SOBRE LOS TRAILERS QUE ARRUINAN MOMENTOS CULMINANTES
¡Dejen algo para después!

FROST NIXONCOMING SOONPor: Javier Porta Fouz. Los críticos todavía vamos al cine. Y a muchos de nosotros nos gusta ver los trailers, los “avances”, las “colas”. A veces vemos trailers de películas que ya vimos por adelantado, antes del estreno. Y desde hace unos años a esta parte, cada vez más, decimos: “¡pero están contando toda la película!”. Muchos trailers son ahora mini-películas que la cuentan comprimida, vemos el principio, el medio, el final, todo (el genial trailer de Mujer fatal de Brian De Palma era un chiste sobre esto: se veía toda la película aceleradísima). Leí por ahí, en una nota sobre la industria de los trailers, que esta práctica de contar el final logra llevar más gente al cine (¿?).

En fin, que a veces vemos trailers de películas que ya vimos, pero a veces vemos avances de películas que todavía no vimos, como le pasa al público en general. Les pregunto: ¿no notaron que aunque no hayan visto una película, muchas veces es evidente que en el trailer nos están contando todo, pero todo? Nuestro entrenamiento cinematográfico nos prepara para saber, por ejemplo, que ese momento en el “el chico” hace el ridículo delante de mucha gente es nada menos que el clímax de la comedia romántica que se anuncia con bombos y platillos para el mes que viene.

Uno de los últimos (y más arruinadores) de estos casos es el del trailer de Frost/Nixon. No había visto la película y vi el avance. En un momento de ese trailer, Nixon le responde a Frost algo que parecía ser el clímax del enfrentamiento, el triunfo de uno sobre otro: un momento del estilo del definitorio exabrupto del personaje de Jack Nicholson en Cuestión de honor. Y así fue, vi la película (de paso, muy buena y apasionante, armada como si fuera un relato deportivo), y ese momento que se adivinaba como el clímax en el trailer era nomás el clímax de la película.

No creo que necesariamente nos arruinen del todo una película cuando un amigo nos “la cuenta”. Por otra parte, las grandes películas se sostienen mejor e incluso son más placenteras al verlas otra vez, cuando ya sabemos “lo que pasa”. Pero, ¿hay necesidad de arruinarnos tantos de esos pequeños momentos fugaces cuyo disfrute inicial depende de la sorpresa, de que no sepamos exactamente qué cara van a poner los protagonistas ante un diálogo o una situación imprevista?

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