vinitos

Por Cicco. Con el arranque del juicio oral al emérito sommelier acusado de abusar y luego asesinar a su mamá, se viene a medio mundo la pregunta. Un interrogante urgente. Transpirado. Sobre todo, a la hora de las fiestas, donde buena parte de los argentinos tiene mesa reservada en restorán pituco para brindar en familia. Y la pregunta es, claro, esta de aquí: ¿puede el sommelier de turno descorchar un desenlace fatal para toda la mesa?

 

Desde hace tiempo, el mundo de los sommeliers, venerado y cotizado en círculo pudiente, fue puesto en la mira de un puñado de periodistas intrépidos que se preguntaban hasta dónde aquello era oficio serio, y hasta dónde guitarreada para la gilada. Tanta comparación lanzada a la que te criaste dando al malbec espíritu de rienda de caballo en atardecer en campo de Bolívar, o regusto de Syrah en paladar a traste de gaucho al levantarse de pulpería tras seis horas de meta darle a la caña, que uno empezaba a dudar si el vino era bueno o no para el sistema neurológico. Esta gente estaba del moño.

Y ahora resulta que, no sólo pueden tener una imaginación explosiva para darle al vino entidad lírica, hasta pueden -si así lo demuestra la justicia- elaborar el crimen perfecto. Bueno, casi perfecto.

Entonces, y para volver a la actitud de servicio permanente que caracteriza a esta sección, queremos saber y hacerle saber, lector preocupado y levemente avinagrado: ¿cómo saber si cuando el sommelier se acerca a su mesa, hay que estirar la mano y aceptar la carta de vinos con una sonrisa, o teclear discretamente el 911 y pedir un patrullero?

Tras leer estas cinco pistas, elaboradas por nuestra mesa de expertos en psiquiatría criminal luego de un examen minucioso de restoranes carolos, le decimos una cosa: su brindis de ahora en más, estará a salvo.

1 – Si cuando trae el vino seleccionado tras mucho mirar e indagar, el sommelier viene acompañado de una jeringa, y una perorata donde se pondera lo bien que pega el vino en vena, desconfíe. Este hombre es un criminal.

2 – Si la etiqueta del malbec que usted ordenó, no concide en buena parte de la información de la botella que le traen. Sobre todo, en lo que concierne a un dibujo pequeño pero aún así visible, de una calavera con la leyenda de peligro debajo en rojo, no dude más: el empleado lo quiere llevar a la necrópolis, un lugar que suena como tecnópolis, pero con otra onda.

3 – Si antes de servirle el vino, le hace firmar unos certificados donde usted le entrega la totalidad de su patrimonio. Sepa que tiene elementos suficientes para desconfiar y romperle la botella en la nariz.

4 – Si el sommelier emplea a la hora de describir el vino que le lleva a la mesa, rótulos que incluyen términos como “aroma de otro mundo”, “sabor venenoso”, o “sueños de valle cuyano” . tome a su mujer y a sus hijos de las manos, y raje de ahí.

5 – Si siente que, llegado su momento de testear el vino, el sommelier se para a sus espaldas y empieza a sudar copiosamente y a hablar del pronóstico del tiempo en países de la estepa subsahariana, escupa todo y átelo con las servilleta hasta que llegue la policía.