Es sabido que tenemos una prensa sin demasiadas obsesiones por la verdad. Mucho menos por enfrentar al poder. Para cada 24 de marzo se reciclan algunas notas, se aprovechan cuatro o cinco imágenes y como siempre, de no existir la Carrera de Miguel, más de un jefe de deportes se olvidaría de aquellas historias del 76-83 que avergüenzan esta tierra. 

Menos mal que hay quienes no se resignan ante tanto miserable seducido por la rubia de Telefe, que como buenos profesionales de las frases baratas se manifiestan “cansados de los derechos humanos”.

Para nuestro bien existen periodistas (en Mendoza) que se sumaron a la iniciativa de la Dirección de Derechos Humanos de Godoy Cruz y armaron una semana plena de actividades dejando afuera prejuicios e hipocresías como “ los temas de la dictadura son temas viejos”.

El lunes 23 de marzo, en una mesa sobre el Mundial 78, Leopoldo Luque fue uno de los invitados. El delantero de la selección campeona brindó reflexiones y noticias: dijo no comprender los esfuerzos de Tarantini por mandarse la parte ante la prensa para asegurar que él había repudiado a la junta de Videla-Massera-Agosti, la noche del 6 a 0 a Perú en cancha de Central.  

“Tarantini gritó su gol puteando, es cierto; pero no puteaba a la tribuna donde estaba Videla… puteaba a un grupo de brasileros que estaban con la bandera de Perú. Yo no sé por qué ahora dice otra cosa”, dijo Luque.

Quizás por bondadoso y buena gente, Luque también agregó verdad a uno de los hechos deportivos que más interpretaciones ha generado en las últimas décadas: la renuncia a la Selección Nacional de Jorge Carrascosa, el capitán, cuando faltaban cuatro meses para el Mundial y él era titular indiscutido. “ El Lobo, un tipo recontrahonesto, había prometido que si Menotti traía un solo jugador del exterior para jugar el Mundial, él se iba. Y como lo trajeron a Kempes, Carrascosa cumplió y se fue”.

Eso se llama, en el fútbol y en el periodismo, generar espacios. Lo aprovechó el Diario Uno de Mendoza, y al menos alienta la esperanza de que en algunos rincones de la Argentina hay humildad por aprender y por dar a conocer.

Los demás, muy poco. Sólo alcanzaron a cubrir, casi por rutina, la Carrera de Miguel y mandarse con referencias vagas sobre “el atleta desaparecido”. Hay tanto para decir sobre deportistas y dictadura, deportes y dictadura, negocios deportivos y dictadura, que cuesta creer en cabezas limitadas que no sepan indagar, sondear.

Ahora se vienen los 30 años de Grondona en el sillón de la AFA. ¿Saben cuándo empezó? Sí, en la dictadura. ¿Habrá alguna vez una docena de valientes columnistas que se atrevan a pedir que este hombre se vaya? 

¿O será que es más importante destinarle espacio a las hipócritas informaciones sobre “ataques a la prensa” que denuncia el grupo Clarín luego de unas sospechosas y llamativas interferencias que sufrió el satélite que abastece a Canal 13 y sus subordinados? Al respecto, por Internet está circulando la carta del docente Mariano Garrido, del 26 de marzo, dirigida al periodista de Clarín Lucio Fernández Moores y que nadie se atreve a publicar o leer. 

Dicho de otra manera: que surjan las notas sobre rugbiers desaparecidos, tenistas desaparecidos, jugadoras de hockey desaparecidas, del fútbol tapando al horror. O saber de los periodistas deportivos que, como Muñoz, se calentaron las manos en todos los fuegos militares que conocimos.

Hay una deuda, estimados colegas, hay una deuda.

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