Jugar R Tarruella

Por Javier Porta Fouz. Uno dice que, entre otras cosas, es crítico de cine. Y te dicen “ah, te gusta mucho el cine”. Bueno, sí, pero también me gusta mucho la crítica de cine. Leer crítica de cine. Y en Argentina hubo un crítico (1942-1994) que fue singular, extraordinario. Quienes lo conocieron cuentan grandes cantidades de anécdotas sobre su vida, recuerdan sus frases a la salida de las funciones. Y hay quienes pueden hablar de su literatura por fuera de la crítica de cine (que en su caso también era literatura).

 

Leer críticas de cine: en algún momento vi ciertas películas con el objetivo principal de poder leer con mayor conocimiento ciertas críticas y quizás discutirlas. Y muchas veces, al leer buenas críticas (que no quiere decir lo mismo que críticas elogiosas) uno siente que le gusta el cine más que antes. Parte de ser crítico de cine es compartir el entusiasmo por las películas, o por algunas películas. Parte de ser crítico de cine y lector de críticas es compartir el entusiasmo por las críticas, o por algunas críticas, o por algún crítico. Si les gusta leer crítica de cine, conozcan a Tarruella. Si les gusta leer, conozcan a Tarruella. Los que siguen son algunos fragmentos de sus críticas, incluidos en el libro Jugar (la luz de otra cosa), editado por el Bafici en 2009.

“El cine es el arte de la puesta en escena. Para hacer una película todo sirve, desde una receta de cocina hasta el viaje a la Luna, decía el tigre Truffaut. Otro lenguaje. Otra escritura.” (Dossier sobre El amigo americano de Wim Wenders para la fundación Eikon, 1991)

“ALFRED HITCHCOCK, 80. De éste, nacido ‘bajo el signo de Leo’, hijo de un comerciante de aves de Essex, que estudió con los jesuitas en San Ignacio, que dejó de contarnos sus fábulas el 29 de abril, no diremos nada, ya que todo lo que se diga en esta revista estará relacionado con él y con sus obras.” (En los obituarios del único número de la revista El amigo americano, 1980)

“Western urbano, musical, ballet duro, película de aventuras, film de amor, fábula moral, Calles de fuego, culminación anarco-futurista del arte de Walter Hill, es una obra maestra para ver varias veces. Como dice un personaje, ‘Sigan adelante. Es lo único que importa’.” (Tiempo Argentino, 1984)

“La tercera obra de Aristarain, La discoteca del amor, es la expresión totalmente opuesta al cine falso, vacío, que proponen Los miedos y El infierno tan temido. Film clásico, exponente de un placer de hacer cine, y de haberlo visto, utiliza la memoria, pero afortunadamente no es para nada nostalgioso.” (El amigo americano, 1981)

“El celuloide impreso por un tal Anwar Kawadri –sin inventiva siquiera para intentar un terrorismo saludable de la puesta en escena– es una aburrida performance de film porno cuya ingenuidad o estupidez o chatura lo convierten en un equivalente de los primitivos de principios de siglo o de los nudies de los cincuenta. (…) Cine porno y publicitario indiferenciados, en un cruel febrero de carteleras que exhiben los últimos Lelouch, Carreras, Bolognini… Mejor irse a casa a comer empanada gallega.” (Crítica de El horóscopo del sexo en Tiempo Argentino, 1986)

“El cine, como la poesía o la plástica, como la música, el fútbol o el ajedrez, tiene una memoria, una historia, un orden de elementos de una gramática, un alma que se expresa en miles de films, en millones de imágenes. Cada nueva película, para ser analizada, gozada o sufrida, debe invariablemente ser cotejada con ese pasado, igual que un cuadro o un problema ajedrecístico, para encontrarle su verdadero lugar. Ver un film es entrar en un sistema de relaciones de constantes, de equivalencias y diferenciaciones, y en ese sentido no hay ‘films aislados’.” (Crítica de La mejor casita del placer en Convicción, 1983)