SOBRE LA NUEVA EDICIÓN DEL FESTIVAL Y UN ABSURDO RECLAMO
Bafici 08: más de cuatrocientas películas

BaficiPor: Gustavo Noriega. Se viene la décima edición del Bafici. Con una anticipación bastante fuera de lo común, el martes 18 de marzo, en una conferencia de prensa ofrecida por su director, Sergio Wolf, acompañado por el Ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, se puso a disposición del público toda la información necesaria.

Lo primero que hay que decir es que las inquietudes e incertidumbres que se generaron respecto del Bafici a partir del cambio en la Jefatura de Gobierno y las idas y vueltas en el nombramiento del Ministro de Cultura, han quedado disipadas. Con un equipo de programadores prácticamente igual al que venía trabajando con Fernando Martín Peña, Wolf presentó una programación que promete estar a la altura de las ediciones anteriores del Festival. Así que ahora no queda más que revisar la lista de películas y eventos, empezar a interiorizarse de todo lo que no se conoce y esperar el día de venta de las entradas. Antes que en el site mismo del Festival, aparece publicada en el muy recomendable site Otroscines.com, dirigido por el crítico Diego Batlle, la lista completa de películas y actividades.

El Bafici tiene muchas características que se han mantenido a lo largo de esta década. La mayoría son positivas y de ellas hemos hablado varias veces. Vamos a una de las negativas. El Festival, con su oferta desbordante en un período de tiempo corto, tiene una carga de histeria fuera de lo común. Los fans quieren tener toda la información lo antes posible. Muchos se quejan de que las películas son demasiadas. Es una idea difícil de entender. El festival presenta más de cuatrocientas películas. En Otroscines hay una discusión muy significativa y, al mismo tiempo, bastante graciosa. Un par de comentadores afirman que no tiene sentido que el festival provea de centenares de títulos cuando una persona normalmente no va a consumir más que una veintena de ellos. No es un reclamo nuevo y también algunos críticos participan de él. Batlle, razonablemente, les explica que no hay ningún problema en que la oferta sea mucha, esas 20 ó 30 películas que eligirá cada espectador provendrán de un universo más rico. Pero no, los quejosos vuelven a la carga: “no sé qué sentido tiene traer tantas películas si…”, blablablá.

Para ver lo absurdo del reclamo adaptémoslo a otra situación. Imaginemos que una persona va a un restaurante. Mira la carta, llama al mozo y le dice: “¿Qué sentido tiene que ofrezcan toda esta variedad de platos si solo puedo comer de a uno por vez?”.

La diferencia está en que esa persona puede ir al restaurante al día siguiente y pedir otro plato y así, tener la sensación, estúpida y egoísta, pero sensación al final, de que potencialmente puede liquidarse toda la carta. La diferencia es que lo que pasa por el Bafici no vuelve por ningún otro medio. SI te lo perdiste ahí, despedite. Como señala el propio Batlle el problema no es que el Festival ofrezca demasiado sino que esa oferta no se continúa a lo largo del año.

El cinéfilo es así. Quiere ver sus veinte películas pero, al mismo tiempo, no perderse ninguna otra. O sea, que una vez vistas sus películas, si tiene que elegir que en la sala de al lado no haya nada o haya una atractiva, prefiere que no haya nada. Es una idea estúpida y egoísta, es verdad, pero así suele ser el cinéfilo.

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