Gaza -Palestina

Por Cicco. El video muestra cómo el ejército deja señal en un edificio minutos antes de bombardearlo. Una pequeña e inocente voluta de humo en la terraza, previo a la conmoción del misil. Otro video casero ilustra cómo las bombas reducen a polvo, en cuestión de segundos, un barrio completo. El otro día llegó mi suegro y mostró una foto en su celular: una montaña, literal, de niños palestinos sin vida. Algunos tan intactos parecían aún vivos. Nunca, como hasta hoy, un conflicto es condenado socialmente por tres cuartas partes del planeta y aún así, nadie logra detenerlo.

Un video repetido por medios de todo el mundo muestra al representante de la ONU rompiendo en llanto tras otro bombardeo sucesivo a escuelas protegidas por su organización. Una conferencia breve convocada por el ministro de Defensa norteamericano para decir que sí: aquellos misiles pertenecían a Israel. Una explicación ilustrativa para indicar por qué el ejército israelí barre manzanas y manzanas en Gaza, y transformándolas en ruinas: buscan consolidar un área sin túneles de Hamas. Lo llaman Zona colchón.

Fotos y más fotos de funerales de civiles en Palestina. Difuntos de ojos claros y abiertos. Otros, rodeados de familiares, clamando al cielo, el mismo cielo de donde bajó su sentencia. Crónicas de la guerra desesperadas dan cuenta de padres de familia que, a pesar del aviso de bombardeo, deciden quedarse en casa. Una decisión apresurada, tosuda pero sentida: la madre parte con los hijos, mientras el padre elige quedarse. Su forma muda de dar pelea. Padres que hacen de su hogar, su sepulcro.

Mesas redondas en tevé con analistas políticos apesadumbrados que recuerdan el fracaso de negociaciones de paz. Treguas diluidas por la sed de conquista. Analistas con muchos libros leídos, analistas viajados y perplejos, subrayan el impacto de una guerra tan despareja que da escalofrío. Llamarla guerra, advierten, es como llamar batalla a un pelotón de fusilamiento. Este mundo tiene grietas. Puntos ciegos donde el sentido común se interrumpe. Y el entramado de las cosas muestra su costura. El conflicto en Gaza es párabola que toca de cerca. La historia de siempre donde el poderoso aplasta al débil. Donde Goliat, colosal, no da a David espacio alguno. Un cuento que nos leen una y otra vez, mientras dormimos. Porque la moraleja se escapa. El poderoso sigue avanzando. Y los débiles siguen desunidos. Durmiendo el sueño eterno en su zona colchón.