rock rock

Por Cicco. “Barrio rock” acaba de lanzar su nuevo disco, y este album es el que sigue al anterior y será el corolario para el que venga después. Forma la trilogía perfecta si uno toma sus otros dos discos y los pone uno al lado de otro en forma de abanico o los apila y comprueba que todos tienen un mismo tamaño y forma, lo cual habla muy claramente de la coherencia estética y moral de esta banda tan barrial que no arranca a grabar hasta que el estudio esté cubierto de adoquines.

 

Barrio Rock estrena un disco rockero cargado de actitud rocker para rockear en las rocas de la Feliz o cualquier otro paisaje rocoso que usted elija para rockear con sus rockeros amigos hasta el amanecer que es el momento del día que eligen los rockeros para irse a dormir.

Guitarras distorsionadas. Baterías desenfrenadas. Letras desenfrenadas. Y un auto sin freno llevó a esta banda a grabar su último disco poco después de colisionar contra un payaso en la via pública. Episodio que generó la composicion de su hit más rockero, rockeante y roquísimo -98,2% de rock, y 1,8% de violín entrometido-: “Payaso al parabrisas”. Un éxito radial asegurado.

En “Me cago en el pop”, Barrio Rock saca lo mejor que sabe hacer: rockear. Y ataca sin vueltas ni medias tintas, otros géneros musicales tibios y blandengues que merecen lo peor y que no memncionaremos acá para no darles publicidad innecesaria.

El mundo necesita rock. Necesita que ese espritu incendiario siga vivo, dispuesto a reírse de la autoridad, a castigar al gobernante de turno inflado de ego, y a defender el mercado nacional de la malta y el lúpulo.

En “El rock es lo que importa”, desfilan tambores tamboriles, guitarras guitarreras y por lo bajo, el bajo. Todos ensamblados de tal modo que arrancan y terminan todos juntos, lo cual le da al tema su unidad y lo diferencia de la canción que viene. La canción siguiente llega tras un silencio promedio -unos 12 segundos aproximadamente- y empieza a tono con el resto del disco: rockeante. Este tema “Cinco para el rock” es más intenso y más rocker, pero puede ser porque este cronista acababa de salir del baño y se acercó más al aparato reproductor.

El disco consiste en doce canciones bien ordenadas y con el número al lado para identificar claramente en la contratapa cuál sigue despueś de la otra, y darle así al album una unidad temática a puro rock.

La portada oscura, y con una Quilmes Cristal helada emergiendo de un corazón en llamas, dice lo que tiene que decir. Y la oscuridad apela al valor oscuro. Puede identificar el disco fácilmente en las disqueras, porque dice el nombre de la banda y el título en su portada. Y si esto no funciona, siempre puede preguntar. Aunque no sea rocker igual que usted y sea un popero de lo más flojito, el empleado debería poder informarle el parardero del último disco de Barrio Rock.

Que se puede decir de Barrio rock que ya no se haya dicho, con exactitud y vuelo poético, en reseñas y entrevistas anteriores a esta. Qué se puede decir de este disco que no se vaya a decir en estas semanas de lanzamiento. Qué se puede decir del rock que ya no se haya tratado por gente competente. Ni del negro que es el telón de fondo de su portada. Para todo ello, está Wikipedia que no es muy rocker que digamos pero que ayuda tanto al periodista rockero juvenil como el diccionario de sinonimos del Word.

Mucha cerveza. Mucha actitud. Y más cerveza y más actitud. Son valores inequívocos de este paisaje musical que lleva el rock a lugares impensados, tan lejanos que luego nadie, desde entonces, pudo volverlo a encontrar.

Cuánto rock despide este disco hasta puede olerse el inconfible olor del rock, cual fritura de milanesa de mamá. La guitarra del Willy desborda esa emoción primitiva que trae el músico, en éxtasis, cuando no sabe cuándo parar y, sobre todo, cúando no sabe como tocar. El martilleo del batero Rojas puede confundirse con el de un niño desmantelando juguetes con un martillo y eso puede deberse a que Rojas tiene 5 años de edad -es más barato que contratar a un batero profesional- y el chico ya es puro rock.

Y la frutilla del postre -y con lo cara que están las frutillas-: la voz aguardentosa, tropezada y barrial de la zona de Colegiales, del Coco, que suena tan rockera y convincente como siempre: él, dicen los que saben, mantiene intacta desde el primer disco, “By passs rock”, diez años atrás, la misma gargara del debut. Larga vida al Coco. Larga vida al rock. Larga vida a este disco destinado a durar más que el yoghurt, la margarina y medio kilo de bananas fuera de la heladera.