UNA PELÍCULA VIBRANTE
Hay que ver Un conte de Noël

cartel de películaPor: Javier Porta Fouz. Un conte de Noël es una película francesa que debió llamarse Un cuento de Navidad, y que aquí en Argentina recibió el espantoso, inexacto, largo y pavote título de El primer día del resto de nuestras vidas. Esperemos que el título local no le reste espectadores a uno de los mejores estrenos del año. (Esta y todas las películas tendrán menos espectadores porque la extensión de la gripe A, lógicamente, ya está afectando la asistencia al cine, justo en la temporada que siempre es la de mayor recaudación.)

Un conte de Noël la dirigió Arnaud Desplechin, de quien se puede ver en DVD –editado por 791– Reyes y reinas, una película ambiciosa, dual, excedida y fundamentalmente viva: Desplechin es un artista cinematográfico que no le teme al desequilibrio, a la intensidad, por eso sus películas suelen tener una apariencia imperfecta, hasta descangayada; pero son películas inquietas, emocionalmente vibrantes. La película anterior de Desplechin, L’aimée, era un documental sobre su familia, la vieja casa familiar, sus historias, sus recuerdos, sus objetos. Desplechin contaba historias de su familia, su propia historia, entrevistaba a su padre, quien a su vez contaba la triste historia de su propia madre (la abuela del realizador). L’aimée era una excursión al pasado, a  historias cercanas en el tiempo pero que revelaban lo mucho que el mundo ha cambiado en apenas dos o tres generaciones.

Con Un conte de Noël, Desplechin hace una ficción sobre una familia, que no es la suya y que de alguna manera podría decirse que ¡no puede ser real! Sin embargo, se siente real, palpable. Para Desplechin, toda relación humana puede estar tocada, o más bien infectada, por la extravagancia. Sus personajes son pasionales, obtusos, fascinantes, ligera o totalmente tronados, inteligentes, generosos, atormentados, mezquinos. Y, a veces, muchas de esas cosas al mismo tiempo. Un conte de Noël es, estilísticamente, también muchas cosas al mismo tiempo. Desplechin es un cineasta omnívoro: cuenta con fotos, con música, con gente hablando a cámara, con voces en off, con leyendas, con fragmentación temporal, espacial, narrativa, hasta con pantalla dividida. Un conte de Noël es una película que provee una base familiar, en un doble sentido: es una historia de familia y las cosas que cuenta son, de alguna manera, familiares, conocidas (enfermedades, tragedias, festejos, discordias, amores, reconciliaciones). Sin embargo, a partir de esa base reconocible, Desplechin procede como un jazzman moderno y juega con el relato, como si improvisara y reelaborara “la melodía” (no por nada hay referencias a Charles Mingus y a Cecil Taylor). La forma –a veces crispada y entrecortada, a veces fluida y tersa– de Un conte de Noël nos propone un contrato tan extraño como fascinante que, si lo aceptamos, nos permitirá estar frente a frente con una película intensa, expuesta y a la vez misteriosa, nada homogénea, hecha por un cineasta que pareciera emerger con nuevas ideas en cada segmento.

Y estamos llegando al final de este pequeño artículo y no hemos contado casi nada del argumento de la película. Bueno, dijimos que era sobre una familia. Podemos decir el apellido: los Vuillard. Y podemos decir que obviamente la acción transcurre en su mayor parte en la época navideña. Ponerse a relatar las acciones y los conflictos de esta película podría llevar demasiado tiempo (es una película narrativamente veloz, y dura dos horas y media), y no tiene mucho sentido. El cine ha contado muchas veces historias familiares en Navidad, pero pocos cineastas se han animado a hacer películas tan ambiciosas a partir de ellas. En la ambición de Desplechin a veces están sus defectos: definitivamente, Un conte de Noël es una película que no siempre acierta. Pero las constantes apuestas y saltos sin red del director mayormente le permiten encontrar momentos de extraña incandescencia, muchos de esos momentos, como si su cine pudiera soportar clímax emocionales cada diez minutos. Por supuesto, para lograr eso necesita grandes actores, y el reparto de Un conte de Noël cumple con creces (Deneuve, Amalric, Devos, y todo el resto). Para terminar, hay que decir que parte del secreto de la calidez de las imágenes de Un conte de Noël tiene que ver con la caracterización de un gran personaje de la película: la casa, hecha de múltiples espacios pero sobre todo de objetos: muchos, desordenados y de diversos estilos. El cine de Desplechin, finalmente, es como la casa Vuillard: pletórico, proteico, alérgico al minimalismo.

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