HAY QUE VER COPIA CERTIFICADA
Disfraces

Copia Certificada/Por: Javier Porta Fouz. Abbas Kiarostami lo hizo otra vez. Pocos cineastas pueden preguntarse con esta frecuencia por el estatuto del cine y de la realidad –con siempre renovadas ansias de refundar su carrera, para seguir siendo fiel a sí mismo– y, a la vez, brindar una película tan disfrutable como rica y engañosa.

Ladino. Según el Diccionario de la Real Academia Española: “se decía de quien habla con facilidad alguna o algunas lenguas además de la propia” (tercera acepción de esta palabra). Sí, claro, al ser iraní Kiarostami habla persa o farsi, pero lo importante aquí es tener en cuenta que Kiarostami ha sido uno de los formadores de la lengua, de la manera de expresarse, del cine iraní moderno. Sus largometrajes del siglo XX, desde el imprescindible y futbolero The Traveler (1974) hasta El viento nos llevará (1999) ofrecen en un cuarto de siglo una filmografía tan consistente como influyente. (Paréntesis: si no vieron Y la vida continúa, de 1992, y Close-Up, de 1990, hagánlo, son dos películas fundamentales). El ladino Kiarostami no solo habla farsi y la lengua del cine iraní, también ha hablado en experimental (Five, 2003), en digital, ha ido a África, ha hecho películas-puente entre Asia y Europa como Shirin (2008) o su colaboración con Ken Loach y Ermanno Olmi en Tickets (2005), para ahora hacer una película europea como Copia certificada. ¿Europea? Bueno, Kiarostami habla el lenguaje del cine europeo, con claras referencias a Viaje en Italia (1954) de Roberto Rosseliini. Y esta película-paseo-conversación-tensión de ¿pareja? también remite a los dos Linklaters “europeos”: Antes del amanecer (1995) y Antes del atardecer (2004).

Copia certificada es una película en la que la francesa Juliette Binoche y el inglés William Shimell juegan a que son especialistas en arte (una vendedora, un escritor) que pasean un día por Italia, por unos pueblos de la Toscana. ¿Cuál es la relación entre estas dos personas? No conviene adelantar ese tipo de información, y de hecho la película no concluye interpretativamente. El relato, los personajes, el estatuto de la realidad de la pareja, de la ficción dentro de la ficción, se van modificando con el correr de los minutos y no terminan en ninguna cristalización segura. Kiarostami juega al cine, hace que habla la lengua del cine europeo y sigue hablando de los temas que le interesan (entre otros la figura del impostor, de la impostura, como en Close-Up). De paso, Kiarostami les recuerda a no pocos entumecidos cineastas europeos actuales que el mejor cine del continente estaba lejos de la linealidad, que podía disfrazarse y que podía, siempre a partir de la reflexión vivificante, ser inteligente. Copia certificada es una película de disfraces, de lo que ocultan y de lo que suman las copias en relación con el original, del ir y venir entre idiomas, de desplazamientos entre las artes (Shimell actúa de escritor y es cantante lírico), una de esas películas que al terminar nos dejan con muchas preguntas y nos hacen volver a verla, desde el principio, depositando nuestra atención en detalles que cambian de significado. Y como medio para todo esto, Kiarostami entrega una película de especial consistencia para pensar la pareja, la maternidad, las indiferencias y esos momentos en que todo parece poder salvarse y derrumbarse a la vez. Que Juliette Binoche sea una de las mujeres más eróticamente fotogénicas de la historia del cine es pura yapa.

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