CONTINENTAL ECHÓ A APO
Dos casos, un olvido

Alejandro ApoPor: Pablo Llonto. De no llamarse Alejandro Apo, la indignación hubiese ganado las pantallas de televisión y los titulares de radios, diarios y revistas. Pero el final de Apo en radio Continental ha sido, notoriamente, la muestra mayor de la hipocresía mediática 2009.

Periodista deportivo, comentarista de lenguaje popular y simple, amigo de las historias sencillas, conductor de programas extraordinarios, y uno de los pocos deportólogos que apostó a la unión de la literatura y el fútbol hasta llevarla a los teatros, Apo debe ser uno de los hombres más reconocidos en el boca a boca del periodismo. 

Sin embargo, desde hace una semana es víctima de la indiferencia, el ninguneo y, lo que es más grave, el miedo a hablar sobre Apo en los grandes medios del país.

El grupo español Prisa, propietario de Continental y convertido en multinacional de la comunicación le apuntó a Apo desde hace un tiempo alegando ajuste de cuentas y presupuestos.

El verso es tan falso como conocido. Qué tal si abren los libros de la empresa para enterarnos cómo ha sido esta expansión del grupo Prisa por el mundo comprando medios como caramelos.

Quizás una explicación pueda desprenderse de la última declaración de Apo en un reportaje. “Nos secuestraron los goles”, dijo Apo al referirse al monopolio de la televisación del fútbol que impide que los argentinos no podamos ver los goles de los partidos del fin de semana hasta que Fútbol de Primera no lo disponga.

¿O es que a nadie le llama la atención que vivamos en un país en el que los noticieros del domingo por la noche no pueden pasar los goles de River, de Boca, de Chacarita?

La revista NOTICIAS, en cuyas páginas pueden leerse insinuaciones golpistas como las del cronista Tomás Favaro (edición 1698 del 11 de julio sobre Honduras) “Ninguno es más inadecuado para protagonizar el papel de demócrata depuesto que Manuel Zelaya”, podría dedicar parte de su tapa al desplazamiento de Apo.

Una buena investigación sobre los tentáculos Prisa y los entretelones del caso Apo pondrían las cosas en su lugar. 

Al menos esa debería ser la lógica Fontevecchia o la lógica de la SIP si uno se guía por los últimos pronunciamientos del señor Perfil o de la sociedad que se llena la boca de “libertad para los periodistas”. Es evidente que en la Argentina hay que llamarse Nelson Castro y firmar contrato con radio Mitre para que los medios masivos te dediquen un buen tiempo a la denuncia con forma de escándalo.

Pero claro, Apo es de quienes hablaron contra la ley de radiodifusión de la dictadura. Y además, para el criterio marketinero de quienes editan las páginas sobre medios de comunicación, se trata de un periodista deportivo. 

Cruel realidad. Es que a la hora del contrato que no se renueva, de la reducción de salarios, de la “reestructuración de la programación” o del verso gerencial que nos acercan, los periodistas deportivos son periodistas de segunda.

En un país donde el fútbol, supuestamente, es de primera.

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