tv

Por Cicco. Podrá decirle no a su pareja. Chau chau adiós. Podrá decirle que no a su barrio. A su casa. A sus padres. Con algo de esfuerzo, al pucho y al boliche. Pero a la tele, no. Porque, con la tele, como sabe todo el mundo, no se jode.

 

Si resisto el mundial, pensé en estas semanas, puedo resistir a todo sin tevé. Meses atrás, llegamos en familia a la conclusión de que a duras penas la tele se encendía dos veces al mes. ¿Para qué seguir pagando una cuota irrisoria cuando podemos ver series y pelis por la computadora? Y así fue: cortamos por lo sano y a inicios de año, chau tele. La empresa de cable insistió e insistió. Ofreció planes nuevos, descuentos a precio de La Salada, y cuando nos pusimos firmes, quisieron, desconsolados, saber por qué: ¿hay algún problema con el servicio? ¿los canales no le gustan? ¿probó con el paquete de películas premium? Nada de eso. Ya no vemos más. O, para decirlo más clarito, ya no necesitamos de la tele.

Ahora, comemos en paz. Compartimos experiencias del día. Nos pasa por al lado los escandaletes del mundo del espectáculo. Nadie nos grita desde la pantalla. Nadie nos vende. Nadie nos sacude para vendernos una crema de enjuague. En casa, se come en silencio. El ruido de fondo, no es de TN, es de pajaritos.

Ya lo dijimos aquí y vamos a volver a repetirlo: a la tevé le llegó su cuarto de hora. Desplácela de su vida y verá cómo respira mejor, vive mejor, su tiempo libre lo disfruta mejor, y va mejor de cuerpo. La tele es un nudo al estómago. Una patada al hígado. Un pelotazo en la ingle.
Un surco nuevo e irrecuperable en su lóbulo frontal.

La gente que enciende la tele es poco imaginativa. “Vamos a ver qué hay en la tele”, repetía papá en casa, cuando éramos chicos. Lo cual, era una forma de decir: “Saben, aca no hay nada muy interesante, así que veamos si en otro lado del mundo, sucede algo digno de salir en el noticiero”. Y así nos criamos. Las emociones siempre llegaban de afuera, gracias a la pantalla chica.

La tele es responasble de tanto idiota con aires de celebridad. Siempre me gustó la frase: “Sacar del aire”. Sacar del aire a toda esa gente, es una forma, sutil, de decir: “asifixiémoslos a todos”. Lo cual, suena muy prometedor.

La empresa dejó de llamarnos. Pero, por las dudas, dejaron la antena. A ver si cambiamos de opiníon, tras un tiempo de abstinencia.