POCOS ESPECTADORES EN SALAS DE CINE |
Un negocio en crisis |
Por: Gustavo Noriega. La crisis de la industria cinematográfica es un hecho que venimos comentando en estas páginas virtuales desde hace tiempo. Lamentablemente no son los medios tradicionales los que están reflejando y reflexionando sobre este tema sino los más alternativos. Lo hemos hecho desde hipercritico.com y El Amante, pero también el site Otros cines y el blog micropsia están ocupándose seriamente del tema. Es de esperar que Clarín y La Nación tomen el toro por las astas de una buena vez. |
Diego Batlle, en su editorial de Otros cines dice:
“Las cifras del mercado en la primera mitad del año (caída del 8% con una pérdida de 1.500.000 espectadores respecto de 2007) son un fuerte llamado de atención para un negocio que está en crisis. Lo más grave es que no hay ningún sector conforme: se quejan los exhibidores, los distribuidores multinacionales e independientes, los productores argentinos y el público, para el que una entrada a 20 pesos es ya todo un lujo.”
El resto de la excelente nota analiza la situación para cada uno de los sectores de la industria de cine en Argentina.
Uno de los factores mencionados por todos en el análisis de esta debacle es el precio de la entrada. En elamante.com hicimos una pequeña encuesta y los resultados, con más de 400 votos hasta el momento en que escribo esto, son que más del 95 % piensa que las entradas están entre un poco caras y disparatadamente caras. Casi el 80 % piensa que son o muy caras o disparatadamente caras. Complementariamente menos del 5 % piensa que su precio es justo o barato.
En el número de El Amante que sale a los kioscos el próximo martes 8 de julio, le dedicamos la tapa y una serie de notas a la extinción del espectador cinematográfico.
Allí, respecto del precio de las entradas, Javier Porta Fouz escribe:
“La opción de ver las películas en el cine, cuando están en las salas de cine, ¿es realmente una opción para todos aquellos para los que antes era una opción? El valor de la entrada de cine, a precio completo, en los cines de primera línea de Buenos Aires es hoy de $ 20; ya está muy cerca de los 7 dólares de los noventa. En el año 2004, la entrada a precio completo a un cine de primera línea de México DF costaba unos 4 dólares, un poco más cara que el equivalente en ese momento en Buenos Aires ($ 11,50). Hoy, la entrada en Buenos Aires cuesta unos 6,50 dólares y en México no llega a 5. Sí, en Buenos Aires hay promociones. En México también.”
Seguimos en este número de El Amante, ahora cuestionando al espectador mismo por su propia culpa:
“Ha llegado la hora de decir que uno de los factores que ha contribuido a aplanar el mundo cultural en general y especialmente lo que se relaciona con el cine es el de la molicie del público. La gente que consume cine en nuestro país se ha convertido, en apabullante mayoría, en una manada de ovejas, que se comporta de manera estúpida y dócil. Consume lo que le dan. Como vacas pastando en la pradera se dirigen al montículo de pasto más cercano, al más llamativo, sin preguntarse nada, sin cuestionarse nada y rumian, complacidos, su perezosa satisfacción. Los que pueden seguir consumiendo cine pagan fortunas entre entradas, estacionamiento y pochoclo y actúan como si el único reaseguro ante tanto costo sea ir a lo seguro y ver las películas de las que todos (los medios) hablan.”
Finalizamos en El Amante con una carta abierta de Leonardo D’Espósito al propio espectador, a quien increpa por su falta de curiosidad y enjundia cinematográfica:
“Lo que me molesta, estimado o estimada, es que con tanta posibilidad de elección a mano no hagas uso de ella. Que la curiosidad se te haya muerto. Se me ocurre que eso de laburar cada vez más (y de que, horror, uno vea esas publicidades de gente feliz por consumir analgésicos para laburar aún más, algo que ni se le ocurrió a Paul Verhoeven en Robocop –no sé si la viste, era un gran blockbuster pero hace veinte años, a lo mejor para vos ya es vieja–) hace que uno quiera “distraerse y no pensar”, con lo cual opta por lo primero que tiene a mano (Tinelli es producto de eso), como si el cerebro descansara de esa manera (te aseguro que no). Quizás tenga que ver con la tecnología y con que, como ahora podés ver lo que quieras con sonido envolvente en el living, para qué moverte de tu casa (pero digamos, simplificando un poco, que ese artilugio sólo se disfruta a pleno con cosas puro efecto… ¿O se te ocurriría alquilar Honor de cavalleria? Sí, es una película buenísima que se disfruta más cuanto mejor se vea o escuche). Y en tu casa, claro, mientras mirás El Hombre Araña 3, atendés el teléfono, hablás a los gritos con tu pareja que está en la cocina, te levantás a buscar una gaseosa o una cerveza, etcétera (y, como perdiste el hábito comunitario del respeto por el otro, en el cine hacés exactamente lo mismo, creyendo que pagar una entrada te da el derecho de portarte como se te canta). Finalmente, bajaste el cuello y sos un esclavo más, tan esclavo que ni siquiera optás por tomar por asalto tu ocio. O todo eso junto. Por las dudas, te aclaro, la culpa es toda, exclusivamente, tuya. El día que digas “no”, volvemos a hablar.”
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