¡Qué sagacidad! ¡Qué noticia súper para los argentinos! ¡Cuánto riesgo han corrido en conseguir la exclusiva!

De los nombres de estas estrellas, (los periodistas) poco se sabe. No hay editor que firme las páginas sabrosa de los semanarios amarillentos; nadie informa al público cómo y cuándo se adquirieron las fotografías de la infidelidad. ¿Qué sucede? ¿Por qué nos privan de los apellidos de semejantes sabuesos?

Haciendo gala de una agilidad informativa digna de un Pullitzer, la revista Paparazzi, la revista Semanario, la revista Pronto, el semanario -autodenominado diario- Perfil, la tapa del diario Crónica, lograron declaraciones y fotografías de la abundante botinera  – seguramente gratuitas- y desplegaron un servicio descomunal para cumplir con el derecho a la información de nuestros compatriotas, confiándonos semejante bomba. 

De paso les dieron material a los cronistas de deportes para que, en la última semana, armasen conspiraciones, castigos del Diego a su yerno o ex yerno, envío al banco del crack, y otras desfachateces más que demuestran que tenemos uno de los periodismos más incisivos del mundo. Ya verán ustedes lo que dirán de Agüero antes del partido con Brasil.

La que se viene…

En cambio, hay un puñado de inoperantes periodistas deportivos que con otros métodos, andan por la otra punta de la profesión preocupándose por descubrir un archivo secreto, denunciar un acto de corrupción, encontrar a los responsables de la barbarie que construyen las barras bravas y sus cómplices dirigentes o simplemente explicarle a la gente que las cosas no ocurren por casualidades divinas. Estos supuestos justicieros, boludos ellos, siempre ponen su nombre y apellido.

Por supuesto, nos habíamos olvidado. Si ya lo repiten en Deportea y en las pasantías de los diarios más importantes; “chicos…a ver si nos entendemos…que el periodista escribe aquello que la gente lee…”

Y la gente quiere leer sobre las salidas nocturnas del Kun Agüero.

Y claro, cómo no iba a ser de otra forma. Debe ser así; el día en que la actividad cerebral de millones de lectores fuese para otro lado, nuestros periodistas serían distintos.

Hasta entonces, los dueños de las editoriales Atlántida, Perfil, Crónica, tendrán razón: lo bien que hacen en ir con sus abogados a la sede de la SIP para hablar de libertad de expresión…

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