125 COLUMNAS, CARLOS, ARGENTINAS Y MICHELLE M./ 
Caprichos

8 MINUTOS ANTES DE MORIR

/Por: Javier Porta Fouz. Esta es mi columna 125 para Hipercrítico. Sí, claro, 125 no es un número redondo-redondo de esos que todo el mundo usa para grandes miradas retrospectivas, pero si lo miran bien, multiplicado por 4 da 500, y multiplicado por 8 da nada menos que 1.000. Dicho esto, no haremos grandes retrospectivas sino apenas algunas observaciones cinematográficas (y de alguna otra clase) según los caprichos del columnista, que oscila entre la primera y la tercera persona del singular para referirse a sí mismo. Y a veces incluso hasta utiliza la primera del plural.

1. Junto con Los agentes del destino, una película sobre un político, la película más interesante estrenada la semana pasada fue Carlos, de Olivier Assayas, sobre el famoso terrorista venezolano Illich Ramírez, alguien que estaba convencido de estar haciendo política de alto nivel secuestrando y asesinando. ¿Película? En realidad Carlos es una miniserie de más de 5 horas, que aquí se estrenó proyectada en DVD en su versión de menor duración, de cerca de 3 horas (ambos cortes son del director). Yo vi la versión completa, pero supongo que no se debe ver muy afectada la versión reducida porque la estructura está armada por bloques argumentales, grandes episodios en la vida de Carlos, “militante internacionalista” y pieza fundamental en el escenario de la Guerra Fría, especialmente en la década del setenta. Carlos, tal vez el logro definitivo de la etapa más global y estilísticamente un tanto posmoderna del cine de Assayas, es trepidante y violenta, y a pesar de la cercanía física que establece con su personaje mantiene una marcada distancia ideológica, una suerte de neutralidad para observar las pasiones e intereses en juego. Pocos cineastas se animan a meterse con la historia, menos con la historia reciente, menos con la historia reciente más polémica, y menos aún a musicalizar de esa manera.

2. En algunos carteles de propaganda de la campaña de Filmus se lee “La nación y la ciudad trabajando juntos”; ¿juntos? Nación y ciudad son dos sustantivos femeninos: debería ser “juntas”. En algunos de esos carteles incluso está la imagen de la presidenta, que suele preocuparse mucho por esa “a” final de su cargo.

3. Vi dos películas argentinas que no me gustaron nada: Juntos para siempre y Aballay, el hombre sin miedo. La primera, dirigida por Pablo Solarz, es tremendamente misógina y hasta misántropa, los que no son problemas en sí mismos, pero aquí esa misoginia y esa misantropía están encajadas en una película estática, en la que los actores parecen esperar a que el otro termine de decir sus líneas para hablar, lo que genera un estatismo por momentos exasperante. Hay algo como de engranajes oxidados, de falta de ritmo, acentuado por la necesidad de que los diálogos transporten “ideas” plúmbeas, presentadas de forma gruesa, con demasiado énfasis puesto en hacernos saber que el mundo es un horror, y que también son un horror las familias y las parejas: gentes miserables y vidas miserables, en una película no especialmente lujosa en ideas ni en fluidez. Aballay de Fernando Spiner (su mejor película sigue siendo La sonámbula) intenta ser un western, e intenta la épica, y hasta conoce las referencias y la teoría del western (por ejemplo, héroe masculino siempre incompleto, que tiene que probar algo; mujer que no tiene que probar nada), pero falla en cuestiones básicas como la creación de un universo consistente. La película parece transcurrir en un vacío de sentido (no hay historia detrás de este western, no hay mito), hasta de alma; hay actuaciones extravagantes, casi circenses (las muertes de algunos personajes parecen hasta paródicas, payasescas, la sarasa del personaje de Fontova corta cualquier clima, la pronunciación española de Goity es una esforzada imitación fallida, y Nazareno Casero es cuanto menos extemporáneo). Y hay algo de estiramiento en el relato, como si la adaptación del cuento no diera para tantos minutos. Hay otros defectos, pero creo que todo se resume en que Aballay estudió el western pero lo aprendió meramente de memoria, sin entenderlo, sin conocerlo.

4. También vi 8 minutos antes de morir, de Duncan Jones, un interesante thriller de ciencia ficción que entre otras cosas (como la reelaboración de Hechizo del tiempo en otro género y a otra velocidad) materializa la fantasía de los americanos de reescribir la historia y evitar el 11 de septiembre de 2001. Podría seguir hablando de la película, pero quería destacar la belleza de Michelle Monaghan, la belleza de Michelle Monaghan, la belleza de Michelle Monaghan, la belleza de Michelle Monaghan, la belleza de Michelle Monaghan…

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