responsable.
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