SOBRE LA JOVEN VIDA DE JUNO |
Cine y educación para mi hijo |
|
Con el fútbol fue sencillo porque en mi casa todo el día todos los días hay un televisor encendido con algún partido de alguna liga de algún lugar del planeta. Lo esencial fue instruirlo en que lo más importante son los jugadores y que las camisetas son contingentes, como las nacionalidades. Riquelme, Messi, Henry y Cristiano Ronaldo por sobre River, Boca, Argentina o Nigeria.
El rock tampoco fue complicado. Cuando tenía uso de razón le prepare un compilado de Led Zeppelín. Ahora saqué entradas para Dylan y le compré una recopilación de su larga y cambiante carrera que acaba de salir al mercado. Nunca me trajo problemas, como hacerme escuchar High School o cumbias. Es un buen chico.
El cine debería ser más sencillo por razones de mi labor profesional. Sin embargo, me encontré con una dificultad inesperada. La semana pasada le dije que vaya a ver La joven vida de Juno, que iba a ser bueno para su formación, tanto estética como moralmente. Ayer volvió a casa y me dijo que fue al cine con los amigos pero que había visto Antes de partir, con Jack Nicholson y Morgan Freeman. Como lo indicaría cualquier libro de pedagogía, lo castigué encerrándolo en el ropero y me taponé los oídos con algodón para no escuchar sus gritos. A las dos horas ya me había olvidado de todo y me preguntaba porqué Francisco tardaba tanto en llegar. El silencio imperante me llamó la atención. Me llevé las manos a los oídos y recién ahí me acordé de la escena previa. Me saqué los tapones y escuché los gritos de Francisco que declaraba su inocencia, aparentemente desde hacía dos horas sin parar, según después me informaron mis vecinos. Lo saqué del ropero y escuché lo que tenía que decirme (eso también está recomendado por los pedagogos). Resultó ser que fue a ver Juno pero que la película que su padre le había recomendado por su valores estéticos y espirituales no era apta para menores de 16 años. O sea que una comisión había pensado exactamente al revés que yo, que La joven vida de Juno no iba a ser beneficiosa para su formación sino más bien todo lo contrario. A menos de que fuera acompañado por un adulto. Se supone que cuando va con un adulto la película no lo daña porque éste le va diciendo al oído lo que está bien y lo que está mal.
Yo creo que sería muy bueno que los adolescentes vean Juno. Si es con los padres, mejor, pero una salida con amigos sin adultos alrededor también está muy bien. Es una comedia en la cual una chica de dieciséis años queda embarazada. Piensa en abortar pero luego cambia de idea y decide tenerlo para darlo inmediatamente después de nacido en adopción. No hay nada reprobable en la mirada que la película tiene sobre el sexo entre los adolescentes ni sobre el aborto. Más bien todo lo contrario: la película naturaliza la situación con gracia y desparpajo: no juzga a nadie, deja que los personajes resuelvan con su inteligencia y buena fé. El personaje central, Juno, es uno de los más encantadores que el cine haya dado en mucho tiempo: su crecimiento personal a lo largo de toda la película va acompañado de su permanente frescura y su deslumbrante inteligencia.
Lo que la película muestra (adolescentes con brillo propio, que tienen la cabeza fresca y que toman decisiones sobre sus vidas) es lo que la comisión que califica a las películas supone que no existe. Así es que, si no se puede infringir la ley intentando que los chicos entren de cualquier manera a la sala (también le he enseñado a Francisco a desobedecer leyes injustas), hay que acompañarlos a ver La joven vida de Juno. También será estimulante y beneficiosa para los adultos.
{moscomment}