Por Cicco. Invadidos del clima mundialista. Avergonzados en lo profundo del alma por el papelón tribunero de tanto compatriota desbordante de caipiroska en el paisaje carioca. Empalagados de tanta publicidad donde no siempre salta una pelota directo a la ingle del espectador. Bueno, todo eso que usted ya respira a diario, queríamos ponerlo aquí delante con el fin de contarle una cosa: esta columna también tratará de fútbol. Lo sentimos.
Tal vez en el mareo futbolero, el tema se pase por alto. Pero claro, no hay tal clima festivo en el torneo local y además, los hinchas que pujan por la Argentina son muchos menos. Nunca hay tanto espectador entusiasta de los pormernos del fútbol como cada cuatro años en tiempos de mundial. Pero como en toda multplicación repentina acá hay gato encerrado. O, para decirlo de otro modo, hay bastante hincha trucho.
¿Cómo identificar a un hincha trucho, a un falso apasionado futbolero que a duras penas puede identificar al referí del lineman, al DT del aguatero, cómo ponerlo en evidencia para que dé la cara ? Claro, ahora, todos con la misma camiseta, pintadas las mejillas de blanco y celeste, y con bubucela calzada al hombro, puede ser que más de un hincha trucho se cuele en el griterío triunfal. Pero, tras un metódico rastreo y detección de falso apasionado futbolero, dimos con un criterio para identificarlos inmediatamente y poder tomar cartas sobre el asunto. Aquí un puñado de siete pistas contundentes para barrer ya mismo con el futbolero de La Salada.
1 – Si el hincha se ensaña sin causa contra el árbitro ante el primer pitido que escucha, sepa que la persona en cuestión, tiene más partido de Las Leonas en retina que de Messi en Barcelona.
2 – Si a la hora de describir un jugador, el espectador emplea términos como la “elegancia” de su juego, o la “cortesía” del futbolista, no tengas dudas: le está metiendo el perro. Sacúdalo con vigor y verá cómo se le cae el carnet de socio del club de bowling. Entréguelo a la comisaría más próxima.
3- Si se pone de pie y grita a voz en cuello cuando la pelota aún ronda el círculo del mediocampo, hay 9 de diez chances de que ese intruso emplee el exceso de entusiasmo para pasar inadvertido como un hincha auténtico. Ante esta amenaza, riéguelo con fernet y préndalo fuego. Luego, compruebe la diferencia entre un grito y otro, y saque sus propias conclusiones.
4- Si de cada cinco comentarios, cuatro rondan en torno a la guita que levantan en pala los brasileños, e insisten en cómo las multinacionales nos mantienen embobados a lo largo de un mes mientras explotan aún más el planeta y nos hunden aún más en la imbecilidad, sépalo de una buena vez: utilizar el discurso psicobolche es parte de su enmascaramiento. Si eso ocurre, córtele el saludo y algùn miembro que estè a la vista, y no lo vuelva a invitar más a su casa a ver los partidos. Si aún así se presenta a la puerta, pruebe comprando una boa constrictora. No falla.
5 – Si disimula una risita cuando le convierten un gol a la Argentina, y bebe un trago de su vaso para evitar sospechas. Es señal de que ese no sólo es un hincha trucho. Además, es vende patria. Merece el mismo tratamiento cocn boa del punto cuatro. Junto con la combustión del fernet del punto tres.
6- Si a cada apreciación sobre el match, el sospechoso remata con un “no es verdad?” o “no te parece?” Es clara señal de duda y búsqueda de aprobación. Y la duda es señal de desconocimiento. Y al desconocimiento se lo paga con un portazo en la nariz. Fuera con esa gentuza.
7- Si durante el partido, cuando cruza miradas con él, el sospechoso observa distraído el reloj o se concentrado en la punta del zapato o en la remoción de mucosa nasal, es un claro impostor. Rápido de reflejos, cuando se ve sorprendido, el intruso da esta clase deargumentos: “Mirá cómo manejo este moco y te meto el pase. Soy groso, ¿no?”. Un horror. Arrójelo por el balcón. Asegúrese de que su cabeza baje primero.