COSAS DESAGRADABLES QUE PASAN EN EL PERIODISMO
Violencias e indignidades

El Amante febrero 2010Por: Javier Porta Fouz. Hacía tiempo que no me googleaba a mí mismo. Cada tanto, aparece una sorpresa desagradable como la de aparecer citado en alguna nota con declaraciones que no hice. Hace unos días, sin embargo, me llevé una sorpresa más desagradable aún. Encontré esto. Es decir, una nota mía que escribí para El Amante, con una foto mía incluida, aparecía bajo el logo del diario El Argentino en Internet. Jamás nadie de ese diario me había preguntado si podía publicar esa nota ahí. Empecé a averiguar y resulta que no se publicó ─en papel─ en El Argentino sino en una revista ─que parece ser del mismo grupo de medios─ llamada Contraeditorial. Compré la revista en el kiosco ($ 4,90). Y sí, tuve la todavía más desagradable sorpresa de ver mi nota sobre Avatar publicada en la página 46 del número 20 (enero de 2010, con José Pablo Feinmann en la tapa). No, no se trata de una cita o un conjunto de citas enmarcadas en otra nota, sino de una nota casi completa, presentada como nota por sí misma.

La revista Contraeditorial tiene varias páginas que consisten en notas enteras o casi enteras “levantadas” de otros medios (Crítica de la Argentina, Clarín, algunos blogs, Noticias, etc). Así, estaba “levantada” mi nota “Vivir es cambiar, en cualquier foto vieja lo verás”, sobre Avatar y publicada en el número 212 de El Amante, de enero de 2010. Unas cuantas veces me han contactado de otros medios de aquí y de otros países para pedirme autorización para publicar ─muchas veces sin ofrecer pago─ notas mías, y no recuerdo que haya dicho que no en alguna ocasión. Puedo autorizar o no autorizar la publicación, pero la consulta es obligatoria. ¿Cuál es el derecho que se arroga Contraeditorial como para violentar de esa manera mi trabajo? La nota que escribí era una nota pensada y escrita para El Amante y que no debía publicarse en otro lado (de hecho, en la nota hasta menciono otras notas que aparecen en el número). Y aunque hubiera sido la nota más universal de la historia de las notas, no debió haberse publicado en un medio que no estaba autorizado para hacerlo. Que aclaren que la nota salió publicada en El Amante no los exime de lo que hicieron. Hasta pusieron una foto mía: yo no quiero que aparezcan fotos mías al lado de una nota mía si yo no lo autoricé. Yo no quiero que publiquen una nota mía si yo no los autoricé. Pero estoy hablando de algo que la revista Contraeditorial ya ha hecho. Y, para peor, publicaron mi nota pero, como se ve que no les entraba en la página ─o porque querían poner una foto de Avatar, o por alguna necesidad de no pasarse de tanta cantidad de palabras, o por lo que sea─ le cortaron partes, otra vez, sin mi autorización. Y, todavía peor, como se ve que tampoco les entraba el título, también lo cambiaron, y “Vivir es cambiar, en cualquier foto vieja lo verás” quedó como “Vivir es cambiar, en las fotos viejas lo verás”, y en la versión on line de la apropiación de mi nota le pusieron “Vivir es cambiar, en cualquier foto vieja lo ves”. El título de mi nota, tal como estaba en El Amante, era una cita de “Chau, no va más”, tango de Virgilio y Homero Expósito que cantaba Roberto Goyeneche.

No conocía la revista Contraeditorial. Ahora la conozco. Y, al conocerla, me doy cuenta de que no quiero que se aprovechen del poco, ínfimo o nulo prestigio de mi firma y de mi escritura. Pero ya lo hicieron, y sin consultarme, con la violencia ejercida sobre el texto y el maltrato sobre el título típicos de quien cree ser dueño de todo. Señores de Contraeditorial: no son dueños de mis notas, ni siquiera son inquilinos de mis notas. Es más, teniendo en cuenta la manera en la que se manejan, ni siquiera son dignos de mis notas.

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