SEÑALAR LO INADVERTIDO
Un gesto valioso de la crítica

Cartel 4 meses 3 semanas 2 díasAnton EgoPor: Gustavo Noriega. Hay en el final de una de las mejores películas del año, Ratatouille, un monólogo de un crítico, de restaurantes en este caso puntual, pero cuyo contenido se puede aplicar al mundo del cine (de hecho, creo que en eso estaban pensando). Allí, Anton Ego (atención al apellido), dice: “En más de un sentido, el trabajo del crítico es fácil. Arriesgamos poco y aún así nos situamos por encima de aquellos que ofrecen sus trabajos y sus personas para nuestro juicio. Nos deleitamos en la crítica negativa, que es fácil de hacer y divertida. Sin embargo, la amarga verdad que los críticos debemos enfrentar es que, en el gran esquema de las cosas, cualquier porquería es más significativa que la crítica que la condena. Pero hay momentos en que un crítico realmente arriesga algo, y eso es en el descubrimiento y la defensa de lo nuevo.”

No sé si estoy totalmente de acuerdo con Ego (qué raro suena eso). He leído algunas críticas que son más valiosas que las películas de las que hablaba. No creo en una esencia parasitaria de la crítica sino más bien lo contrario, creo que es una arte en sí mismo, tan digno de ser criticado como la peor o la mejor de las películas. Pero adhiero con emoción a la idea de que el momento más noble de la crítica es cuando señala algo desconocido, nuevo, apartado de la atención generalizada.

En momentos en que las estrategias de marketing de las distribuidoras y la mansa obediencia de los suplementos de espectáculos hacen irrelevante el ejercicio negativo de la crítica (a nadie le importó que todos los medios destrozaran a El Código Da Vinci) quizás el señalamiento de lo inadvertido sea su último gesto valioso.

Sucedió esta semana, con una película rumana. Se trata de 4 meses, 3 semanas, 2 días, una historia terrible relacionada con el aborto y las condiciones de vida en un estado totalitario como el de Ceaucescu, en la Rumania de fines de la década de 80. Es la tercera película de ese país que refleja ese mismo mundo que se estrena en Argentina este año. Junto con las anteriores, La noche del señor Lazarescu y Bucarest 12:08, insinúa la aparición de un cine rumano con características comunes: realismo, cámara en mano, largos planos secuencia, compresión temporal (todas suceden a lo largo de una noche o unas pocas horas) y que reflejan un mundo decadente y triste, el del fin del comunismo.

No es este el lugar para evaluar un cine nacional a partir de solamente tres películas. Lo que queremos decir es que los diarios y la crítica especializada cumplieron el cometido de Ego. Las críticas elogiosas de Página 12, que le puso 9 puntos; de Clarín, que la calificó con Excelente y de La Nación, con un Muy Buena, llamaron la atención sobre 4 meses, 3 semanas, 2 días que tuvo 12 mil espectadores en 12 salas a lo largo del último fin de semana, mejor promedio que películas con mucho más promoción.

¿La moraleja? Es muy sencilla y ya la dijo el personaje de una película de Herzog: “Cuando está lleno, vaciar. Cuando está vacío, llenar. ¡Y rascarse cuando pica!”

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