 Por: Pablo Llonto. Como en el iceberg, las cuatro quintas partes de lo que ocurre en el deporte, no se ven. Dedicados al show de los cinco grandes, a la necia obsesión por los autos chocadores (el múltiple accidente del fin de semana, en la Clase 3 Turismo Nacional, es un ejemplo), a los diretes y dimes del próximo entrenador de Boca o el de River, al insignificante Abierto de Polo de Palermo, los grandes medios argentinos siguen marcando desaires a las importantes denuncias que, semana tras semana, convocan deportistas que valen más que un Konex de Platino.
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Por: Pablo Llonto. Dos clases de redactores estimulan nuestro aburrimiento y nuestro lamento. Los encargados de elegir el tema de una encuesta en un medio de comunicación y los encargados de los horóscopos. En la Argentina, por suerte, no se estila demasiado el pronóstico deportivo y la sombra cadavérica de Guillermo Nimo se posa, solamente, sobre algunos evocadores del país Sofovich. 
Por: Pablo Llonto. Menos uno, todos los diputados que encararon al presidente de la AFA hace unos días, se mostraron cordiales y delicados con el mañoso dueño de la pelota y sus negociados. Parecían periodistas deportivos. Al menos como la inmensa mayoría.
Por: Pablo Llonto. Bienaventurados los periodistas deportivos que escaparon de la cretina fórmula: “yo hablo sólo de deportes, no de política”.
Por: Pablo Llonto. La cronista Gaby Carchak de C5N, los editores de tapas de los diarios y la mayoría de la prensa deportiva. Tres actitudes diversas ante hechos que empezaron en el mismo lugar: Avellaneda. Quizás de los tres podamos aprender algo.
Por: Pablo Llonto. Nos enteramos en estos días: Resulta que Brasil fue a menos contra Bulgaria en el Mundial de Voley. Y que en la FIFA el presidente de la Confederación de Oceanía y un dirigente nigeriano intentaron vender sus votos para la próxima elección de la sede de los Mundiales (2018 y 2022). Tenemos entonces que en pleno siglo XXI la careta deportiva sigue siendo la misma que hace cincuenta años. Y nuestra prensa sigue prendiéndole velas al deporte megaprofesional, casi propio de un shooping más que de una tribuna. 
Por: Pablo Llonto. Los generales la bautizaron “acción sicológica”. Para quienes gustan del fariseo lenguaje militar se trata de “toda acción que tienda a motivar conductas y actitudes por apelaciones instintivas, actuará sobre el instinto de conservación y demás tendencias básicas del hombre, lo inconsciente (sic). La presión insta por acción compulsiva apelando casi siempre al factor miedo. La presión sicológica engendrará angustia, la angustia masiva y generalizada podrá derivar en terror, y eso basta para tener al público (blanco) a merced de cualquier influencia posterior. La fuerza implicará la coacción y hasta la violencia mental (...) la fuerza y el vigor reemplazarán a los instrumentos de la razón. La técnica de los hechos físicos y los medios ocultos de acción sicológica transitarán por este método de acción compulsiva”. (Reglamento RC-5-1 del Ejército Argentino sobre Operaciones Sicológicas). 
Por: Pablo Llonto. No, no y no. Me cuesta creer que siempre suceda lo mismo. Que las cosas no son de otra manera. Que basta un segundo de técnico en peligro o técnico saliente, y nuestra prensa deportiva tome siempre, del cajón de las suposiciones, el mismo apellido. El asunto es Boca y su entrenador saliente, semisaliente, o protosaliente. En menos de dos minutos, los periodistas ya tienen el DT para reemplazarlo y eternamente se llamará Carlos Bianchi.
Por: Pablo Llonto. ¿Recuerdan aquella briosa sentencia que enseñaban antiguos periodistas en las redacciones más antiguas: El avión que llega no es noticia; sólo es noticia el avión que se cae...? Pues la semana pasada la prensa deportiva convirtió en noticia una obviedad (Maradona se muere por ser el técnico de la Selección) y para sostenerla, rodeó al hecho cierto de una cantidad de incongruencias que casi colocan el tema en la prensa del mundo como un hecho tan llamativo como el avión que se cae. 
Por: Pablo Llonto. ¿Era la Argentina? ¿Había cambiado el país? ¿Se trataba del efecto post Mundial? Lo cierto es que iban seis fechas del Apertura y la masacre de entrenadores, bastante habitual por estas épocas de los campeonatos, pertenecía a las suposiciones, nada marchitas, del periodismo.
