SOBRE EL DESCENSO DE ESPECTADORES EN LAS SALAS |
¿Qué hacer para que la gente vuelva al cine? |
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Lo que sucedió este fin de semana es interesante ya que la oferta de estrenos era particularmente atractiva. Había películas de gran espectáculo como Beowulf; estaba La Dalia Negra, un policial negro de Brian De Palma, que podría ser tan atrayente al público común como al cinéfilo; una comedia adolescente de calidad, como Supercool y que además venía de ser un enorme éxito en los EE.UU. y el debut de Ben Affleck como director, con Desapareció una noche, una sombría y sólida película. El lugar común diría: “para todos los gustos”. Pero el público prefirió hacer otra cosa.
No habrá, seguramente, una explicación única sino una conjunción de motivos diferentes. El primero que uno piensa es el valor de la entrada. En términos relativos, respecto de la enorme oferta de entretenimiento accesible, el cine es casi prohibitivo. Una pareja puede gastar en una salida al cine, contando traslado y alguna comida, casi cien pesos. Quedándose en su casa tienen acceso a un dvd, legal o ilegal, por mucho menos dinero. Las salidas al cine en sala se restringen y se limitan a los blockbusters que la publicidad y la acción de los medios hacen obligatorios. Lo cual trae otras consecuencias. Esos grandes lanzamientos tienen como objetivo, en general, a los niños y los jóvenes. El consumo se infantiliza, se pierde la costumbre de ver películas adultas y así, films como los de De Palma o Ben Affleck terminan resultando “un bajón”.
En mi diagnóstico, la situación es grave y preocupante. Creo que la piratería juega un papel muy menor en el descenso de espectadores en el cine. Creo, además, que las consecuencias culturales son muy inquietantes. ¿Qué hacer? No estoy seguro pero me parece que lo prioritario es hacer más barato el precio de las entradas, estimular la asistencia a las salas (¿se acuerdan de “El día del cine”?), mejorar las mismas, generar un circuito de cine alternativo con calidad de proyección y, en el caso de los medios, generar una agenda propia que no siga perezosamente lo que se supone que la gente pide sino que ofrezca alternativas.
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