HAY QUE LEER LOS OTROS DE JOSEFINA LICITRA/ 
Historias cercanas

LOS OTROS/Por: Javier Porta Fouz. No pude ir al Festival de Mar del Plata y, si bien vi algunos de los estrenos de este jueves de renovada avalancha de lanzamientos, lo que más me impactó en estos últimos días es un libro que salió hace uno o dos meses. Se llama Los otros, lo escribió Josefina Licitra, y bajo el título se lee “Una historia del conurbano bonaerense”. Con mayor precisión, la historia –real—transcurre en el conurbano zona Sur, Valentín Alsina, partido de Lanús, barrios de Villa Giardino y Acuba, a la vera del Riachuelo. Otros espacios son la feria de La Salada, los Tribunales de Lomas de Zamora y el Parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos Aires. La historia, bueno, la historia la leen en el libro. Porque es un libro imprescindible.

Al terminar de leerlo, busqué comentarios sobre Los otros en Internet. Entre lo que encontré recomiendo esta nota de Hugo Caligaris. Me extrañó encontrar tan poco escrito sobre el libro en la web. Como no escucho radio, no sé si a Licitra la entrevistaron mucho, poco o nada. Yo llegué al libro porque en Twitter lo recomendaron Gustavo Noriega y Osvaldo Bazán.

Lectores indolentes, o los que directamente no quieren leer, quizás digan que para historias como la de Los otros prefieren leer los diarios o escuchar la radio o ver la televisión. Me acordé, otra vez, del imprescindible El crítico como artista de Oscar Wilde y el “¡Oh!, el periodismo es ilegible y nadie lee literatura”. La historia de Los otros no equivale a la de breves crónicas escritas de forma urgente o directamente a las apuradas (parece que sí, pero no es lo mismo una cosa que otra). La historia que cuenta el libro Los otros encontró la forma en el libro Los otros. La literatura, otra vez Wilde, es la perfecta expresión de la vida. La literatura es forma. El qué –dijo V.F. Perkins, es el cómo. Licitra narra, afina las historias que son los afluentes de la historia central de su libro, sabe –como supo Bioy después de Plan de evasión– de la importancia de la digresión, del comentario. Escritora en el terreno, y en un terreno al que debe acercarse para poder narrarlo, Licitra no esconde sus reacciones, sus miedos: el relato de la visita a la feria de La Salada es ejemplar en este sentido. Otra vez Wilde, en forma de hipérbole: “cuando la gente nos habla de los otros suele ser pesada. Cuando nos habla de ella misma es casi siempre interesante”. Licitra, en Los otros, supo hablar de los otros sin borrarse ella misma. Incluso supo, en un capítulo de líneas como dardos, recuperar la voz de su amiga (y columnista de este sitio) Adriana Amado, que opina in situ sobre el lugar del que se fue hace años, ahora revisitado (yo, por una de esas experiencias autoimpuestas, decidí leer la segunda mitad de Los otros en mi viaje en tren, remis y colectivo al lugar de la provincia de Buenos Aires del que me fui hace décadas). Las palabras de Amado, en la forma en que las presenta Licitra, aciertan con la pintura, con los comentarios, con la furia, con la tristeza. Sin salir/nunca nada/nunca/nunca/ni una flor/tierra seca/sin/estética de la inseguridad: vuelvo a leer el capítulo, vuelvo a la línea “eso dicen los progresistas que NUNCA vivieron en el conurbano”. No les voy a contar el “eso”. Lean el libro.

Con narrativa límpida, Licitra sabe concentrar la fuerza del sentido de lo que viene contando en frases cortas, apuntes que reverberan, golpean. Al principio: “hay mucho que explicar. Nadie sabe cómo pasaron las cosas.” Al final, uno sabrá que pasaron muchas cosas, cosas que se pudieron contar, otras que no, y que sigue habiendo mucho, abrumadoramente demasiado, que explicar. Cuando uno ve Viñas de ira de John Ford, sobre esa familia errante y pobre debido a los efectos de la Gran Depresión, o cuando uno escucha canciones de Bruce Springsteen sobre desesperados y desclasados varios, el mundo se individualiza, se simplifica, se pasan en limpio angustias colectivas e individuales. Como en Los otros, en esa película y en esas canciones hay sufrimiento, golpes, caídas, injusticias. Pero ni en Ford ni en Springsteen la desesperación tiene a la perdurabilidad como una de sus características principales.

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