UN CINE REABIERTO Y DOS RECOMENDACIONES/ 
Recoleta, Zapala, Montevideo

GLUE Y LA VIDA ÚTIL/Por: Javier Porta Fouz. En la semana en la que reabrió  el Village Recoleta, recomiendo dos películas que no dan en esos cines. Pero estuve en la reapertura, así que les cuento algunos detalles.

Para la reapertura del Village Recoleta del jueves 14 de julio, los periodistas, críticos y etcéteras recibimos la invitación desde múltiples remitentes, pero los mails no decían lo mismo. Los horarios del desayuno, de la película que se proyectaba, de la reapertura y de la “recorrida” por los cines no coincidían. Había mails que ni siquiera incluían información sobre el “acto” de reinauguración. Y los diferentes encargados de prensa pedían confirmación de la invitación por separado. En fin, que un poco de coordinación no vendría nada mal, evita malhumores y pérdidas de tiempo. Algunos invitados estaban desconcertados. Yo, como apenas recibo información contradictoria repregunto, conseguí tener los datos correctos, aunque luego se atrasó el momento de la apertura con Ricardo Darín y la recorrida guiada no ocurrió, o fue tan fugaz y de tan poco alcance que ni se notó.

Cerraron las seis salas de arriba, las de mayor capacidad en promedio. Y quedaron las diez de abajo. Arriba están terminando lo que llaman “Recoleta Mall”. En el material de prensa entregado puede leerse que tal y tal restaurant tendrán “seating propio en el Roof Garden”. Seating. Como el mall de upstairs todavía no está finished se podía feel un poco de dust en el place, y había noises de los construction workers. Back to español. Los cines de abajo siguen arquitectónicamente iguales, con las butacas más cómodas y la mejor disposición (lo que genera la mejor visión) entre los cines que conozco, y la excelente película que se proyectó (Súper 8, que se estrena el 4 de agosto, ya escribiré sobre ella) se veía y se escuchaba hermosamente. Dos de las salas son ahora digitales. Además de la pérdida de las salas de arriba, no es ciertamente un motivo de festejo la pérdida del espacio abierto cercano a la zona de la boletería. Ahora todo está más encajonado y el techo pintado de un rojo demasiado oscuro, que no ayuda a expandir –aunque sea espiritualmente– los metros cúbicos que quedaron. La penumbra del ambiente de ayer (espero que pongan más luces, o que las prendan) tampoco ayudaba a disfrutar del espacio. Ya veremos cómo queda todo cuando el centro comercial esté abierto y el polvo se haya disipado. Por ahora hay celebro, con las reservas apuntadas, la reapertura de las diez salas de abajo, que siguen siendo de las mejores para ir al cine en Buenos Aires.

En cuanto a las películas de esta semana, no pienso ver la Harry Potter 7.51, no me interesa, casi que no lo entiendo (vi dos de las películas y hasta ahí llegó mi amor). Quiero recomendarles un estreno del Malba: la película argentina Glue, de Alexis Dos Santos, exhibida en el Bafici 2006. En el catálogo del festival de ese año escribí esto: “ ‘¿Vieron que cuando uno está con amigos se comporta distinto que cuando está con la familia?’ Ese es un diálogo crucial de Glue. Entre los amigos –un espacio de libertad y comodidad, pero también de riesgo– y la familia, zona de mucho mayor conflicto pero de cierta contención, transcurre el verano de Lucas (Nahuel Pérez Biscayart) en Zapala, Neuquén. Vista de manera fragmentaria, la ópera prima de Alexis Dos Santos ofrece momentos refulgentes, de llamativo realismo y abrumadora cercanía, como la pelea entre mujeres, los ensayos de la banda de rock o cualquier deambular en bicicleta. Pero Glue se ve mejor como una tonalidad, como una poética y cruda, tierna y feroz crónica adolescente, hecha con un amor y un ojo para el detalle inusuales. Tal vez en esa combinación productiva entre los detalles y el todo esté el secreto de las grandes películas sobre la adolescencia. Y Glue dice que tal vez en la oscilación constante entre la nada y la plenitud esté la clave de esos años en los que un joven es aún demasiado joven para ser joven.”

Y también quiero recomendarles un estreno de la sala Lugones, la película uruguaya La vida útil, de Federico Veiroj: Montevideo. Blanco y negro. Actuada por un crítico de cine (Jorge Jelinek, una revelación, y ganador del premio al mejor actor en el pasado Bafici). Una historia de vida de alguien que trabaja en la Cinemateca Uruguaya, basada en ambientes reales y en conversaciones realistas, la película se plantea, o le plantea al entrañable protagonista, un escenario de fin, de crisis: qué hacer cuando se pierde el cómodo mundo –bastante encerrado– al que se pertenecía. Hay que salir, y ese salir implica la aventura, lo desconocido, que puede ser todo un desafío para aquellos que suelen optar constantemente por las experiencias vicarias del cine. La vida útil posee un espíritu clásico y un cerebro moderno, aunque jamás ostentoso, fútil o autocomplaciente: en 67 minutos se cuentan rutinas y emociones con gracia y concisión, y con esa belleza de gris melancolía que pocas ciudades ofrecen en mayores dosis que Montevideo.

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