SERGIO WOLF GARANTIZA CONTINUIDAD
Bafici y una buena noticia

Sergio WolfBaficiPor: Gustavo Noriega. En los últimos días de 2007 se designó a Sergio Wolf como director del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Se trata de una buena noticia. La falta de definición en cuanto al reemplazo de Fernando Peña, quien había renunciado por sentir que no contaba con garantías por parte del Gobierno de la Ciudad para llevar a cabo su gestión, había hecho circular rumores alarmantes respecto del perfil del nuevo director.
 

Wolf, que se desempeñaba como programador durante la gestión Peña, garantiza continuidad en un festival que está por cumplir su décima edición y que cuenta con prestigio local e internacional y una personalidad propia. El resto de los programadores continúa y el lugar dejado libre por Wolf en esa grilla es ocupado por Marcelo Panozzo, programador durante la gestión de Quintín, lo cual refuerza la percepción de continuidad. Las credenciales personales de Sergio Wolf, por otra parte, son excelentes, a la altura de las de sus predecesores.

Si el gobierno porteño no quiso (o no pudo) innovar en el Bafici, ¿por qué no hizo lo más sencillo, que era dejarlo a Fernando Peña? Y en todo caso, ¿hizo bien Peña en renunciar o fue una decisión apresurada? Lo cierto es que el ministro de Cultura nunca le hizo personalmente a Peña el ofrecimiento de quedarse. Parece claro que la idea del área de cultura del gobierno de Macri era mantener el perfil del festival pero deshacerse de la figura de quien era su director. Elegir a la persona que lleva adelante un evento cultural es un derecho legítimo de un gobernante elegido democráticamente; haberlo ejercido innecesariamente de una manera torpe y brusca empaña esa legitimidad. Sin embargo, ésta, la tercera transición en las autoridades del festival, es la menos conflictiva, la menos revulsiva y conmocionante. Buena parte de eso se debe a la generosidad del propio Peña que, entendiendo su calidad de fusible, dejó a sus colaboradores en libertad de acción para continuar y alentó personalmente a los más remisos a aceptar.

Para los amantes del cine no se trata más que de noticias buenas, o al menos de perspectivas alentadoras. Más allá de lo que vaya a suceder de aquí a abril, vale la pena animarse a soñar que un cambio tan profundo en la ideología del gobierno de la ciudad no altera la fisonomía del Bafici y que en su décima edición se va a repetir esa generosa oferta de títulos alternativos, cine arriesgado e inaccesible que es consumido por miles y miles de porteños. Sin embargo, una nota publicada por Beatriz Sarlo en Perfil, con varios errores de información en el copete y en el cuerpo central, ponía en cuestión a quienes aceptaban trabajar bajo la administración Macri, utilizando palabras excesivas como “oportunismo” y “reclutamiento sin principios”. En La lectora provisoria, el blog de Quintín y Flavia, respectivamente ex director y ex programadora del Bafici, se discute críticamente el artículo de Sarlo y la idea más general de si se debe aceptar un cargo de gestión cultural en un gobierno con el cual no se comparte el signo ideológico. La discusión es apasionante y dista mucho de estar cerrada (como pretende con cierta injustificada contundencia el artículo de Sarlo). Por mi parte, celebro la decisión de Wolf de asumir el cargo sin ser parte del Pro y coincido casi línea a línea con la lectura de Q&F en su blog. Se hace difícil criticar la política cultural del Pro si cuando ésta se abre a gente más allá de su área de influencia ideológica se impone la idea de rechazar los ofrecimientos. 

Lo interesante de la situación está en que por primera vez se está discutiendo la autonomía del Bafici, la posibilidad de que su gestión quede al margen de los vaivenes de la política y tenga asegurada su continuidad por ley. En ese sentido, es muy valioso que el propio Wolf lo haya planteado en plena asunción de su cargo. Pero hay algo más, más importante. La actitud de los antecesores de Wolf en el cargo, Fernando Peña y Quintín, fue generosa y abierta, ubicando al destino del festival como más importante que sus posiciones personales (Andrés Di Tella, el primer director del festival, hasta donde yo sé no participó en la discusión pública de estos días, pero no dudo de que estaría en sintonía con sus colegas). Esto habla de una autonomía de hecho, una comunidad de pensamiento y una conciencia de los logros alcanzados por el Bafici cada vez más difícil de revertir.  

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