UN CRÍTICO ENTRE EL DEBER Y EL CAPRICHO
Confesiones de verano

APOCALYPTOPor: Javier Porta Fouz. Confieso que esta semana pensaba escribir sobre Aquel querido mes de agosto, recomendable y diferente película portuguesa de Miguel Gomes que se estrena en fílmico. Confieso que para escribir tenía que volverla a ver (porque la vi hace casi dos años). Para volverla a ver, necesitaba entregar la columna de esta semana un poco más tarde que lo habitual, pero más tarde que lo habitual era ─esta semana─ demasiado tarde. Y ahí comenzó esta deriva entre la cartelera y el capricho.

No hay problema, pensé, escribo sobre Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton. Me disponía a hacer eso pero, cual personaje de Carroll, me di cuenta de que no la había visto. Confieso que me cuesta mucho decidirme a verla, como me pasó con Sweeney Todd, que finalmente no vi. Deberé ver Alicia, eventualmente, pero para esta ocasión me dije: “mejor ir a la privada de la de Scorsese”, que se estrena el 11 de marzo. Y a la privada fui. La isla siniestra (Shutter Island) es la película definitiva de un paranoico, una película macabra, efectista y por momentos efectiva y sobre la cual, para poder escribir algo, confieso que debería pensar más tiempo que el que tengo antes de tener entregar esta columna (confieso que todavía no sé si me gusta mucho, poquito o nada, maldición). O sea que el plan de ver la de Scorsese para escribir sobre ella fue un fracaso. Y debo confesar algo: lo que tengo ganas de hacer realmente es recomendar Apocalypto. Sí, eso, hace años que recomiendo Apocalypto, dirigida por Mel Gibson. Es una de mis actividades preferidas: la película me gusta mucho y además escandaliza a quienes consideran al loco Mel como alguien indigno de su atención. Confieso que no me gusta La Pasión de Cristo (confesión dentro de otra confesión: no me gustan las películas sobre Cristo, tampoco La última tentación de Cristo, de Scorsese). Pero sí me gustan las otras tres películas dirigidas por el señor Gibson: El hombre sin rostro, Corazón valiente y Apocalypto. Entonces, quiero volver a recomendar Apocalypto. ¿A escribir sobre Apocalypto? No, a recomendarla. Para escribir debería volver a verla, y estoy demasiado ocupado tratando de ver otra vez Aquel querido mes de agosto, tratando de decidirme a ver la Alicia de Tim Burton y pensando en ver Al filo de la oscuridad (en la que Mel Gibson vuelve a la actuación después de siete años).

Confiseo entonces que no voy a escribir nada nuevo sobre Apocalypto, pero les dejo unos fragmentos de la crítica que escribí sobre la película para El Amante hace tres años:


“Se sabe: el músculo pesa más que la grasa. A igual volumen, una persona musculosa es más pesada que una persona grasosa. Pero, a pesar del mayor peso, el desarrollo de los músculos permite moverse a mayor velocidad. Apocalypto de Mel Gibson es una película terrible, absolutamente muscular, y se mueve endiabladamente rápido. También es una película que carga con su propio peso, y con los pesos de Gibson. Van apenas unas líneas y esta crítica corre –ojalá sepa correr– el riesgo de ser acusada de glorificadora del músculo, de discriminadora y de pertenecer a alguna ideología totalitaria. Apocalypto, sangrienta, veloz, salvaje, con más de dos horas de fiebre narrativa y violento viaje alucinatorio al siglo XVI del ‘nuevo mundo’, recibe tiros, e incluso algunos –por esa propiedad transitiva que tienen los disparos– dirigidos a un exabrupto alcohólico de Gibson.

(...)

La estructura de la película tiende al equilibrio, a un equilibrio arrasador basado en acciones y reacciones (como en la serie Mad Max, otra ultraviolencia, protagonizada por Gibson). Luego del prólogo, que incluye el peligro anunciado en el encuentro entre los cazadores y los desterrados, y la vida bucólica en la aldea, el relato entra en un embudo patinoso lleno de muerte, y de aires, vegetaciones, aguas, tierras y piedras espectaculares, que llega a su punto culminante en la ciudad y los sacrificios, y en las cabezas y los cuerpos que sin preámbulos caen por las escaleras de los templos. Todo impacta con su enormidad, con la violencia multitudinaria y apiñada del rito colectivo: una prueba más de que las proyecciones en salas de cine (en fílmico o en el soporte que fuere) no van a desaparecer por más circulación de DVD que haya. Este primer trayecto de Apocalypto, que transcurre durante el alejamiento de su familia del protagonista Garra de Jaguar, les grita a los consumidores de VCD y truchadas hogareñas que nada han visto ni sentido. El segundo trayecto es la vuelta de Garra de Jaguar, luego de su paso por un infernal pozo de cadáveres, y la pulsión es vital. Se trata de una historia de supervivencia, y viene envuelta en una persecución feroz y tremenda, en una aventura muscular, simple y bella. Después de tanto cine que venía rizando el rizo de las aventuras, haciéndolas complicadas y vendiendo ‘superaventuras’ (análogas al superwestern del que hablaba Bazin), Mel Gibson alisa la superficie y vuelve, como en Corazón valiente, a contar un relato directo, espectacular, violento, sanguíneo y sangriento. Y recupera así el género y la capacidad del cine para transportarnos a otro mundo.”

Bueno, eso, vean Apocalypto (sí, bueno, en DVD, no está en el cine), mientras yo trato de ir a ver otra vez Aquel querido mes de agosto e intento pensar en la película de Scorsese.

{moscomment}