EL CUERVO, HOMBRES DE NEGRO III Y MADAGASCAR 3
Tres recomendaciones

TRES/Por: Javier Porta Fouz. Durante las últimas semanas (¿meses?) fui al cine mayormente a ver películas sobre las que iba a tener que escribir, con ese horizonte de “tarea” en mente. En estos últimos días, entre diversas actividades y gracias a mi gran capacidad de saber con exactitud cuánto se tarda en llegar de un lugar a otro (si eso fuera una disciplina olímpica podría ganar una medalla de oro), pude encajar tres películas que no tenía que ver obligatoriamente. Y me gustaron las tres, en diverso grado. Vamos una por una, en orden creciente, ahora, ya.

 1. El cuervo. El director es James McTeigue, el mismo de V de venganza, una película que en el momento de su estreno fue una sorpresa mayúscula: una película de un debutante (aunque con gran experiencia como director de segunda unidad) con una felicidad narrativa evidente. ¿Felicidad narrativa? Sí, algo así como una fluidez alegre, festiva, un placer por contar que se transmite al espectador, que se siente transportado a viejas matinés con bloquecitos Suchard con cereales (el de papel rojo) pero sin necesidad de una estética retro. McTeigue maneja con gran eficacia la mezcla de un espíritu clase B, un poco jocoso y un poco irresponsable, con impactos y encrucijadas digitales. Previsiblemente, no todo le sale bien todo el tiempo, pero en El cuervo logra dotar de vida a un artefacto que incluye una Baltimore neblinosa, un Edgar Allan Poe interpretado con fervor y sardónica conciencia histórica por John Cusack, y una serie de asesinatos con una lógica copiada de películas de asesinos copiones (Copycat). Los cuentos de Poe se desgranan, y también las múltiples referencias a las creaciones de Roger Corman basadas en el escritor. El péndulo mortal y filoso, desde que existe la película de Corman (la fundamental El pozo y el péndulo, de 1961), es Poe y también es Corman. El nombre El cuervo también podría pensarse como un homenaje al prolífico director y productor: la película El cuervo de Corman (1963) también apenas usaba el poema del título como una mera excusa para la diversión entendida con pasión.

2. Hombres de negro III. A 10 años de la II (sí, ya pasaron 10 años) y dirigida como siempre por Barry Sonnenfeld, exhibe algo de “manufactura de producto veloz y trepidante” que puede cansar por momentos, pero esta serie siempre tuvo algo parecido a un alma de película: actores nobles, chistes de sobra (ese playón de extraterrestres es una gran fuente de humor en segundo plano), reglas claras para la ciencia ficción y la fantasía. Will Smith y Tommy Lee Jones logran –y mantienen– esa gran química basada en la distancia que impone el actor más arrugado de Hollywood. En esta tercera parte se agregan Emma Thompson y Josh Brolin, que hace de Tommy Lee Jones joven, en un fabuloso encastre de personalidad actoral. Hay más, sí, como toda la línea de análisis e interpretación que impone el guionista, pero esa es otra nota.

3. Y por último, una de las mayores sorpresas de este año: Madagascar 3 – Los Fugitivos es una película fulgurante. Por ahora la vi una vez, en castellano y no en 3D. El 3D, intuyo, es fundamental para hacer crecer los momentos de mayor juego de colores saturados sobre fondos plenos. Y las voces originales seguramente generen aún más chistes (¿la darán en idioma original?). En Madagascar 3 hay tanta inventiva plástica, humorística y en cuanto al vértigo narrativo que se hace imposible de captar en una primera visión. Entre humor multicapa (no meramente referencias gastadas para los adultos), juegos casi abstractos con los colores y las formas, personajes que se delinean cada vez mejor (esos pingüinos son un invento seguramente perdurable) y musicalización desatada, Madagascar 3 pide (o me pide, al menos) por lo menos una segunda visión. Allá voy.

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