UNA RECOMENDACIÓN ARGENTINA
El artista, rara y encendida

EL ARTISTAPor: Javier Porta Fouz. A pesar de sus varias exhibiciones previas, recién vi El artista el jueves 28 de mayo, el día de su estreno. Me gustó, y mucho. Creo que es una de las mejores películas argentinas estrenadas en lo que va de 2009, un año del cine local que por ahora no tiene el gran nivel de la temporada pasada.

En primer lugar, aclaro que conozco a los directores: Mariano Cohn y Gastón Duprat, ya que son los directores del programa de El amante en televisión (tanto de sus dos temporadas de 2007 como la de 2009, que se emitirá próximamente). En segundo lugar, aclaro que la simpatía, la diplomacia y el elogio de compromiso no se cuentan entre mis principales virtudes. En tercer lugar, aclaro que la película anterior de Cohn y Duprat, Yo Presidente, producida por Luis Majul, editor general de este blog, me gusta y me disgusta a medias. Creo que hay algunos grandes hallazgos documentales en los segmentos de Menem y Camaño y, notoriamente, en el de Duhalde. Pero también creo que, sobre todo en el segmento de Alfonsín, hay una tendencia a la manipulación más bien televisiva, a un montaje burlón, de bajo vuelo. Por último, Yo Presidente mostraba a dos realizadores ingeniosos, pero El artista muestra a dos directores de cine con un futuro abierto. 

El artista, una ficción sobre el mundo de las artes plásticas, es una rareza –por forma, por tema, por tono– en el panorama cinematográfico argentino. Cada encuadre de la película está planificado de manera casi maníaca, con algunos detalles de alta artesanía –el profuso dominio de la técnica es una marca de Cohn y Duprat–, como los planos de las subjetivas de los cuadros o los primerísimos primeros planos del “pintor real” en acción (interpretado por el escritor Alberto Laiseca). Hay también un “pintor impostor” interpretado por el músico Sergio Pángaro. Las excelentes performances de los actores “no convencionales” de la película muestran que Cohn y Duprat saben obtener un tono propio y homogéneo para los diálogos y los gestos. Nada se sale de un control que se adivina férreo. Sin embargo, a pesar de este control y de la composición maníaca de los planos, El artista no es una película pétrea e inmóvil. En este punto, quizás, haya que mencionar a otro Duprat, Andrés, hermano de Gastón y responsable del guión (además, interpreta a uno de los personajes principales, en un rol quizás autobiográfico).

Aclaro que no conozco a Andrés, que es arquitecto y un nombre importante en el mundo del arte contemporáneo. El guión de este Duprat marca la irrupción –desde el lugar menos pensado– de otra novedad fulminante: un guionista argentino que no sólo conoce el mundo que describe y que lo describe con complejidad, sino que además está preocupado por el lenguaje, por cómo se habla. Y, como si esto fuera poco, también sabe crear humor: hay en la película no pocos momentos de comedia realmente filosos, como la primera presentación de la obra de “el artista”, o la escena en la casa de electrodomésticos. Si bien no es recomendable hablar del guión de una película, sobre todo sin haberlo leído (vaya uno a saber qué se modificó, se agregó o se quitó en el rodaje), va aquí una apuesta, incluso con rima: con El artista, ha nacido un gran guionista.

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