Por Javier Porta Fouz. 1. Este año… No, ni siquiera este año: ocho meses todavía no completos de 2013 ya han brindado un menú cinematográfico mecho mejor al de 2012. Tabú, Antes de la medianoche, Titanes del Pacífico, La cabaña del terror, El conjuro, En otro país, Iron Man 3, Viola, La nana, Django sin cadenas, Lincoln, The Master, Nada es lo que parece, Lazos perversos, La noche más oscura. Todas películas dignas de un top ten. Este bienvenido exceso de buenas películas, de películas estimulantes, se ha agrandado con el estreno de la semana pasada Star Trek: en la oscuridad, la película de J.J. Abrams, a estas alturas, con cuatro largometrajes, uno de los grandes directores de la actualidad.
2. Star Trek: en la oscuridad es una prueba más de la tremenda capacidad de J.J. Abrams, un que ya con la Star Trek de 2009 había obrado una especie de milagro: inyectarle vida a una serie del pasado y que habían tenido un correlato fílmico que más allá de méritos aislados no vendía mucho más que entretenimiento vintage y no genereba mucho más interés que a los seguidores, los fans (esa endogamia). No hay nada vintage en las Star Trek de Abrams, no hay necesidad de centrarse en la endogamia, los guiños que haya (si los hay los podrán reconocer los fanáticos) quedan enterrados, o directamente anulados, por una fruición narrativa digna del mejor Spielberg (ese que también proyectaba su luz sobre Super 8).
3. Star Trek: en la oscuridad deja con ganas de más, como enseñaba Spielberg. Cuenta, y cuenta, y suma secuencias con vértigo, suspenso, esplendor visual, complicadas en el papel y logradas con claridad, absoluta inteligibilidad, a pesar de que pueden tener enorme enorme complejidad de detalles, de lógica, de disposición espacial. Una película con por lo menos cinco secuencias de acción muy diferentes entre sí como la del planeta en riesgo de ser cocinado por un volcán del principio (en el que trabaja con colores que quiebran las expectativas sobre Star Trek); la captura de Kahn; la persecución voladora de Kahn; el ataque al cónclave y la llegada a la otra nave volando entre escombros (realmente alucinante) es una película grande, o mejor dicho una película que aspira a la grandeza con fundamentos. No es nada fácil generar este nivel de acción, y a la vez sostener una estética clara, una definición precisa de los personajes, sus emociones y sus deseos sin resignar ritmo. O quizás sea al revés, quizás la mejor manera de hacer todo eso bien es por la claridad estética y narrativa y la claridad de la mirada, de las que se derivan los otros méritos.
4. En otro orden de cosas, todo aquel que se considere cinéfilo, o quiera saber cómo eran algunas charlas y reflexiones cinéfilas en estas tierras a fines de los ochenta y principios de los noventa, cómo era ese ambiente, con algunos de sus personajes fundamentales, no se pierda Cinéfilos a la intemperie el viernes 30 de agosto a las 19.00 en la Biblioteca Nacional, gratis. Cinéfilos a la intemperie es un documental dirigido por Carlos O. García y Alfredo Slavutzky, rodado entre 1989 y 1990 y recién editado en 2005 y presentado en el Bafici. Entre los participantes estaba Jorge Acha, personaje ineludible. Sobre Acha puede leer acá por ejemplo y hoy mismo, también en la Biblioteca, pueden ver una de las películas que dirigió.